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MARGARITA VILLASEÑOR, LA CUEVANENSE QUE NACIÓ DONDE LE DIO LA GANA

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Escritora, poeta, dramaturga, guionista, traductora, adaptadora y académica. Fue una guanajuatense a la que le dio la gana nacer el 30 de abril de 1943 en la ciudad de México y fallecer un 12 de agosto de 2011 también en aquella urbe. Su vida literaria tuvo como base un Guanajuato que la hizo propia. Fue amiga de Jorge Ibargüengoitia, admirada en la comunidad abeja y reconocida postmortem.

A María Margarita Villaseñor Sanabria, mejor conocida como Margarita Villaseñor, se le conoce como una de las grandes creadoras del siglo XX en México. Fue fundadora de la Revista UG en 1968 y de la Editorial UG en 1969.

Estudió Letras Francesas en el Instituto Francés de América Latina (IFAL), Letras Modernas y Latinoamericanas en la Universidad de Guanajuato, la Maestría y el Doctorado en Letras Modernas e Iberoamericanas en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México y el Doctorado en Literatura Comparada en la Universidad de París.

Fue profesora en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Guanajuato, la Universidad Iberoamericana, el Anthioc College de Guanajuato, el Institute of Foreign Studies de Monterey, California, y de la Universidad Autónoma Metropolitana Azcapotzalco (UAM-A).

Margarita Villaseñor en su tiempo de “cuevanense”.

La ibargüengoitiana

Margarita Villaseñor se integró a una ciudad que con el tiempo le daría su identidad y gentilicio. Llegó para quedarse en una ciudad donde conoció a uno que nació en ella, pero que se alejó, aunque luego la tendría en sus letras: Jorge Ibargüengoitia.

El pintor Luis García Guerrero decía que Jorge “No era un guanajuatense orgulloso de serlo, y consideraba que haber nacido ahí era un accidente”.

Con ese antecedente, se hace aún más trascendente lo que confesara a Margarita Villaseñor en la afamada entrevista “Conversaciones frente al mar de la presa” (publicada en Ibargüengoitia a contrarreloj, editado por el Congreso de Guanajuato y el Senado de la República). Jorge le declaró: “Me fui antes de cumplir un año de edad. Pero Guanajuato se fue conmigo (…) Guanajuato es mi gente, es mi casa, es mi familia… pero uno siempre reniega de la familia porque no la escogió. Sin embargo: Guanajuato es mi punto de partida… aunque a veces pienso que es puro recuerdo”.

En “Conversaciones frente al mar de la presa”, la trascripción del diálogo entre Margarita Villaseñor, defeña de origen y guanajuateña por adopción, y el escritor, hablan de una ciudad donde “todos los pecados capitales están permitidos siempre y cuando se disfracen de una mascarada de indulgencia”. Jorge calificó a Guanajuato como “nido de víboras o mejor aún: manicomio grandote”.

Cada quien con su destino

Jorge se fue a vivir a Francia con su esposa inglesa y murió en 1983 en España. Margarita se quedó en ese Guanajuato que ayudó a darle rumbo a su sentir literario.

Margarita Villaseñor murió el 12 de agosto de 2011, luego de que en abril recibiera un homenaje en el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) por sus 77 años. Murió en la ciudad de México a causa de un paro cardíaco.

Su legado en Cuévano: fue directora de la imprenta y la editorial de la Universidad de Guanajuato, desde donde publicó importantes obras de la literatura mexicana. A lo largo de su trayectoria colaboró en periódicos y revistas, fue subdirectora del Departamento de Difusión Cultural de la UNAM y tradujo obras de Arthur Miller, Arthur Koestler y Dario Fo.

La obra de Villaseñor mereció el Premio Xavier Villaurrutia en 1981, por su poemario El rito cotidiano. Su obra poética se compone de los libros: Poemas (1956), Tierra hermana (1958), Poemas cardinales (1962), La ciudad de cristal (1965), El rito cotidiano (1981) y De muerte natural (1984).

Villaseñor trabajaba en un nuevo libro con poemas inéditos, que sería publicado por Siglo XXI Editores.

Fue autora de las obras de teatro: La gesta de Juárez (1972), Apocalipsis 1910 (1973), El árbol de la vida (1973), Los sueños de Quevedo (1974), Entremeses de la Nueva España (1974) y Camino negro, así como de la telenovela El extraño retorno de Diana Salazar (1988).

El gobierno municipal de Guanajuato le otorgó el reconocimiento postmortem como Guanajuatense Distinguida en 2017.

Margarita Villaseñor en Guanajuato, 1969 (Fotografía de la izquierda, de Paulina Lavista) y poco antes de su deceso. 

Fue de las grandes poetisas del siglo XX en México. Su trabajo fue respaldado por plumas, como las de Rosario Castellanos y Pedro Garfias, quienes prologaron obras suyas. Sin embargo, su obra no fue lo suficientemente reconocida.

“A la obra poética de Margarita Villaseñor le falta reconocimiento, porque es una obra que llega directamente al público, no es críptica, apela a cualquier lector, pero a pesar de eso tiene hallazgos importantes dentro del lenguaje, sin renunciar a la experimentación. Podía tener un contacto muy directo sobre el público, sobre los lectores”, destacó el escritor Julián Robles, amigo y colaborador de la autora.

Legado de su dolor

Al enterarse de la muerte de Ibargüengoitia, Margarita Villaseñor escribió el siguiente poema:

PASE DE ABORDAJE

[Fragmento]             

              A Jorge Ibargüengoitia

Con qué frecuencia a últimas fechas

ha venido la muerte a despojarme.

Antes lejana y mítica

ahora estrecha el círculo.

Ronda mi calle

se instala en la esquina de mi casa.

Se atreve a espiar por mi ventana

a subir a mi alcoba

a vagar por mi patio.

Últimamente deja recados por teléfono

escribe encabezados en la prensa

anuncia en los noticieros sus estragos.

Y cada vez asesta bien el golpe

cava un nuevo vacío

esconde el rostro y sube al escenario:

Asesinato. Cáncer. Suicidio. Infarto.

Accidente aéreo.

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