Inicio Apóstrofe LOZANA POR SIEMPRE

LOZANA POR SIEMPRE

0

POR José Luis Durán King

“Una persona tiene derecho a partir en paz, sin pasar por hospitales, inyecciones y demás. Envejecer apesta y no puedes hacer nada al respecto”, señaló en una entrevista el actor francés Alain Delon, quien apoya la eutanasia de manera entusiasta

En los primeros días de abril de 2022, la cadena de radio francesa RTL dio a conocer una entrevista con el actor Alain Delon, en la que el actor galo, de entonces 86 años, solicitaba que la practicaran la eutanasia. Los trámites para ejecutar esa decisión, el ex galán del cine los encargó a su hijo Anthony Delon, quien dio a conocer que su padre ya había sufrido dos accidentes cardiovasculares que deterioraron de forma ostensible el estado de salud del artista.

En una entrevista previa, Delon había dejado en claro estar a favor de la muerte digna. “Primero porque vivo en Suiza, donde la eutanasia es legal, y también porque creo que es lo más lógico y natural. Una persona tiene derecho a partir en paz, sin pasar por hospitales, inyecciones y demás. Envejecer apesta y no puedes hacer nada al respecto”.

Por su parte, Anthony Delon indicó que, junto con su hermana, Anouchka Delon, acompañarán a su padre hasta su último día y respetarán la decisión que tomó a causa de los problemas de salud que padece desde hace algunos años.

Alain Delon fue un galán dentro y fuera del mundo del cine, pero ha declarado públicamente que lamenta su soledad actual, sobre todo después de que se marcharan su esposa Nathalie Delon –quien falleció de un cáncer de páncreas—y de su gran amigo, el también actor Jean-Paul Belmondo.

El actor francés no ha sido el único en lamentarse por ser viejo. El escritor estadunidense Henry Miller en alguna ocasión confesó que a los 80 años era horrible “estar caliente y no tener una erección”. Miller aún sufrió un rato esa horrible situación, pues murió a los 89 años, “duro, solitario” y quién sabe si feliz, pues ya llevaba varios años en el abandono, él, que fue un hombre de mujeres hermosas, aunque no muchas como se cree, pues en un documental explicó que fueron como 50, más o menos las mismas que Giacomo Casanova visitó en sus lechos.

El pintor español Pablo Picasso vivió, siempre refunfuñando, hasta los 82 años. Al igual que Henry Miller, murió, por decirlo de alguna manera, con el cigarro en los labios. Ambos, escritor y artista plástico, fueron fumadores empedernidos. Nunca se cayeron bien, pese a que tenían amigos en común, entre otros, Salvador Dalí y Brassaï (Gyula Halász). Picasso nunca se quejó de la edad, no que yo sepa. Él tenía otros pasatiempos, por ejemplo, maltratar a cuanta mujer se le pusiera enfrente.

El escritor francés Louis Ferdinand Céline no fumaba, no tomaba, aborrecía la gastronomía de su país, él se limitaba a odiar al mundo. Murió a los 67 años e hizo en vida lo necesario para condensar el odio en su contra y que nadie lo echara de menos. Sin embargo, muchos lo recordamos por las obras que escribió, en especial por Viaje al fin de la noche y Muerte a crédito. Con ese sentido del humor siniestro del que hizo gala, alguna vez escribió que las personas de jóvenes son mariposas rutilantes y gusanos ya para cuando van de salida.

Aventureros, escritores, músicos, artistas plásticos, viajeros, desafiantes de las reglas del mundo, trascendentes ellos en general, mueren en tránsito, lejos de la sintonía que plasman las estampas religiosas, en un lecho rodeado de la familia amorosa, tomando la mano de su sufriente pareja, con el ángel de la guarda detrás de la cabecera. No, se van prácticamente sin avisar, eludiendo cualquier homenaje en un recinto público. Eso es para funcionarios mediocres antes que para creadores. Debemos agradecer que el paso del tiempo es cabrón y erosiona lo superfluo: el funcionario quedará en el olvido, el creador vivirá por siempre a través de su obra eternamente núbil.

La obra del artista es lozana por siempre, carece de arrugas.

(FOTO: Brassaï)

Salir de la versión móvil