Una noche La Catrina caminaba,
caminaba por el barrio del Encino:
le pedía y le rezaba al Cristo Negro
que nunca nos falte el pan,
que nunca nos falte el vino
En una banqueta, un inmóvil Pedro Infante luce el porte fantasmal de azul nocturno. Más adelante, Don Quijote de la Mancha muestra su oxidada armadura y cubre sus canas con un maltrecho yelmo, armado con adarga de filo achatado. Un caballero virreinal de la España Americana cubre el rostro con su capa y sólo deja ver su sombrero con gran pluma. Todo eso hay en tardes y noches de algarabía festiva de turismo en el Cuévano de Ibargüengotia, pero nada como La Catrina de Guanajuato.
Ella es, como dice la canción, alta y delgadita de rostro bello con maquillaje inspirado en el de la Calavera Garbancera, que José Guadalupe Posada creara para ironizar a la petulancia clasista porfiriana y que la cultura de la mexicanidad hiciera de ella símbolo del Día de Muertos.
Ay, Catrina, para ti son estos versos
que comienzo con este canto profundo;
con orgullo me cae que voy a decirles que
Posada y sus grabados, desde Agüitas para el mundo.
Su nombre es Bianca Arellano y comienza con su charla: “desde hace siete años vivo en Guanajuato y me gustó este personaje de La Catrina”.
Ay, Catrina, tú que tienes influencias,
hazme un quite, pero espero que sea cierto:
cuando muera yo quiero que tú me entierres,
que me entierres enterito
allá en el Cerro del Muerto.
Bianca es licenciada en Ciencias de la Comunicación, egresada de la Universidad Autónoma de Sinaloa, su estado de origen, por eso es “grandota”, de más 1.70 metros de estatura. Le motivó representar a La Catrina cuando contempló a mujeres representarla en desfiles de Día de Muertos: maquillaje y vestidos me fascinaron y decidí yo también hacerlo”.
La Catrina se encontraba en Calvillito,
con su pulque conviviendo con Posada,
y brindaba con tlachicotón en mano:
¡salud por el Día de Muertos, Hallowen a la tostada!
¡Y brindaba con tlachicotón en mano,
salud por el día de muertos, los zombies a la tostada!
Fiel a su formación universitaria, dio un toque original a su pasión:
“Siempre admiré a las mujeres que actuaron en películas de la Época de Oro del Cine Mexicano: como María Félix o Dolores del Río”. En la entrevista lucía una representación de esta última, ataviada al estilo de “María Candelaria”.
.
Ay, Catrina, qué bonito te vestiste;
tu vestido, tus flores y tu sombrero.
Y te chiflan porque andas igual de curra
a que pareces secretaria de Palacio de Gobierno.
Bianca llegó y vive en la ciudad de Guanajuato, es “madre de tiempo completo” y complementa su existir con la representación del personaje de Posada que recrea a su manera y lo integra como parte de la oferta turística y cultural de la ciudad que ha adoptado como suya.
La Catrina se enojó con el gobierno,
sin los arcos del Parián se quedó seria.
No te enojes, pues te puedes encoger
y no vas a dar la altura para reina de la feria.
Cuando Bianca no representa a La Catrina en su variedad de personajes, representa a Frida Kahlo y se coloca en las inmediaciones del Jardín de la Unión, por donde estuvo el Bar la Botellita. Ahí, al igual que lo hacen con otros personajes, los turistas se toman foro con ella y le dan una propina.
A la Catrina se le ha visto en la Alameda
con su canasta repletita de granadas.
Se las lleva a un tallercito de grabado y
¡que viva Aguascalientes y Guadalupe Posada!
Ah, Catrina de Guanajuato:
Eres alta y delgadita,
Tu hermosura me provoca:
Mira qué nariz, qué boca,
qué cuerpo, qué cinturita;
no te cambiaría por otra
ni aunque fuera más bonita.
Letras: “Versos a La Catrina”, de Armando Palomas, y “Alta y Delgadita”, de Samuel M. Lozano.