Estampas leonesas
Barrio de altura, del poco conocido León de callejones y calles empinadas, coronada por casonas que en sus tiempos fueron muestra de lujo y poder. Colonia de la vista bella, vista obrera, de contemplación del paisaje urbano, con las alcayatas de catedral tendidas al sol, la contemplación del hotel Rex y el Condesa, nuestros primeros rascacielos región 4.
Los orígenes
La inundación de 1926 había dejado una ciudad devastada. Muchas de las casas más humildes de la parte llana quedaron derruidas, por estar construidas con adobe. Vivir en el Bajío era la norma, sin importar si se trataba del centro o de los barrios periféricos.
Luego llegó la Guerra Cristera. Con sus mártires en La Brisa. El Bajío yo no era remanso de paz. Ya para 1928, los más pobres y los precavidos tomaron la decisión de irse al cerro más cercano.
En las inmediaciones del Santuario de Guadalupe, aún inconcluso, se empezaron a generar callejones, similares a los existentes en las faldas del Cerro del Calvario, el que contempla al Barrio de Arriba.
En el Archivo Histórico de León se indica que la formalidad comenzó en 1930, un 5 de septiembre a las 4:00 de la tarde, cuando fue colocada la primera piedra de una casa de un total de 40 que planeaba la Constructora Bellavista. Ese día acudió el señor obispo Valverde y Téllez, quien bendijo el proyecto que posteriormente sería una colonia que llevaría el mismo nombre. El obispo que había apoyado a los pobres a poblar las faldas, ahora daba la bendición a una colonia formal.
Ya para entonces, en torno al Santuario había asentamientos que eran la periferia de la parte vieja de la ciudad. Las primeras calles tuvieron los nombres en homenaje a benefactores religiosos: Anda (Pablo de Anda) y Sollano (José María de Jesús Díez de Sollano) se quedaron, otros fueron suplidos por nombres de héroes de la historia oficial, como Nicolás Bravo.
Abajo, cerca del arroyo Machigües, estaba la calle Rivera. Los residentes a la orilla del arroyo fueron de los más afectados por la inundación de 1926 y fueron de los principales que treparon sus casas a los cerros. En la parte baja quedaron los pobres, hacia arriba estarían los de la modernidad urbana, identificada por sus calles con nombres de estados del país y países de América Latina.
En la calle Oaxaca se construyó la primera casa cuando fue la fundación de la colonia y partes de avenidas como el bulevar Campeche y la Costa Rica. La primera casa “chalet”, así conocido el término en el argot francés, que se refiere a una planta dotada de jardín para el alojamiento unifamiliar, se situó en la calle Oaxaca.
Ahí los constructores mostraron al obispo un terreno donde se edificaría el primer templo del lugar, hoy conocido Santa Teresita del Niño Jesús.
La zona tiene otra peculiaridad: desde 1928 hacia el norte, construyeron una pista de terracería y comenzaron a volar aviones. En 1936 se construyó un aeródromo formal y lo quitaron debido a un accidente en 1946.
La urbanización se expandió con la construcción de la colonia Arbide.
Loa a Bella Vista
Calles con olor a México y América latina. De Sonora, Jalisco y Zacatecas a República de Colombia y El Salvador.
Calles con olor a pedacera de cuero y a suelas recién cardadas, bendecidas por la virgen del Carmen y Santa Teresita luego de comer menudo en ese mercado que ya es moderno y dejó atrás la música de sus covachas.
Calles que fueron aeropuerto, donde picas y peleterias ofrecían rollos de piel colocados en la parrilla de la bicicleta de turismo para juntar dinero e ir el domingo al estadio León a ver a los panzas verdes y el siguiente domingo lanzar miados desde la empinada tribuna de la Martinica al echar porras al Unión de Curtidores.
Calles de tiendita con la piedra afuera, improvisada mesa de cantina donde se rolaba la caguama (y cuidado con limpiarla con la mano, porque la saliva de los cuates era saliva de hermanos).
Calles de nocturnos puestos de fritangas, de enchiladas y flautas cubiertas con repollo, crema y chile. Donde el paisa lomo largo ofrecía los tacos de chorizo, bistec, costilla o cabeza. Pásele, sí hay.
Vista bella de obrero que baja al centro a encerrarse a ver la vieja película en blanco y negro en el Coliseo, el Hernán, el Vera o el Reforma.
Ahí, donde era menester ir a echar reja temprano y bajar lo antes posible ante el riesgo de ser apedreado por los pretendientes de La barriada.
Vista bella de Bella Vista, burguesa colonia Obrera, ruega por nosotros Santa Teresita en domingo de primeras comuniones, en sábado de pachanga y en San Lunes de curar la cruda.
Al pie de tu guadalupano santuario, la Miguel Alemán, el descargue Estrella y la Práxedis Guerrero saludan a tus calles otrora de piedra y ahora de escalones y pintas. Aquí estamos, en la calle Rivera. Esa bicicleta se parece a la que me robaron. Los tipos me miran feo. Yo me pinto de colores.