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ESTUDIAR HISTORIA, LABOR DISCRETA Y GRATIFICANTE

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Quienes conocieron a don Atanasio G. Saravia, duranguense de corazón nacido el 9 de junio de 1888, supieron de su inmenso amor por el arte, la cultura y la historia de México. La semana pasada se entregaron 19 reconocimientos —cinco premios, nueve menciones honoríficas y cinco reconocimientos especiales— que honran su legado y su memoria.

Los acreedores son los ganadores de la XX edición del Premio “Atanasio G. Saravia” de Historia Regional Mexicana 2022-2023, quienes al igual que el mecenas, escritor y banquero han hecho público su interés por el devenir de nuestro país; Saravia escribió y heredó varias obras sobre este tema que hoy son punto de arranque de nuevos estudiosos. 

Los galardonados, todos de acendrada cultura y sólida formación académica, ganaron en conjunto bolsas que ascienden a 550 mil pesos, y con ello, se celebraron los 40 años del premio creado en 1984 con motivo del centenario del Banco Nacional de México. En esta ocasión se recibieron 119 obras de 24 estados del país y tres provenientes del extranjero.

El conjunto de estudiosos al término de la ceremonia de premiación. (Fotografía: cortesía del Comité Organizador del certamen)

Se galardonaron cinco investigaciones en las categorías Tesis de licenciatura, Tesis de maestría, Tesis de doctorado, Investigaciones profesionales e Investigaciones de particulares. El triunfador de cada apartado recibió un premio de 110 mil pesos, y en el ambiente se sintió la calidez y enseñanza legada por don Atanasio G. Saravia. De veras.

Además se otorgaron nueve menciones honoríficas, dos reconocimientos especiales a un investigador extranjero y a la labor de salvaguarda y organización de archivos históricos. En la misma ceremonia se entregaron reconocimientos especiales a los jurados decanos que han participado durante tres décadas en el proyecto: doctora Guadalupe Jiménez Codinach, doctor Andrés Lira González, y doctora María Cristina Torales Pacheco.

Los trabajos fueron revisados durante 10 meses por un jurado calificador compuesto por historiadores y representantes de la comunidad académica nacional, de la Academia Mexicana de la Historia, del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM, y de la Dirección de Estudios Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia.

Igualmente, del Centro de Estudios Históricos de El Colegio de México y, a título personal, 19 académicos de diversas universidades y centros académicos de todo el país, tuvieron el cuidado de observar que cada trabajo reflejara el espíritu de Saravia, financiero, historiador y entusiasta impulsor del conocimiento histórico regional del país.

Desde 1984 han concursado 2 mil 327 investigaciones y se han premiado 88 trabajos de nivel licenciatura, maestría y doctorado, además de indagaciones profesionales y una categoría dedicada a los aficionados que, como don Atanasio, no cuentan con un grado académico en Historia, pero sí se han interesado y dedicado a escribir sobre su región.

Así mismo se han incorporado al premio dos galardones especiales no presentes en la convocatoria. El primero reconoce la trayectoria de investigadores extranjeros dedicados a la historia regional de México. El segundo es dedicado a la valiosa labor de protección y organización de archivos históricos en nuestro país, trabajo discreto pero de gran valor.

Los asistentes a la ceremonia evocaron la figura y obra de quien da nombre al premio. Se habló de que uno de sus primeros ensayos fue premiado en 1919 por el Ayuntamiento de Madrid y de que la primera valoración de su obra le abrió las puertas de la Academia Mexicana de la Historia, correspondiente a la Real de Madrid, cuando sólo tenía 30 años.

A esa edad ya había publicado, Los misioneros muertos en el norte de la Nueva España y sus estudios La Nueva Vizcaya al finalizar el siglo XVI (que fue su discurso de ingreso a la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística), Las tribus primitivas del Norte, La iglesia española de Indias a fines del siglo XVII y El descubrimiento de América.

También son de su autoría: Los funerales de don fray Gonzalo de Hermosillo, Durango. Breves apuntes históricos, Para ella y por ella (premiada en España) e Historia del Malpaís. Por otro lado, escribió las novelas ¡Viva Madero! y Cuatro siglos de vida de una hacienda, textos que se mantienen ahora como obras de consulta e investigación de esas épocas.

Su corpus literario incluye 38 estudios, ensayos y monografías, discursos y conferencias. Al morir había publicado 31 libros y numerosas revistas especializadas, por lo que la Academia Mexicana de la Historia le otorgó el título de Director Honorario Vitalicio. De 1954 a 1955 fue Subdirector del Banco Nacional de México, institución a la que amó.

Tras las pinceladas de su hoja de vida, la premiación. En la categoría Tesis de licenciatura fueron reconocidos José Luis Ramírez con El comercio del cacao en el Partido de Ixtacomitán. 1800-1818. Menciones honoríficas para Fernanda Martínez con El Occidente novohispano: Surgimiento de un sistema portuario regional, 1523-1680 y Blanca Limón por Bernardo de Gálvez y la pacificación en el norte de la Nueva España: 1768-1786.

Por Tesis de maestría se premió a Jerónimo Chiquín Enríquez por Entre pueblos y haciendas. Territorio y economía parroquial en la Diócesis de Guatemala. Sonsonate y San Salvador, 1680-1750, y se otorgó mención honorífica a Fabián Oviedo por De tierras anegadas a terreno nacional. Poblamiento y reforma agraria en la Ciénega de Chapala, Michoacán, 1910-1935.

En el rubro Tesis de doctorado se premió a Ulises Ramírez por su Estudio en torno a los discursos y acciones de guerra contra los indios de Sierra Gorda, siglos XVI-XVIII y se otorgaron menciones honoríficas a Edgar Bueno por De provincia a estado: La formación y desempeño de la Hacienda Pública en Durango, 1810-1835; Sofía Torres por Descontento social en la región del lago de Chalco, 1890-1912, y Cristina Urías por Un legado espacial en la frontera: Especulación de la tierra y colonización estadounidense del noroeste de México, 1854-1934.

En Investigaciones profesionales se premió a Laura Olivia Machuca Gallegos por Los subdelegados en Yucatán. Ámbitos de acción política y aspiraciones sociales en la intendencia, 1786-1821 y recibió mención honorífica Luis Omar Campos Sánchez por su trabajo Itinerarios letrados de Sinaloa entre el Porfiriato y la Revolución Mexicana.

Uno a uno, los premiados recibieron su reconocimiento. (Fotografía: cortesía del Comité Organizador del certamen)

En Investigaciones de particulares se premió a Omar Segura por Theatrum mundi de los territorios de los cazadores-recolectores en la provincia chichimeca, jurisdicción septentrional del antiguo obispado de Michoacán durante el siglo XVII y recibieron menciones honoríficas Adrián Pérez por El Pueblo de Santiago Ahuizotla, su relación con Azcapotzalco y la Ciudad de México y Adrián Vallejo por Colonia de Santa Julia. 130 años de su fundación (1889-2019).

Recibió el Reconocimiento al investigador extranjero Margaret Chowning, de la Universidad de California en Berkeley, y el Reconocimiento a la labor de salvaguarda y organización de archivos María del Pilar Pacheco Zamudio. Por Jurado decano se reconoció a Guadalupe Jiménez Codinach, Andrés Lira y María Cristina Torales Pacheco.

El comentario general al término de la ceremonia de entrega de premios fue en el sentido de que el legado de don Atanasio G. Saravia, quien murió en la Ciudad de México el 11 de mayo de 1969, se mantiene vivo, y de acuerdo con sus deseos expresados en vida, se impulsa y difunde el estudio de la historia regional de este país, al que tanto conoció y amó.

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