Quienes lo conocen saben de su infinito talento y creatividad, de que en sus manos los materiales ceden, se entregan y se transforman. Lo que ignoran es que fue el destino quien trazó sus caminos y ha ido delineando y coloreando su porvenir, porque el José Gaspar Kú de hace dos décadas no sabía que un día su talento inspiraría tantos sentimientos, ni que abandonaría para siempre su tierra natal: Yucatán.
Lo cierto es que luego de terminar sus estudios de preparatoria y de trabajar un tiempo allá, despertó sabiendo que tenía que salir de ahí, y así fue como Guanajuato se proyectó en su camino. Aquí comenzó a trabajar y a tomar talleres que le llamaban la atención, como el de fabricación de papel artesanal o el de cartonería que tomó con Raymundo González.
Tenía pensado estudiar matemáticas, ésa era su primera opción, pero la vida tenía planes muy diferentes para él: “Desde que llegué me dediqué a muchas cosas. Estuve en Capoeira y hasta tomé clases de circo, y estando ahí acompañé a un amigo que iba a empezar el prope de Diseño, me metí yo también por curiosidad, y me gustó”.
Y así comenzó a definirse su futuro, casi sin darse cuenta, pues a pesar de que no terminó el prope cuando presentó el examen fue aceptado, y así nació Kú, el diseñador.
“Siempre me ha gustado crear —me comparte—, cuando era niño tenía carritos y amaba hacer carreteras de cartón con rampas, mi abuelo me ayudaba a ir cortando las cajas donde le iba indicando para que yo pudiera armarlas. Él se encargaba de todas las reparaciones en la casa y crecí viéndolo. Juntaba todo lo que a él le sobraba: pedazos de alambre, trozos de madera, clavos, lo que encontrara. Gracias a él aprendí de materiales, de texturas. Y fabricaba cosas con todo ello, experimentando”.
Hace 9 años, aún siendo un estudiante uno de sus compañeros de la escuela salvó y escondió en su casa a una perrita abandonada, estaba embarazada y los vecinos la querían envenenar. Cuando los bebés nacieron Gaspar conoció a su compañero de vida, su inspiración: Xoco, y desde entonces, jamás se han separado. A donde va uno, va el otro. Los dos tienen alma aventurera, pero al mismo tiempo aman estar en su hogar: Gaspar creando, Xoco a su lado en duermevela para estar atento a sus movimientos.
Un día, quiso bordar la silueta de Xoco, y comenzó a practicar con tutoriales de Youtube hasta que lo logró… “al principio hacía siluetas de animales, luego incursioné en el bordado con listón. Ha sido un proceso de experimentación que resultó muy relajante. A diferencia de algunas personas para quienes es algo estresante bordar, para mí fue una experiencia incluso terapéutica”.
A esto se sumó un taller de encuadernación que tomó y comenzó a diseñar sus pastas con parches, con siluetas bordadas, y finalmente con figuras de hilo y de listón. Así fue como nació K Artesanías y Diseño, un emprendimiento de libretas y agendas hechas a mano.
Para quien escribe, para el que dibuja, lleva un diario o atesora recuerdos en papel una libreta es un objeto mágico y preciado. Sin embargo, Gaspar se sincera: “Ojalá que la gente pudiera tomar conciencia de lo que es el trabajo artesanal, llámese pintura, cartonería, bordado, alfarería… Hay que ver el esfuerzo que una sola pieza lleva detrás, pero especialmente el trabajo del artista, cada pieza es única y está cargada de tantas cosas. El artesano deja una parte de su alma en su creación. Hay que valorar eso pero existe mucha carencia en ese sentido. Es necesario mirar no solo con los ojos sino mucho más profundamente que eso, saber distinguir lo que hay en el interior de cada objeto salido de unas manos creadoras; y es que, aunque se hagan con tanto cariño, llega un momento en que eso que tanto amas y te gusta se vuelve estresante por los tiempos de entrega y porque en el fondo sé que mi renta no podrá ser cubierta de todas maneras”.
Y es que aunque siempre ha buscado alternativas para ganarse la vida y salir adelante, al comenzar a hacer sus libretas a mano visualizó como algo posible lograr vivir de esta actividad. El papel de muchas de sus libretas está hecho a mano, algunas con perritos y gatitos de Pop up en el interior, otras con telas, con guardas especiales, personalizadas. Ninguna igual a la anterior, todas cosidas a mano, cada página doblada y cortada minuciosamente porque lo que comenzó como un hobby poco a poco se fue convirtiendo en su vida y adueñándose de su tiempo.
Y aunque regresó a Yucatán, ya no físicamente, sino a través de sus bordados gracias a que sus libretas fueron adquiridas para ser enviadas allá, tristemente está pensando en la posibilidad de cerrar su emprendimiento, pues a pesar del tiempo dedicado, de las ferias recorridas, de las desveladas y el cansancio acumulado la realidad es clara: “Me gusta mucho hacer libretas, pero no puedo darme el lujo de dedicarme a algo que no es redituable porque tengo necesidades. Las personas no están dispuestas a pagar lo que vale un trabajo de horas y horas… Así que por ahora están completamente detenidas, solo las hago por encargo en este momento, o cuando deseo regalar alguna”.
Como él, yo también creo que muchos emprendimientos fabulosos seguirían en pie si las personas tuviéramos otra dinámica de compras, más justa, más dada a beneficiar a los nuestros. Me entristece mucho escuchar su realidad porque las libretas, y en especial sus libretas, me parecen mágicas y únicas. Y mientras artesanos y creadores hacen lo suyo… nosotros ¿hacemos lo nuestro por ellos?
Esta noche, después de apagar mi computadora me iré a la cama, tomaré esa libreta azul con estrellas bordadas que le compré a K Artesanías y Diseño en un bazar y escribiré en ella como lo hago casi a diario. Seguramente será un cuento en el que el alma buena de un creador pasa las horas sintiendo el papel, cortándolo, dialogando con él mientras una libreta nace en el proceso con infinita paciencia. Junto a él está Xoco, su compañero inseparable, siempre dócil y siempre cariñoso, relajado porque sabe que allá, en esa estrella brillante que se ve en la ventana, está el abuelo esperando a que Gaspar le diga dónde debe cortar el trozo de cartón que necesita.