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LOS DOS CABALLITOS DE LA CDMX

Un gran orgullo de quienes nacieron, viven o aman a la Ciudad de México, es el par de esculturas ecuestres que engalanan dos sitios icónicos de la metrópoli: la primera es la estatua del Rey Carlos IV de España estrenada por Manuel Tolsá en 1803. La segunda es la Cabeza de Caballo, obra del escultor chihuahuense Sebastian, que data del año 1992.

La primera fue colocada originalmente, con gran fiesta y corrida de toros, en el Zócalo o Plaza de la Constitución, donde permaneció de 1803 a 1824. Luego fue trasladada al patio de la antigua Universidad de México, donde lució de 1824 a 1852, de allí al Paseo de la Reforma, de 1852 a 1979, y ese año se llevó a la Plaza Tolsá, donde todavía se encuentra.

Dicha plaza es en realidad la ancha explanada del Museo Nacional de Arte (Munal), lo que significa que el Caballito se puede observar de cerca y en toda su magnificencia entre ese edificio y el Palacio de Minería, en la calle Tacuba del Centro Histórico. Con sus 13 toneladas de peso es una de las tres estatuas ecuestres más importantes en todo el mundo.

El Caballito de Tolsá se exhibe orgulloso entre dos palacios, el de Minería y el que ocupa el Museo Nacional de Arte. (Fotografías, Graciela Nájera Sánchez)

La escultura monumental de Sebastian no es un caballo entero y desde luego no tiene jinete. Es la representación moderna de la cabeza de un caballo, en un llamativo color amarillo. Dos siglos separan al Caballito de Tolsá del de Sebastian, y sin embargo el segundo ocupa el sitio que tuvo el primero durante casi 127 años: Juárez y Reforma.

En la esquina de esas dos vialidades, en el corazón de la Ciudad de México, se levanta airosa la enorme cabeza formada por rejas de acero que permiten la salida de vapores del drenaje que corre bajo la capital del país. Su nombre real es Cabeza de caballo, aunque desde el principio ha sido conocida como “El Caballito”; eso es para los jóvenes de hoy.

La obra fue realizada por encargo de los dueños de la Torre “El Caballito”, que se halla a unos pasos de la escultura. Esos hombres de negocios pidieron puntualmente a Sebastian que midiera 28 metros de altura y que sirviera de chimenea para ventilar los humos de una alcantarilla bajo el edificio. El escultor cumplió con los requisitos de manera cabal.

El deseo de Max Hadad, principal propietario de la Torre “El Caballito” era, por un lado, reemplazar artísticamente la estatua de Carlos IV y, por otro, dar solución al problema de ventilación de los humos provenientes del sistema de drenaje profundo. En su momento, Sebastian habló de la problemática de los olores desagradables del drenaje de la ciudad.

Señaló que “la altura de la escultura contribuye de manera significativa a disminuir la percepción y agresividad de esos vapores, mejorando la experiencia de quienes transitan por la zona. Los respiraderos de drenaje son componentes críticos de cualquier sistema de alcantarillado, pues reducen riesgos para la salud pública y ayudan al medio ambiente”.

Enrique Carbajal González, conocido en el mundo artístico como Sebastian, dejó ver que su obra tiene una conexión con el Norte de México, que se nota principalmente en el uso del acero. También, porque son piezas monumentales realizadas para lucir en espacio abierto, lo que otorga una vista agradable en el horizonte de las más grandes ciudades.

Así lo demuestran otras de sus obras dentro y fuera de la Ciudad de México, como es el caso del Coyote Hambriento, ubicada en Ciudad Nezahualcóyotl, Estado de México, cuyo título es la traducción del náhuatl de Nezahualcóyotl, y La Fluorita Roja en el campus Azcapotzalco de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM-A).

Enrique Carbajal “Sebastián”, nació el 16 de noviembre de 1947 en Ciudad Camargo, Chihuahua. En los años sesenta gestó su propio lenguaje escultórico y a la fecha ha realizado más de 190 exposiciones individuales en diferentes ciudades alrededor del mundo, de pequeño y medio formato, así como exhibiciones urbanas de muy grandes dimensiones.

Diversas ciudades de Francia, España, Alemania, Italia, Egipto, Estados Unidos, México y América del Sur, poseen obras de este escultor mexicano. Ganó concursos para crear esculturas en Japón, como Arco Fénix (Sakai, 1993), Tsuru (Kadoma, 1995), Migración (Tokio, 1997), Excelsitud (Kansai, 2002) y Esfera Vida (Osaka, 2003).

La moderna Cabeza de Caballo ocupa el espacio que antaño ocupará el Caballito de Tolsá, en la confluencia de las avenidas Paseo de la Reforma y Juárez. (Fotografías, Graciela Nájera Sánchez)

Su estado natal tiene esculturas monumentales de su autoría, entre las que destacan Puerta de Chihuahua, Puerta del Sol Árbol de la Vida. En Nuevo León, Puerta de Monterrey y Fuente de los Lirios”. En Aguascalientes, Puerta Saturnina y Antorcha Olimpia 2000. En Tabasco, Escalera Cósmica, y en Morelos, Flor del Desarrollo.

También ha colocado piezas suyas en Baja California, Jalisco, Nayarit, Colima, Veracruz y Tamaulipas, así como en Georgetown, La Habana, Montevideo, Buenos Aires, Brasilia, Belmopan y Bogotá. Sebastián es miembro del World Arts Forum Council con sede en Ginebra y miembro honorario de la Real Academia de las Artes Visuales de La Haya.

Académico de número de la Academia de Artes de México y miembro de la Legión de Honor Nacional, del Interdependence Day Forum, y miembro del Comité Internacional de Salvaguardia de Lascaux, por su trascendencia y calidad de su obra monumental, y la de pequeño formato, recibió el Premio Nacional de Ciencias y Artes 2015 en este país.

Juan Carlos Castellanos
Juan Carlos Castellanos
Juan Carlos Castellanos C., es periodista con más de 40 años de experiencia en temas culturales. Entre otros muchos, ha merecido el Premio Internacional de Periodismo “Ludwig Von Mises” de las Naciones Unidas y su labor como reportero ha sido antologada en diversos libros y revistas.
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