¡Tan, tan!, ¿quién es? Es Juan Ibáñez cuya ánima flota por Sopeña y se encamina hacia donde se bebe y se baila, a celebrar su cumpleaños.
Se le recuerda a propósito de la reciente muerte del último de sus Caifanes. Si un día la Mona de la Paz amanece con pañoleta, tanga y brasiere, será porque “El Mazacote”, “El Gato”, “El Estilos” y “El Azteca” desde el más allá, bajo dirección de Juan Ibáñez Díez Gutiérrez, hicieron de las suyas.
Este grande del cine, el teatro y la ópera nació el 20 de abril de 1938 en esta ciudad donde tuvo el amor y reconocimiento de discípulos que fueron sus amigos (o amigos que fueron sus discípulos).
Ese hombre de gesto fuerte fue creador de obras y espacios, fue el caifán de los Caifanes, el de los espacios donde el rompe y rasga se convirtió en arte, intelectualidad e irreverencia.
Un escrito de Eduardo Vidaurri Aréchiga, cronista de la ciudad, ilustra algunos datos biográficos del cumpleañero:
A los 13 años fue llevado a la ciudad de México, donde habría de iniciarse como actor. Estudió literatura dramática y teatro, así como materias de filosofía, derecho y letras españolas en la Universidad Nacional Autónoma de México.
Fue integrante de la llamada Generación de Medio Siglo junto con Héctor Azar, Rosario Castellanos, Fernando Benítez, Carlos Fuentes, Juan García Ponce, Elena Garro, Jorge Ibargüengoitia, Carlos Monsiváis y otros intelectuales.
Fue un joven que exploró las artes: escultura, pintura y teatro. Dirigió programas de radio y televisión además de radioteatro en Radio UNAM.
Fue becado para estudiar en Europa y a su retorno incursionó como director escénico de Teatro con la puesta en escena de Divinas Palabras, de Ramón del Valle Inclán (1963); Olímpica, de Héctor Azar (1964); La Gatomaquia, de Lope de Vega (1966), Marat-Sade, de Peter Weiss (1968); y La loba, de Lilian Hellman (1984).
Juan Ibáñez obtuvo el reconocimiento internacional y nacional con el premio Xavier Villaurrutia en México y el Gran Premio Mundial de Teatro Universitario en Nancy, Francia, en 1964.
Con El niño y el teatro (1971) y Juego Mágico (1983) incursionó en teatro para público infantil, que le valió ser reconocido como creador de un nuevo género músico-teatral. Fue también un impulsor de teatro de revista en México con Mambo, Danzón, Siglo veinte, El tapado, Son y Azul y otras.
Del teatro transitó al cine donde dirigió uno de los mediometrajes que integraron Los bienamados, cinta codirigida con Juan José Gurrola. Escribió el guion para Los adolescentes, La cámara del terror e Invasión siniestra.
Su visión creativa y su espíritu crítico lo llevaron a ser por sí sólo director en el séptimo arte con Los Caifanes, filmada de manera clandestina en la ciudad de México en 1966, escrita a cuatro manos con Carlos Fuentes. La filmografía completa es:
Año Película
1965 Un alma pura
1965 Amor, amor, amor
1967 Los caifanes
1968 La cámara del terror
1968 House of Evil
19710 La generala
1971 La muerte viviente
1971 Invasión siniestra
1977 Divinas palabras
1980 A fuego lento
Como actor
Año Película Rol
1968 Las visitaciones del diablo
1969 Trampas de amor
1991 Dentro de la noche
Los Caifanes, La generala y Divinas palabras le dieron especial proyección nacional e internacional. La primera por ser una de más grandes cintas de cine independiente en la historia del país, la segunda por ser ejemplo de cine épico en torno a la revolución mexicana y la tercera por ser un drama que conjunta estética fílmica y literaria.
Juan Ibáñez de Guanajuato
Él sí fue profeta en su tierra. Tras ser director de ópera, en donde destacaron sus montajes en Bellas Artes de Aida y Falstaff, de Giuseppe Verdi; Don Giovanni, de Mozart; y La cenicienta, de Rossini, pasó a seguir esa inquietud a su natal Guanajuato, donde impulsó la creación de una compañía de ópera en el Teatro Juárez como sede. Montó Divinas Palabras, Amor insomne, Historia de un soldado, de Igor Stravinski; El barbero de Sevilla, de Gioacchino Rossini; La traviata, de Giuseppe Verdi y Siempre es Hoy, donde logró integrar múltiples expresiones artísticas y musicales.
La estancia de Juan Ibáñez en su estado y ciudad natal generó discípulos y espacios donde la bohemia intelectual sentó sus bases. Fue por eso que en 2015 lo homenajearon con el documental Juan Ibáñez. Y aún las voces, realizado por uno de sus discípulos fílmicos y televisivos, Miguel Morán.
El documental recopila material visual del trabajo de Ibáñez en teatro, cine, literatura, cabaret y ópera, y también incluye testimonios de quienes lo conocieron. El resultado es un filme “muy emotivo por los testimonios y muy interesante por el trabajo de imagen que logramos conseguir”.
Ah, la Dama…
Entre los tantos legados de Ibáñez al Cuévano de sus amores está el Bar “La Dama de las Camelias”, ubicado en Manuel Doblado y Sopeña, frente a lo que ahora es el Museo Iconográfico del Quijote, que originalmente se llamó “Rocinante” y que tenía como lema “donde se bebe, se bebe y se baila”. Cambió el concepto y con el cambio de nombre le quitaron el “se bebe”.
Según El Cala ―Dr. Carlos Vidaurri, para los que son muy formales―, el nombre lo puso Juan porque, según él, el personaje de Dumas era un travesti y eso lo iban a entender los gays cultos que siempre se hacen acompañar de una o más mujeres “y donde hay mujeres llegan los hombres”.
La taberna abrió sus puertas en 1967 junto con el propietario del lugar, Javier ‘El Chato’ Anaya, quien falleció en febrero de 2021. Su estado de salud se complicó tras contagiarse de Covid-19.
Los datos disponibles indican que comenzó con el nombre de “Rocinante”, pero con el tiempo se le dio el nombre en honor a Margarita Gautier, personaje creación de Alejandro Dumas. Ibáñez le creó un diseño único, que fascina a los amantes del arte y desconcierta o disgusta a la gente profana a lo que la élite llama “cultura”.
“La Dama de las Camelias” es un bar icónico en la vida nocturna del centro de Guanajuato. Salsa, son cubano y ritmos caribeños hasta muy entrada la noche. Una cita imperdible para los visitantes y el lugar de siempre para su fiel clientela en un lugar con ese diseño peculiar.
Ya habrá oportunidad de rendir homenaje a este palacio de música y libación.
Juan Ibáñez falleció el 12 de septiembre del 2000. En marzo del 2021 recibió, post mortem, el nombramiento Ciudadano Distinguido del ayuntamiento de su ciudad natal.
Su ánima vaga, pero no en pena, sino en búsqueda de los amigos y discípulos que dejó en esta ciudad. Unos ya están con él, otros deambulan, flacos y con canas, como Caifanes del siglo XXI, cerveza en mano y música en el alma. Salud y feliz cumpleaños, Juan Ibáñez: estas son Las Mañanitas que cantaba el rey David, tus amigos los bohemios te las cantamos aquí.