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LA CASA DEL “INDIO” FERNÁNDEZ: ENTRE UN MURAL DE DIEGO RIVERA Y LAS LETRAS Y CANTAR DE JOSÉ ALFREDO

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La casa donde Emilio “Indio” Fernández vivió en Coyoacán, ubicada en la calle Zaragoza número 51, fue un espacio de convivencia en el que confluyeron, entre decenas de artistas y cantantes, dos guanajuatenses: Diego Rivera y José Alfredo Jiménez. La finca era un espacio para la fiesta, el buen comer y, sobre todo, el buen beber, algo que gustaba a los de Guanajuato.

Las fiestas que Emilio Fernández hacía en esa casa podían ser lo mismo una tertulia entre un grupo reducido que un banquete para 200 personas. Entre sus invitados hubo personajes como Liz Taylor, Frida Kahlo, Diego Rivera, Lola Beltrán, María Félix, Cantinflas y Pedro Infante y muchísimos otros más.

Adela Fernández, hija del cineasta, explica en su libro El Indio Fernández, vida y mito, que una de las fiestas más memorables que se hicieron en la casa del actor, fue la que le ofreció al actor Yul Brinner. En esa ocasión cantaron Lola Beltrán, Amalia Mendoza y Amalia Rodríguez. El festejo duró días, durante los cuales hubo barbacoa, tamales, tequila, mezcal y sotol.

Dos aspectos de la formidable casa del “Indio” Fernández; la segunda imagen muestra cómo la captó la cámara de Google Earth.

Diego y “El Indio”, los mitómanos

Pero no todo era grandes festines: la hija del “Indio” afirma en su obra que “Diego Rivera, Pedro Armendáriz y Emilio Fernández se reunían para charlar sobre infinidad de temas que se volvían mitomanías”.

El “Indio” y Rivera vivían en Coyoacán, no muy lejos uno del otro. El pintor, al igual que otros artistas plásticos, se emborrachaba junto con el director de cine, a tal grado que Frida Khalo detestaba a Fernández por “sonsacar” a su “panzón”.

Al lugar acudían otros artistas del pincel, como lo consigna una foto en donde Diego Rivera y José Clemente Orozco están junto a Emilio.

Rivera no cantaba, pero comía y bebía mucho y aprovechaba la ocasión para cortejar a las divas de la época, como lo eran Dolores del Río y María Félix, para el disgusto de una Frida que le habría de pagar con la misma moneda al acostarse con otros hombres (León Trotsky, el que más dolió a Diego, entre ellos) y otras mujeres (entre las que se presume estuvo Chavela Vargas).

El genio poético de José Alfredo para satisfacer al “Indio”

El asunto de José Alfredo tiene otra referencia: el dolorense iniciaba la etapa exitosa de su carrera en 1950, apenas dos años después de su primera presentación en radio.

En 1950, el “Indio” Fernández planeó una gran película: Las islas Marías, con Pedro Infante como estelar, producida por Ismael Rodríguez, con guion a cuatro manos con Mauricio Magdaleno y la fotografía del gran Gabriel Figueroa. Lo mejor de lo mejor. La cinta se rodaría en 1951.

Narra Paloma Jiménez, hija de José Alfredo, que Emilio encargó al vate de Dolores Hidalgo una canción para reforzar la trama y para ello le platicó algunos pasajes de la obra de José Revueltas, titulada Los muros de agua.

Al parecer asiduo visitante de la casa del “Indio”, Diego Rivera aparece en esta fotografía, además junto a José Clemente Orozco. En la segunda imagen, Jose Alfredo Jiménez en el set de la película “El Caudillo” (1968) donde comparte créditos con Luis Aguilar y Emilio “El Indio” Fernández. (Fotografía, tomada del sitio josealfredojimenezoficial)

José Alfredo respondió así al reto poético:

“Estoy enterrado vivo, estoy pagando un delito, llorando muy despacito pa’ ver si el llanto me dura más. Ya no me ha quedado nada, mi vida está destrozada. Yo tengo como fortuna la luz del cielo que Dios me da…”.

Y daba su versión, similar al sentir de Revueltas:

“Rodeado de mar me encuentro, pensando en el otro tiempo, allá cuando el sentimiento, era enemigo de hacerme mal. Yo vivo de un gran recuerdo, de aquella que fue mi vida y sueño con el pasado sin que el futuro me importe ya…”.

La canción estaba lista para que la gran voz de Pedro Infante fuera lucida en la cinta, pero el “Indio” cambió de opinión y decidió filmar la película sin que Infante cantara. Según relata su hija Adela, quería que el sinaloense mostrara sólo sus dotes de actor.

José Alfredo acudió a la filmación en calidad de invitado y como autor de “Estoy enterrado vivo”, que siempre no se grabaría en la trama, afirma Paloma.

Sin embargo, ahora va la versión de Adela. Pedro Infante, al terminar de rodar en la isla, convenció al “Indio” Fernández de cantar al menos una pieza para la cinta. El director no optó, sin embargo, por la pieza que José Alfredo había compuesto ex profeso y que Infante había cantado a los reos. Le pidió al dolorense otra composición.

Paloma Jiménez afirma que José Alfredo se fue a una cantina de la isla y ahí compuso “El cobarde” (Ver https://www.milenio.com/opinion/paloma-jimenez-galvez/columna-paloma-jimenez-galvez/el-cobarde). Mauricio Magdaleno y Emilio Fernández hicieron un ajuste al guion. La canción fue integrada al principio de la película, en donde Felipe Ortiz, el personaje interpretado por Pedro Infante, se dedica a la vida disipada. El sinaolense se salió con la suya.

Infante grabó semanas después “Estoy enterrado vivo”, obra creada originalmente para la película, y aunque no apareció en la cinta, fue un gran éxito, como todo lo que componía José Alfredo.

Son anécdotas que ilustran la relación de dos guanajuatenses con el afamado director, gloria de la época de oro del cine mexicano. Y todo eso surge como recuerdo en torno a esa casa, hoy notable museo en una calle arbolada en Coyoacán.

Figuras del cine nacional e internacional fueron por igual acogidos en la casa del “Indio” Fernández, lo cual hizo de la misma un sitio con un aura especial. (Segunda fotografía, Archivo Cineteca Nacional)

Ahora es un museo

La mansión fue construida casi en su totalidad con roca volcánica. Fue el espacio de la intensa vida de artistas mexicanos de las décadas de 1940 y 1950. El creador del proyecto fue el arquitecto Manuel Parra. La casa fue modificada varias veces en los años previos a la muerte del actor y es más famosa por haber sido escenario de unas 140 películas.

En ella hay pilas bautismales y estatuaria religiosa rescatada de monasterios de Puebla. También está el mosaico de talavera, que se usó por toda la propiedad, así como una colección de recuerdos relacionados con la vida cinematográfica de “El Indio”.

Ahí están pinturas de David Alfaro Siqueiros y un mural de Diego Rivera, pintado en una habitación de la casa. Ahí resuenan las letras y música de José Alfredo:

Estoy enterrado vivo,

estoy pagando un delito,

llorando muy despacito

pa′ ver si el llanto me dura más.

Ya no me ha quedado nada,

mi vida está destrozada,

yo tengo como fortuna

la luz del cielo que Dios me da.

Rodeado de mar me encuentro,

pensando en el otro tiempo,

allá cuando el sentimiento

era enemigo de hacerme mal.

Yo vivo de un gran recuerdo

de aquella que fue mi vida,

yo sueño con el pasado

sin que el futuro me importe ya.

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