Con conferencia sobre el escritor guanajuatense, la UG celebró el Día Nacional del Libro con estudiantes del nivel medio superior
“Lo que estamos viviendo actualmente en México es algo ibargüengoitiano. Por ejemplo, hacer una tómbola para elegir jueces”: Jorge F. Hernández rio junto con estudiantes de nivel medio superior quienes gracias a él se acercaron a la obra de Jorge Ibargüengoitia. Jóvenes de Salamanca, Irapuato y Guanajuato dialogaron con Jorge F. Hernández en el marco del Día Nacional del Libro.
Exdiplomático y columnista, Jorge F. Fernández es uno de los más acuciosos conocedores de la vida y obra de Jorge Ibargüengoitia, escritor de quien el 27 de noviembre próximo se cumplirán 41 años de su partida. Las charlas fueron el pretexto para que presentara su libro Jorge en 10 o 12 pasos. Instrucciones para leer a Jorge Ibargüengoitia, obra publicada en 2019 por el Programa Editorial de la Universidad de Guanajuato (UG) y reeditado en 2024, ahora con un prólogo del destacado escritor Juan Villoro. Se trata de una reedición con dibujos del autor y un texto accesible, especialmente dirigido al público infantil y juvenil.
Hernández estuvo acompañado por docentes y especialistas en literatura, como Anuar Jalife Jacobo, Claudia García y García, Leticia Yadira Toledano y Alejandro Palizada.
Con su obra, el autor honra la memoria de Ibargüengoitia. En el texto repasa las relaciones del escritor con su tierra natal, sus familiares, lo que generó en la creación de su universo literario y su estilo ácido. También es un homenaje para las y los antepasados de la sociedad guanajuatense, cuya forma de vida fue plasmada de inigualable manera en la narrativa del escritor.
Habló de la obra ibargüengoitiana como elemento de la identidad guanajuatense: “De las tías abuelas y de mis abuelos, la manera en que se come aquí, en que paseamos, por qué se nos da por tomar una cebadina con bicarbonato que va a provocar que eructemos delante de alguien, por qué vivimos de fantasmas y de chismes, por qué Guanajuato es una de las ciudades más bellas del mundo”.
Contó las historias que contaba su tocayo: Si en un aeropuerto de otro país ves que una persona trae pantalón de terlenka y lleva calcetines que se fabrican en Moroleón, sabrás que es guanajuatense, bromeó.
Con una desenfadada personalidad, el historiador, cronista y ensayista expuso la importancia de “el otro Jorge” y destacó el valor y la vigencia de su obra. Cabe señalar que la influencia del autor ‘cuevanense’ (término que Ibargüengoita estableció al ficcionalizar la ciudad de Guanajuato) ha sido clave en la trayectoria y el estilo de Hernández. Por cierto, el propio escritor aclaró que su libro favorito de Ibargüengoitia es a veces La ley de Herodes, otras veces es Dos crímenes o puede ser Las muertas o Los relámpagos de agosto o Los pasos de López; hoy, por estar en Guanajuato y con su gente, fue Estas ruinas que ves.
Al terminar su exposición, dio estas respuestas a preguntas de estudiantes de Nivel Medio Superior:
“No entiendo la vida sin escribir. Mi relación con la escritura es de amasiato y por eso me dedico a leer, escribir y dibujar. Escribo a mano con tinta morada y por eso la portada del libro es de ese color”.
Aclaró:
“Escribo las novelas a mano y luego las paso máquina. A Jorge (Ibargüengoitia) no le tocó la computadora. No sé qué sería de México si Jorge tuviera computadora y escribiera en X, en Instagram, Facebook o cualquier otro espacio digital”.
Otra respuesta:
Mi relación con la escritura es que puedo hacer lo que en la vida real no puedo. En un cuento maté a un amigo que me dijo cosas que no me gustaron; lo decapité… y lo leyó…. ¡y al pendejo le gustó!”.
El autor aclaró que su sentimiento hacia la literatura y hacia la obra de Ibargüengoitia es de gratitud:
“Jorge era muy disciplinado: se ponía a escribir y se seguía, cumplía con sus jornadas de horas nalga necesarias para terminar una obra. Hacía mapas narrativos y yo hago algo parecido; igual que él, me puedo basar en cosas reales, pero al convertirlas en literatura son algo diferentes, pues los problemas narrativos demandan armar historias originales y creíbles, que el lector no crea que eso no pasa en la vida real”.
En sus andanzas por Cuévano, a F. Hernández se le aparece el fantasma de Jorge, de un humor inteligente aunque al guanajuatense no le gustara que le dijeran que escribía humor; “no soy un payaso ni escribo para divertir”, dijo Jorge que decía el otro Jorge.
“Era un humor inteligente, no era Eugenio Derbez”, precisó Jorge F. Hernández, quien destacó que gracias a las charlas con los estudiantes gozó al revivir al cuevanense, “para que pase un siglo y sigan leyendo a Ibargüengoitia y que lo quieran en Guanajuato”.
Recomendaciones a los jóvenes estudiantes:
“Aflojar la pluma, pero antes leer mucho y aprovechen, pues por lo menos hasta hoy no te pueden prohibir escribir”
Su sueño:
“Quiero un México en donde cada vez se escriba más en papel”.
Luego, a firmar libros entregados a los que se animaron a preguntar. De aquí saldrán muchos lectores de la obra de Ibargüengoitia, dijo mientras dedicaba su obra, misma que se puede comprar en las librerías universitarias y que es posible consultar en el sitio web libreriaug.ugto.mx/gpd-jorge-en-diez-o-doce-pasos.html.
