El intérprete de Boleros, quien comunica sus sentimientos a través del canto, confía en su voz, su valor y su tesitura al proyectar en breve un homenaje a José José, interpretando los temas que el llamado “Príncipe de la Canción” llevó hasta la cima de la popularidad
Afable en su trato, correcto en su hablar, ameno al charlar y de bien educada voz al cantar, Roberto Perea Cortés (Ciudad de México, 1963) lleva en la sangre al Bolero, género musical con el que creció escuchando a su padre. “Desde niño cantaba por todos lados y a todas horas”, dijo, y con ese ánimo ha dedicado parte de su vida al canto.
Al hacer un hueco en su agenda para charlar con equisgente, el artista recordó sus inicios para explicar que el primer contacto con la música fue en el hogar paterno cuando su padre, sastre de profesión, ocasionalmente trabajaba en casa y enternecía su labor con la letra y música de los boleros de moda. Así, a los cinco años de edad, el Bolero lo arropó.
Desde pequeño formó parte del coro de la iglesia de su rumbo y, posteriormente, como alumno de la Escuela Secundaría número 100, tuvo la fortuna de tener como profesor de música al maestro Francisco Pichardo Solares, quien fue una influencia determinante para solidificar su gusto por la música y el arte en general, a la par de lo aprendido en casa.
Pichardo Solares era violinista de la Orquesta Sinfónica del Instituto Politécnico Nacional (OSIPN), lo que habla de un maestro de sólida formación, además de instrumentista bien reconocido en el medio. “Nos creó una estudiantina que posteriormente llamó ‘Club Coro Instrumental’, ganando siempre los concursos de nivel Secundaria”, señaló Perea Cortés.
Las eliminatorias se realizaban en el Conservatorio Nacional de Música y en uno de los últimos conciertos en que participó, se presentó en la sala principal del Palacio de Bellas Artes. Como ganadores del certamen, interpretaron una canción del maestro Pichardo, “Adiós amigo”, mientras en las butacas los demás grupos hicieron los coros del tema.
Era 1979, y a sus 16 años, el entrevistado ya podía decir que se había presentado en el escenario del máximo recinto cultural de México. “Ya había yo terminado la Secundaria pero seguía yendo al coro por amor a esa actividad que me marcó de por vida. Seguí en el grupo porque la forma de expresar mis sentimientos es a través del canto”, dijo el tenor.
Con el inevitable transcurrir del tiempo, Roberto Perea cursó la carrera de Ciencias de la Comunicación en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (FCPyS-UNAM). Pensaba hacer periodismo de temas políticos, pero su primer trabajo profesional… fue en el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA).
Eso fue una suerte de confirmación del romance que desde niño sostenía con el arte, de manera concreta con la música. Conocer la actividad cultural de México y el mundo ha sido la razón de vivir de este artista de voz privilegiada. “A partir de ese momento comencé a tener un contacto más íntimo y directo con las manifestaciones culturales”.
Tras aseverar lo anterior, el entrevistado subrayó que, en resumen, nunca ha dejado de cantar. Integró un grupo de folclor latinoamericano sin dejar de ser parte activa de diversos coros. Y sin dimitir del servicio público, hace alrededor de un lustro creó en la Alcaldía Tlalpan el proyecto que derivó en la Plaza del Bolero, un espacio espléndido.
A pesar de la pandemia provocada por el Covid 19, el proyecto se concretó y todo estaba listo para que el maestro Armando Manzanero inaugurara ese espacio dedicado al Bolero, pero lamentablemente, el famoso compositor fue una de las víctimas iniciales que cobró la calamidad sanitaria. Por eso la Plaza del Bolero se llama “Armando Manzanero”.
Perea Cortés recordó luego que Rodrigo de la Cadena, el máximo conocedor del Bolero en México, quien junto con Jorge Muñiz, Carlos Cuevas y otros intérpretes del género apadrinó la inauguración de ese espacio artístico-cultural localizado en el corazón del Centro Histórico de Tlalpan, todavía comenta con añoranza esa noche venturosa.
Y precisamente con ese joven músico, pianista y cantante, ha alternado en “La Cueva de Rodrigo de la Cadena”, quien como el resto de los amantes del Bolero desea hacer de esa plaza lo que Garibaldi es para los Mariachis. “Que el mundo diga: ¿Queremos escuchar lo mejor del Bolero? ¡Vamos a la plaza que tiene en Tlalpan, además es de acceso gratuito!”.
Lo anterior, porque además de los programas musicales que se pudieran programar, el público puede contratar cantantes, duetos o tríos de boleristas. Perea: “El Bolero es poesía, y sobre todo, sentimiento y emoción que se debe compartir”. Así lo siente desde niño; sin haber vivido experiencias románticas se emocionaba a más no poder con Los Panchos, Los Dandys, Los Jaibos y otros tríos.
Ahora, tiene en calidad de proyecto a corto plazo hacer un homenaje a José José, con los temas que él llevó a la cima de la fama y la popularidad. “Será una especie de serenata, para los asistentes, particularmente para las damas porque no existe una mujer sobre la faz de la Tierra que no se emocione y se sienta amada cuando alguien le obsequia una serenata”.
El plan avanza. Falta por definir el sitio donde el tenor Roberto Perea habrá de ofrecer esa serenata con trío, bañada de Bolero. Mientras tanto, sus presentaciones en diversos escenarios de la capital del país, lo mismo que sus encuentros con amigos y familiares se suceden una tras otra. “El Triste”, dificilísimo tema de interpretar, Roberto lo canta bien y bonito.