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VIRIDIANA SANDOVAL, EL PODER DE LAS DIFERENCIAS Y DE APRENDER CON EL CORAZÓN 

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Originaria de Guanajuato, Viridiana es maestra de profesión con un toque de “algo” que hace que los niños se le entreguen, niños con autismo mayoritariamente… niños que no logran encajar en la rigidez de un sistema educativo en donde cada paso y cada avance debe ser graficado para intentar explicar cómo hacerlos caber en un sistema en donde lo que no se ajusta a lo que debe ser, se descarta. 

Y es así como esta historia cobra su momento más alto en la pandemia. La época en que salieron a flote tantas cosas y se recrudecieron otras, como el rezago educativo, la dinámica familiar, el duelo, el vuelco de un segundo que lo cambia todo… situaciones que un pequeño no alcanza a comprender completamente.  

Así, Viridiana descubrió que era momento de jugarse el todo por el todo, y creó Aprender con el corazón, un proyecto en el que es ella y sólo ella, con sus niños al lado tomándole la mano, quien lo lleva a cabo cada día en medio de un acto de valentía en el que decidió sacrificar la seguridad de un sueldo formal para adentrarse en la aventura de la independencia e intentar que las mentes diferentes también encajen, también formen parte. 

Viridiana Sandoval creó “Aprender con el corazón”, un proyecto en el que es ella y sólo ella, con sus niños al lado tomándole la mano. 

Aprender con el corazón va más allá de un libro, unos lápices, un cuaderno. Tomé la decisión de conocer la situación de cada pequeño y de ahí partir para establecer técnicas de enseñanza que los ayuden a aprender mediante emociones, sentimientos y el entendimiento de las personas que les rodean. La finalidad es que los niños puedan seguir su vida de forma autosuficiente. Hemos colaborado en proyectos como el Tapete de la Muerte, lo hicimos a las cinco de la mañana para que tuvieran los menores distractores y se sintieran cómodos, hace dos años. El año pasado hicimos otro con una niña con discapacidad motriz que también quería hacer un tapete. Tapamos las calles para que pudiera pasar”.

Pero… ¿acaso hacer esto no la pone a ella también en una posición diferente a lo que se espera de un docente? “No ha sido fácil. Yo llegué a formar parte de la Secretaría de Educación Pública y también trabajé en colegios particulares. Y siempre han sido muy notorias las deficiencias en este sentido, la educación no va dirigida al individuo, sino al grupo… en la educación formal los objetivos se pierden al centrarse en la meta, en los tiempos, en el resultado que se tiene que alcanzar. Y sin embargo, en este momento la niñez tiene a su alcance tantas curiosidades, tanta facilidad para la tecnología, tantas herramientas… nos estamos quedando atrás”. 

Nadie espera por estos alumnos. Muchos pequeños quedan olvidados, invisibles, en el eterno grupo de los que nunca van a poder… “El niño está tan alerta de lo que lo que los adultos decimos que llegan a tomarlo como una verdad que los bloquea cuando todo lo que necesita es aprender de otra manera.  A veces son los mismos padres quienes afirman que su hijo no sabe leer. Debo explicarles que en su maduración claro que lo sabe, ya lo hace sin darse cuenta. Esos veredictos son demoledores”. 

Pero, ¿qué tan complicado ha sido seguir este camino? “Me he encontrado muchas barreras, muchas personas que restan en vez de sumar. Hay mucho temor de salir de una estructura establecida. Sin embargo, mi motor es esa sensación de un pequeño que a dos meses de estar conmigo me dice: ¡Ya puedo leer! Este simple hecho cambia hasta la estructura familiar. Saber que algo que siempre se dijo que nunca iba a suceder ha sido logrado. Familias que vienen peregrinando de una escuela tras otra, que vienen de Centros de Atención Múltiple sintiéndose derrotados… mamás agotadas, que perciben el maltrato que sus hijos reciben, la discriminación diaria. Tan lastimadas de tanto escuchar opiniones inadecuadas de personas que insisten en decirles lo que harían en su lugar…  Así que recuperar esta sensación de que sus hijos pueden lograrlo, es algo que no se puede definir. Lo único que yo hago es fortalecer el interior de estos pequeños para que regresen a una escuela de la que ya habían desertado. Pero ahora sabiéndose capaces, y esto todo lo cambia”. 

“Siempre trato de observar, visualizo y fundamento los estímulos que reciben y en eso empiezo a trabajar. Intento entender por qué reaccionan de esa manera.  Creo que solo es sensibilidad.  Al llegar a clase les pregunto cómo estás hoy, cómo te sientes, y escucho sus respuestas, me intereso. Esto ha sido la clave. Los involucro preguntando ¿Cómo crees que pudiéramos hacer para que logres… estar sentado / permanecer tranquilo toda la jornada en el salón / que no le quites el lunch a tu amigo? Por lo que la solución es un compromiso de ellos, no viene de mí. Mi intención es cobijar todas las situaciones que engloban la condición de mis pequeños”. 

“Lo único que yo hago es fortalecer el interior de estos pequeños para que regresen a una escuela de la que ya habían desertado. Pero ahora sabiéndose capaces” afirma la maestra Viridiana Sandoval.

El milagro de Aprendiendo con el corazón ha sido tal que Viridiana Sandoval hasta ahora no ha tenido que anunciar sus clases ni abrir un sitio web para darse a conocer. Todo sucede de manera natural. Cuando unos ya están listos para partir, los otros llegan, solitos, en el momento preciso. “Esto siempre ha sido una red de apoyo que comienza con un hilo que me conduce a otras personas y me ha llevado a caminar por tantos lugares, incluso en comunidades”. 

“Mi intención es que se comparta el mensaje de que el cambio llega a través de un mundo empático, inclusivo. Si eres un adulto sensible puedes cambiarles la vida a los padres de esos chicos y a ellos mismos. Solo con eso: empatía. Su intención no es gritar todo el día, tirar el lunch, o evitar ser tocados. Simplemente son muy receptivos al clima, a la forma en que están ordenadas sus cosas, a la rutina, a una etiqueta en la ropa que los lastima. No entienden si lo que les duele es el ojo, la cabeza, una muela, solo perciben el dolor y reaccionan en consecuencia”. 

¿Sabías, por ejemplo, que los niños autistas permanecen en sus casas encerrados el día del niño, y nadie lo ha percibido? Los festejos no son para ellos. “Los papás no tienen un día de descanso para estar sus hijos en esa fecha, necesitan trabajar. Así que los dejan en casa para cuidar los estímulos que reciben, evitar los sonidos estruendosos para que no se alteren. Los niños autistas no pueden comer dulces… cuando les pregunto a ellos qué les gustaría para festejar piden un día sin ruido ¿Por qué en vez de llevar un espectáculo con gritos no se invita a un mimo? La diferencia vive en cosas tan pequeñas y grandes a la vez”. 

Ahora, te invito a cerrar los ojos y pensar en mil cosas a la vez sin procesarlo, solo sintiendo… ¿Ya lo hiciste? ¡Bien! es el primer paso para comprender lo que hay en el interior de un niño autista. Están repletos de esa vertiginosa realidad múltiple, pero también de mucho, muchísimo amor… ¿Y sabes qué?… ¡Sí!… ¡Sí pueden! 

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