viernes, septiembre 20, 2024
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LOS TESOROS DE LA CATEDRAL METROPOLITANA

978 obras de invaluable valor artístico, histórico y religioso pertenecientes al patrimonio cultural de México; entre ellas, alrededor de 500 pinturas, esculturas en marfil, yeso y madera, custodias, y objetos de culto extraordinariamente asombrosas.

Una de las colecciones más hermosas de arte sacro habita los diversos altares, retablos y capillas de la Catedral Metropolitana en la Ciudad de México. En el interior del enorme recinto religioso, todo el día y todos los días del año, desfilan creyentes devotos, ateos, despreocupados agnósticos y librepensadores para ver, admirados, tan valiosos tesoros. 

Entre esas joyas están los estofados y los dos órganos monumentales (uno de ellos es el de la Epístola) que son obras únicas en el mundo y están sonando con una majestuosidad absoluta. Actualmente y como desde hace varios años, se labora en el mantenimiento del conjunto arquitectónico, tocando turno en estos días al embellecimiento de las cúpulas.

Sin duda alguna, esta es la Catedral más rica de América Latina, no sólo en su edificio de dimensiones majestuosas sino en su contenido. Debido a que se construyó en el que fue el virreinato más importante del imperio español, este país llamado entonces Nueva España (muy rico en oro y plata), se pudo patrocinar a los más celebrados y afamados artistas.

Vista panorámica de la Catedral Metropolitana y de parte de su fachada, magnífica por donde se le mire. (Fotografías de Juan Carlos Castellanos).

Sus números: la primera piedra se colocó en 1571; su construcción fue en etapas (1573-1657, 1657-1793, 1793-1813); está constituida por una Planta Basilical, cinco naves, crucero, cúpula y 16 capillas laterales; ocupa una superficie de 7,752 metros cuadrados; se construyó con cantera, tezontle y chiluca, y tiene dos torres de 64 y 67 metros de altura.

Tiene 67 metros de alto, 59 metros de ancho, y 128 metros de fondo. Sus 35 campanas son, cada una, un tesoro de inconfundible y extraordinaria sonoridad, y para quienes deambulan en los alrededores en diversas horas del día, es un placer escuchar su sonido, mismo que ha sido celebrado por reyes, virreyes, papas, presidentes y artistas del mundo.

Primero, la historia del siglo XVI al XVIII, en el periodo virreinal, estaba contenida en la Catedral Metropolitana. Sin embargo, las remodelaciones y constantes trabajos de mantenimiento hacen que ese periodo se extienda al siglo XXI; es la narración artística de la Época Virreinal a la fecha, metida en un edificio de 160 mil toneladas de peso.

Llamada por diversos especialistas como base de la identidad nacional, la Catedral Metropolitana se construyó a lo largo de 240 años y se declaró terminada en 1813, en plena lucha por la Independencia de México. Se edificó con aportaciones iguales de la Corona Española, españoles de aquí, y los indios mexicanos con su fina mano de obra.

Desde 1859, tras la promulgación de las Leyes de Reforma, el inmueble que ocupa la Catedral Metropolitana es propiedad de la nación y, por lo mismo, el Estado Mexicano debe asumir plenamente su conservación, siempre en coordinación con las autoridades de la Iglesia Católica. En los últimos 30 años se han hecho obras ligadas a su hundimiento.

Minutos antes del mediodía del 30 de diciembre de 2022, durante las obras de mejora en la Catedral, se despegó una baldosa de barro que cubría un nicho orientado al norte. Ese hueco dejó al descubierto una pequeña caja rectangular, de plomo, con una inscripción en latín. Es una cajita pequeñita, que cabe muy bien en la palma de la mano de una persona.

Los especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), decidieron seguir buscando en el sitio, lo que permitió localizar un total de 23 cajas de plomo, con inspiraciones religiosas que contienen distintas pinturas, cruces de madera y palma, así como distintos fragmentos que posiblemente conformaban medallones de barro y cera.

De inmenso valor histórico y religioso, la Capilla de San Felipe de Jesús, depositaria de varias reliquias, es la segunda más visitada dentro de la Catedral Metropolitana. (Fotografías de Juan Carlos Castellanos).

Estos hallazgos hablan de la época final de la construcción de la catedral (culminada por el arquitecto Manuel Tolsá), que en la hipótesis de los investigadores y los teólogos de Catedral son cajas que contienen imágenes de todos los santos guardianes que tienden un manto de protección sobre el recinto catedralicio, y sobre quienes lo visitan día tras día.

Luego del sismo que sacudió a la Ciudad de México en 2017, la primera etapa de trabajos de reparación y mantenimiento más serio inició en 2019 con atención especial en los pilotes de control para mantener la estabilidad del inmueble, debido a que se encuentra en lo que era zona lacustre y se hunde constantemente poniendo en riesgo todos sus tesoros.

La segunda etapa consideró el retiro de la flora parásita que crecía en las juntas de las piedras, y con ayuda de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) se rescató el sistema eléctrico para evitar algún chispazo y siniestro por incendio. También se rehabilitó el sistema de pararrayos, para proteger a la Catedral del golpe de relámpagos de tormenta.

Lo anterior significa que el señorial monumento mantiene su carácter de depositario de hermosas y valiosas piezas de arte pictórico y escultórico, así como de reliquias de santos varones, para muchos años en el futuro. Respecto a esos tesoros artísticos que encierra la Catedral Metropolitana, equisgente presenta a sus lectores algunos de los más destacados:

“Capilla de la Inmaculada Concepción”, cuyo retablo mayor realizado en 1755 contiene pinturas entre las que destacan San Cristóbal (1588), óleo sobre tela de Simón Pereyns; Las lágrimas de San Pedro (1618), óleo sobre tela de Baltazar de Echave Orio, y Los Sueños de San José (siglo XVIII), también exquisito óleo sobre tela de autor anónimo.

La “Capilla de Nuestra Señora de Guadalupe” tiene en su retablo central a esa virgen, óleo sobre tela de autor anónimo fechado en 1809. Coronan la imagen dos angelitos realizados por Clemente Terrazas. Flanquean a la guadalupana las esculturas de Santa Ana y San Joaquín y la imagen del Sagrado Corazón (1807), obra de José María Vázquez.

Una de las más antiguas de la Catedral es la “Capilla del Santo Cristo y de Reliquias”. Se construyó entre 1610 y 1615 con bóveda gótica. Se dedicó al “Santo Cristo de los Conquistadores” por las reliquias insignes de santos guardadas en los retablos barrocos. El retablo principal (1698) se debe al maestro ensamblador Manuel Nava. Una maravilla.

En la primera imagen, pila de agua bendita donde se asegura (de acuerdo con la creencia) que fue bautizado San Felipe de Jesús en el año 1572. En la imagen del centro: restos óseos de San Vital Mártir, Santo italiano martirizado y enterrado vivo por defender e impulsar la fe. Y en la tercera imagen: infaltable, la presencia de la Virgen de Guadalupe. (Fotografías de Juan Carlos Castellanos).

En un sitio especial se encuentra el “Santo Cristo de los Conquistadores” hecho de pasta de caña policromada a finales del siglo XVII. Según algunos historiadores, esta imagen fue un regalo de Carlos V, aunque otros sostienen que se trata de una obra realizada en suelo de la Nueva España. Lo cierto es que siempre ha recibido una enorme veneración.

Como parte del mismo retablo se observa el Divino Rostro, óleo sobre lámina del siglo XVII. Las dos cruces que lo flanquean están hechas en vidrio y madera de ébano tallado con incrustaciones de plata y cobre; el Santo Entierro (siglo XVIII) es una escultura en madera policromada utilizada cada año en la solemne procesión del Viernes Santo.

El “Retablo de la Virgen de Guadalupe” es obra de José de Ibarra y se le conoce como la Imagen de la Jura del Patronato, porque ante ella se juró a Santa María de Guadalupe como “Patrona General y Universal de todos los reinos de la Nueva España” el 4 de diciembre de 1737. En la parte posterior, el mismo autor pintó a Juan Diego con su tilma.

La “Capilla de San Pedro”, erigida entre 1615 y 1620, está dedicada al “Príncipe de los Apóstoles”. Tiene tres magníficos retablos en estilo barroco realizados en el siglo XVII. En el recinto está el “Retablo de la Infancia de Cristo”, con escenas de la Sagrada Familia inspiradas en las sagradas escrituras, los evangelios apócrifos, y la Leyenda Dorada.

Otras obras aquí son La Anunciación, La Visitación, Adoración de Pastores, y Adoración de Reyes, óleos sobre lámina de los siglos XVII y XVIII. En esta capilla estuvieron los restos de fray Juan de Zumárraga, primer obispo de México, antes de ser trasladados a la Cripta de los Arzobispos, un mausoleo de capital importancia histórica.

La “Capilla de Nuestra Señora la Antigua”, concluida entre 1653 y 1660, se dedicó a la hermandad de músicos y organistas de la Catedral. Su decoración es del siglo XIX. Se le dio ese título a una imagen muy venerada, pintada en una pared de la Catedral de Sevilla, España, por ser considerada una de las primeras efigies españolas de la Santísima Virgen.

Hacia donde se pose la mirada, el interior de la Catedral está colmado de suntuosos detalles, finas realizaciones pictóricas, esmerados detalles litúrgicos, que hacen de ella una obra sin duda especial. (Fotografías de Juan Carlos Castellanos).

En el altar principal está una escultura española del siglo XVII atribuida a Juan Martínez Montañez, llamada por los fieles Santo Niño Cautivo porque compartió cautiverio con el Dr. Francisco Sandoval, quien la traía como regalo a la Catedral en 1622. Desafortunadamente fue hecho prisionero por piratas. Después de siete años, la imagen llegó a la Catedral acompañando los restos de Sandoval, quien en forma póstuma cumplió su promesa.

Entre las reliquias que resguarda la Catedral Metropolitana están las de San Vital Mártir, restos óseos expuestos en una bien trabajada urna de cristal y madera fina, traídos desde Italia para ser venerados aquí. Fue un santo italiano quien durante las persecuciones fue martirizado y enterrado vivo por ayudar a que un compañero suyo no perdiera la fe.

“Capilla de San Felipe de Jesús”. Fue dedicada en 1636 al primer santo mexicano: Felipe de las Casas, conocido como San Felipe de Jesús, martirizado el 5 de febrero de 1579 y canonizado en 1862. En este espacio se encuentra la urna con los restos de Agustín de Iturbide, consumador de la Independencia mexicana. Es una de las capillas más visitadas.

En el pedestal que sostiene la urna se encuentra el corazón de Anastasio Bustamante, presidente de México de 1830 a 1832 y de 1837 a 1841, Aquí está también está el trono dorado que perteneció a Iturbide y, anexo a la capilla, se puede ver la pila en la que, de acuerdo con la tradición, fue bautizado San Felipe de Jesús probablemente en 1572. 

La Catedral Metropolitana es de enorme utilidad para las actuales y futuras generaciones de mexicanos que buscan y seguirán buscando información y documentación sobre el devenir histórico de ese edificio, el más emblemático de la Época Virreinal de México y donde circulan distintas emociones, de lo sacro a lo artístico, pasando por lo intelectual.

Juan Carlos Castellanos
Juan Carlos Castellanos
Juan Carlos Castellanos C., es periodista con más de 40 años de experiencia en temas culturales. Entre otros muchos, ha merecido el Premio Internacional de Periodismo “Ludwig Von Mises” de las Naciones Unidas y su labor como reportero ha sido antologada en diversos libros y revistas.
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