En Guanajuato Capital existe una plaza que está cubierta de leyendas y romance. Sus escalones forman un anfiteatro ideal, es un escenario de sueños, es el lugar de Jonathan Ruíz Reyes, también conocido como JohnLiber Raptor.
Esta historia inicia en el seno de una familia que formaba parte de una comuna que viajaba hasta llegar a las plazas de los pueblos o ciudades. En ese tiempo Jonathan era un niño… “éramos más de 200 personas, y nuestros padres nos daban clases de teatro, danza, literatura, música. Mi mamá es física matemática e impartía las materias relacionadas con la ciencia. Mi padre era sociólogo de profesión y músico de corazón. Nunca me dejó matar una hormiga ni levantarle la voz a nadie…
“Al crecer, me independizo y empiezo a absorber la mercadotecnia de la televisión, de la sociedad. A embrutecerme y a insensibilizarme. Cuando me reencontré con mi padre y notó que me estaba perdiendo arregló los trámites, mi madre me preparó para el examen de admisión y me mandaron a estudiar a Cuba de los 17 a los 20 años… estratégicamente, porque no fui a estudiar como yo creía, sino a cambiar”.
Lejos de su país y de su familia e inscrito en una Escuela de Ciencias Médicas aprendió mucho de los recorridos a las montañas y a las comunidades para atender a la gente gratis… “Tengo la responsabilidad de dar a conocer que Cuba no es nada de lo que se dice…siempre me dieron nervios los quirófanos, no me sentía apto para ser médico, pero sí para hacer acciones a favor del desarrollo social”.
Para él, su padre fue un gran ejemplo de vida. Miguel Ruíz Hernández fue conocido como el Comandante Gitano del Rock, compositor de la canción “Suena el esqueleto” y quien grabó los dos primeros discos de Armando Palomas, además de otros 200 grupos independientes. Y también fue el primero en tomar las plazas para llevar hasta la gente otras opciones de música y cultura, a sabiendas de que no todos pueden asistir a los eventos oficiales en recintos cerrados. “Mi papá fue el primero en dar un concierto en la Alhóndiga de Granaditas, fue tal el éxito que se privatizó ese espacio y se volvió el foro central del Festival Cervantino… es de los fundadores en tomar las plazas en México junto con Cleta. Yo lo que intento es impulsar las artes originales, independientes, autogestivas, así como las tecnologías autosustentables. Porque eso es para lo que estudié y me preparé. Tratar de hacer más sería mentirme y mentirle a los demás”.
Cada año, llega a la Ciudad el Festival Internacional Cervantino, y es precisamente en la Plaza de Los Ángeles en donde se gesta el rostro paralelo al evento oficial por excelencia, el que Jonathan, apoyado por otros jóvenes y cientos de grupos urbanos de música alternativa, dramaturgos, actores y escritores, han logrado conquistar.
“El FIVAC, Festival Internacional Vive Alterno al Cervantino, surge como una respuesta a la falta de espacios. No hay recursos de patrocinadores o de algún partido político, de ninguna instancia de gobierno o de cultura pero lo más bonito de este festival es que todos llegan por sus propios medios. Yo creo que este evento no sería posible sin esa primera inversión que hacemos todos para poder estar”.
Jonathan me explica que siente esa necesidad de trabajar con todas las personas que han sido despreciadas, que no tienen beca, que no han sido seleccionados, que no pueden participar en recintos oficiales… “la cuestión es que aún es insuficiente. Solo podemos aceptar el 10 por ciento de las propuestas que recibimos. Hemos entendido que nosotros no somos nadie para determinar quién es bueno o no en lo que hace. Si tú tienes un instrumento y lo tocas en vez de empuñar un arma eres nuestro amigo…”.
Jonathan Ruíz es cantante y dramaturgo, estudió antropología, y aunque es sumamente joven ya ha hecho alfombras rojas en el Auditorio Nacional, ganó México en Escena, hizo la temporada más larga de Erótica de Fin de Circo en el Teatro de las Artes, y ha organizado eventos privados en Jardín Ligero, además de proyectos alternos en la UNAM, la UAM, en Puebla, Oaxaca, algunas alcaldías y Museos de la Ciudad de México.
“El FIVAC intenta unir a todos los géneros musicales y otras disciplinas artísticas porque estamos divididos en la cultura. Todos tenemos derecho a expresarnos … los fines de semana tenemos música, pero entre semana hemos traído también dos mil pruebas gratuitas de VIH, fuimos los primeros en traer a AHF Internacional, lo mismo que la Máquina Bio2 que cambia material de reciclaje por puntos Pay Pal y que son un invento de jóvenes ingenieros mecatrónicos. Trajimos el movimiento de paz social con Javier Sicilia… Aquí tuvimos los primeros 3 años de Flor Amargo. A Mon Laferte tocando el bajo con una agrupación de chicas metaleras, los inicios de Armando Palomas… siento que tengo una responsabilidad social grande, por eso sigo preparándome, he tenido maestros enormes, el último fue Luis Mandoki el director de Voces Inocentes, quien me enseñó cine y para ello el diálogo de voces ancestrales y neurocirugía”.
Ruíz Reyes no solo organiza, participa, genera, dirige, diseña y gestiona sino que también es el soporte y el corazón de todos los participantes: “Somos un equipo de jóvenes, no lo hago solo, pero trato de ser esa directriz que no los deja caer. No tener ningún apoyo y no haber cancelado nunca es un gran logro… cuando los compañeros se quejan del sistema les digo que no sólo hay que quejarse. Gracias a los ‘artistas marca’ cien familias comen. Así que debemos ver lo que podemos aprender de ellos”.
A lo largo de los años ha tenido que enfrentar muchos desafíos: “No nos metemos con nadie, estamos en nuestra plaza pero también tenemos fuerza. Cada vez que nos quieren bloquear nos hacemos más. A nosotros nos han arrestado, nos han quitado las cosas y aquí estamos. Lo que nos ha sucedido con la nueva directiva del FIC es que tomaron las plazas de compañeros artistas que ya tenían 40 años trabajando en ellas. Por ejemplo El Cleta. Murió el fundador hace 3 años y ahora ya no les dan su plaza, más bien los mandan con nosotros. No me parece justo que quieran concentrar las actividades callejeras independientes aquí. Tenemos más de 25 años de videos haciendo programación de 11 de la mañana a 11 de la noche sin tregua. Es muy obvio que no teníamos lugar para más grupos, pero lo hicimos porque muchos de ellos son personas de la tercera edad cuyo trabajo es bien intencionado, loable y necesario… Así que próximamente recuperamos las plazas de los compañeros, porque el arte debe ser de la gente. Les pertenece”.
Por último Jonathan hace hincapié en que “lo mejor que puedo hacer es seguir generando que más de 150 mil personas durante diez días escuchen lo que nunca habían escuchado y descubran que les gusta, y se permitan luego buscar el free jazz, jazz, fusiones latinas, teatro… haciendo que lo inesperado se vuelva extraordinario”.
Ya era de noche cuando terminamos la entrevista. En la Plaza de Los Ángeles caminan familias rumbo a su casa, parejas buscando el Callejón del Beso, niños están jugando en esos escalones que hacen las veces de tribunas. Y sí, al verla de nuevo después de conversar y conocer a Jonathan, no es la misma plaza… y jamás volverá a serlo.