sábado, noviembre 23, 2024
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LAS TRES PASIONES DE GREGORY STRAVROUDIS

En Guanajuato, hablar de café es necesariamente hablar de CafeTal, el nostálgico y concurrido lugar en el que puedes quedarte horas trabajando frente a la lap, leyendo un libro, impartiendo clases, cerrando negocios o simplemente disfrutando la vida entre las olorosas espirales de aromático humo y las flores pintadas con espuma en la superficie. Hablar de CafeTal nos lleva irremediablemente a él, su creador. Lo vemos cotidianamente, pero, ¿quién es en realidad Gregory Stravroudis, a quien todos llamamos Greg?

“Yo tenía años muy obsesionado con el café. Como unos cinco o seis años antes de venir a Guanajuato, pues estaba viviendo en Monterrey; descubrí cómo tostar el grano en casa y así comenzó mi mega obsesión. Y hasta atribuyo una parte de mi obsesión con el café como una posible causal de mi divorcio.

“Mi entonces esposa y yo estábamos construyendo una casa e hicimos una cocina enorme, pero casi toda la cocina la abarcaba el laboratorio de café. Había muy poco espacio para cocinar porque se necesitaba para tostar y hacer todas las locuras con el café. No fue mencionado, pero a veces pienso que también sumó”.

Intérprete de corno francés en la Sinfónica de la Universidad de Guanajuato, pasado el tiempo Greg Stravroudis hizo realidad su pasión por el café.

En ese tiempo, la actividad número uno de Greg era la música, una de sus tres pasiones. Mientras tocaba el corno francés en la Sinfónica, el destino preparaba una nueva aventura para él:

“Me ofrecieron un puesto en Guanajuato, llegué con la inquietud de hacer algo con respecto al café. Estaba tocando con la OSUG y tostando café, haciendo mezclas, tuestes y cataciones, todo lo que tiene que ver con esta que es mi segunda pasión. Pasaba el tiempo visitando las cafeterías, buscando alguna que me llamara la atención, pero nunca encontré nada, y el sueño guajiro fue: mejor yo voy a poner mi propio café.

“Había unos chicos que tenían un café llamado Spanglish en Plaza de la Paz, se querían ir y me ofrecieron su cafetería. Pensé que estaba muy padre, que era exactamente lo que quería, pero la oferta llegaba en muy mal momento pues quería enfocarme más en el oficio de ser músico. Cuando estaba a punto de arrepentirme y aceptar la vendieron. Después, la persona que se la quedó, como yo iba mucho a ese local, me lo ofreció, y también a otra persona y terminó vendiéndoselo a la otra persona. Yo me quedé con las ganas. Entonces supe que debía hacer algo, pero desde cero. Muy a mi manera. Y aquí estamos”.

Entre concierto y concierto, la idea seguía dando vueltas en su cabeza, aunque la música ocupaba casi todo su tiempo: “Abrí el café, en el 2005, un viernes. Tenía tres empleadas, yo iba al concierto de la Sinfónica y les dije que teníamos que abrir ese día, que quería llegar del teatro y ver el café funcionando. Y lo logramos. Media orquesta llegó al café a probar todo y el siguiente lunes la Universidad de Guanajuato le dio las gracias al director de la orquesta de ese tiempo, él fue una de las fuerzas que me atrajeron a Guanajuato, es el director José Luis Castillo. Estuvimos varios meses sin director y como en junio o julio entró el maestro Enrique Bátiz”.

Con la nueva dirección de la orquesta se diluyeron algunas de las cosas que le hacían sentir orgullo de la agrupación musical, como los procesos de selección de los integrantes, a cortina cerrada, para asegurar que ganara el talento y no los vínculos.  Sin la presencia de José Luis Castillo, a quien admiraba, y debido a las decisiones unipersonales del director, todo se fue agravando.

“Después de un año y tres o cuatro meses hubo una pequeña polémica en la orquesta por algo que estaba haciendo Enrique Bátiz que infringía ciertos derechos laborales, sobre todo de músicos principales, entonces yo me puse en contra. Lo que estaba haciendo este director con sus decisiones hacia el personal realmente no le correspondía, y yo le decía: «Maestro, lo siento mucho, a usted no le compete tomar estas decisiones». Y hay ciertas personas que simplemente no les agrada oír verdades y se ponen un poco agresivos”.

“A partir de abril o mayo del 2006 me dediqué completamente al café. También tocando como freelance. La decisión no fue totalmente mía, me empujaron los acontecimientos. De mi plaza con permanencia me despidieron. Hasta la fecha sigo vetado de la Universidad de Guanajuato porque los demandé y fue un rollo”.

Ese suceso inesperado dio paso al florecimiento de lo que después sería uno de los cafés más icónicos de Guanajuato: CafeTal, y así, quedó vinculada a su vida la tercera pasión: los gatos.

“La historia oficial es que al entrar al local estaba Tal, casi bebé, y por eso se llama CafeTal. La verdad no es tan romántica, Tal entró después de dos o tres años de la existencia de CafeTal. Sí, cuando llegó aquí, el logotipo ya existía, así que cuando la vi mis palabras fueron: «Ya llegó Tal». Y se quedó con nosotros hasta el final”.

Pero ¿qué es lo que hace de este lugar un sitio irresistible? Desde mi punto de vista, además del buen café, que abre muy temprano, cierra tarde y cualquier persona que entre puede sentirse completamente como en casa.

“A mí se me hacía ilógico, casi una violación de derechos generales tener cafeterías que no abren temprano. La necesidad de un buen café es despertando. Antes de la pandemia nos quedábamos hasta media noche más que nada porque el sueño era tener un local de 24 horas. Pero fue suficiente con un café de 7 de la mañana a 12 de la noche. Guanajuato todavía no está listo para un café de 24 horas que esté concurrido a toda hora. Pero realmente quedé muy sorprendido por el hecho de que teníamos más gente de noche que de mañana. Por lo que era una alternativa a los bares en donde se podía socializar sin embriagarse. Realmente me sorprendió. La gente llega a estudiar, a charlar, y en fin”.

La música, el café y los gatos son las tres pasiones de Greg, a quien se debe el apego de la población a su afamado CaféTal.

Hoy, cuenta con 4 sucursales: la original en Temezcuitate, Lascurain de Retana, Paseo de la Presa, y la más reciente, Paso del Norte… ¿qué viene ahora para el futuro de CafeTal?

“Mi plan es estar sondeando las tendencias y tener un equilibrio entre la tenacidad de saber cuáles son los principios y acomodar un poco la demanda de la gente. Parte del sueño desde un principio ha sido repostería, pero una repostería muy propia y de la calidad y originalidad de las otras cosas que hemos inventado. Ese proyecto va en pie. Ya tenemos un hermoso centro de producción en la zona sur que también es un Cafetal más o menos concurrido. La idea central es que esa sucursal sea el centro de producción, va en pie la instalación y el desarrollo de varios comestibles. Luchamos por mantener nuestra calidad y accesibilidad. Esa es la misión, visión y valores de este negocio”.

CafeTal da trabajo a más de una veintena de jóvenes principalmente, en sus instalaciones se reúnen cada día músicos, estudiantes, cafetaleros, familias, escritores, dibujantes, lectores, amigos, maestros, parejas… y aunque ya no es posible ver a Tal caminando hacia tu mesa para hacerte compañía, aún se siente su presencia, y hasta parecen escucharse sus maullidos entre sorbo y sorbo de ese café al que pocos de nosotros nos podemos resistir.

Elena Ortiz Muñiz
Elena Ortiz Muñiz
Elena Ortiz Muñiz es licenciada en Ciencias de la Comunicación, escritora, editora en Pacholabra Ediciones. Fundadora de los proyectos Alas para niños y jóvenes escritores y Manos en Vuelo.
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