Lo más granado de la clase económicamente más poderosa de la región, una oleada de orgullosos leoneses y mucha prensa lucieron sus mejores atuendos: el pasado 3 de octubre fue inaugurada la sucursal León de la cadena de tiendas de El Palacio de Hierro.
Celebraron una inversión de 2 mil 863 millones de pesos, con una superficie de 36 mil metros cuadrados, de los cuales, más de 27 mil son de piso de venta. Es de las más grandes de una cadena de tiendas departamentales de lujo que operan también en Ciudad de México, Cancún, Querétaro, Puebla, Monterrey, Guadalajara, y el Estado de México.
Es la obra de la familia Baillères, cuya fortuna asciende a 8,100 millones de dólares, según la más reciente actualización de Forbes. La fortuna de la familia se encuentra en manos del conglomerado Grupo Bal, que tiene actividades en los sectores: minero, energético, asegurador, financiero, de consumo. Entre las empresas que forman parte de Grupo Bal se encuentran: Industrias Peñoles, Palacio de Hierro, Grupo Nacional Provincial (GNP), Fresnillo y Profuturo, entre otras.
La tienda tiene un diseño inspirado en la minería (uno de los negocios del abuelo don Raúl, nacido en Silao) y la fabricación de piel y calzado (negocios de la tierra de la abuela, Celia, nacida en León). La identidad visual guanajuatense no es sólo mercadotécnica: tiene raíces en la entidad.
Silao, los orígenes
A finales del siglo XIX, un hombre de apellido Baillères, originario de Francia, se instaló en la hacienda ubicada en la comunidad de Rancho Nuevo, municipio de Silao, en los linderos con Irapuato. Se casó con una mexicana y fruto de esa relación nació Raúl Baillères Chávez, en la casa marcada con el número 18, calle 5 de Mayo, la principal de Silao de la Victoria, el 7 de diciembre de 1895.
Paola Trujillo, cronista de Silao, ha explicado que los Baillères se dedicaron al campo en la comunidad de Rancho Nuevo, ubicado en los linderos con Irapuato. Raúl, empero, nació en la ciudad, en una casa ya derrumbada y ocupada por un clúster de departamentos, que se ubicó en el número 18 de la calle 5 de Mayo, a un par de cuadras de la Plaza Principal.
Dice Paola Trujillo que “Raúl nació en el periodo de bonanza de la región producto del porfiriato, su padre Alberto se dedicó a la agricultura y el comercio, eran dueños de una hacienda en Rancho Nuevo. La compra-venta de maíz, trigo y sorgo era el comercio de la época, además de la crianza de ganado”. El joven Raúl aprendió de su padre lo referente a las actividades del campo y, sobre todo, del comercio. Es el origen de quien fue creador de instituciones financieras, industriales y culturales en México. También mexicanizó algunas empresas, al comprar acciones de mayoría extranjera.
Au revoir, Silao de mon cœur (Adiós, Silao de mi corazón)
En 1915, Silao, al igual que todo lo que hoy es conocido como “corredor industrial”, era campo de batalla entre las fuerzas villistas y obregonistas. Raúl tenía 20 años y, con el apoyo de su padre, se trasladó a la Ciudad de México para huir de la violencia, la pobreza acendrada por la revolución y estudiar en la gran urbe.
Desde estudiante se vinculó con una comunidad de gente ligada a negocios y comenzó a trabajar en el sector financiero con el famoso Julio Lacaud, propietario de la Casa Lacaud, en la agencia del Chase Manhattan Bank y como representante del Equitable Trust Co., de Nueva York.
Durante varios años, encabezó un grupo de amigos y empresarios llamado “BUDA” por un periodista en atención a las iniciales de los apellidos de sus miembros: el propio Baillères, Salvador Ugarte, Mario Domínguez y Ernesto J. Amezcua
Su inteligencia, sus relaciones sociales y la vocación mercantil derivada de sus orígenes lo llevaron a crear una fortuna hecha en el marco del llamado “desarrollo estabilizador” (finales de la década de 1940 y hasta la de 1970, que llegaron las crisis echeverrista y lopezportillista). Fue la época de instalación de grandes empresas transnacionales. Como la ley prohibía que tuvieran mayoría accionaria extranjera, pulularon los prestanombres y los socios mexicanos que fueron la base de varias de las más ricas familias del país.
Fue presidente de la Asociación de Banqueros de México, fundó el Club de Banqueros de México, que presidió desde entonces hasta su fallecimiento. Apoyado por el ultracatólico Manuel Ávila Camacho, presidente de la república, organizó el Comité Técnico de Promoción Industrial en México, con el fin de aprovechar la coyuntura de industrialización abierta por la Segunda Guerra Mundial.
Fundó Artes Gráficas Unidas; Central de Malta, para la industria cervecera; Química del Rey, productora de sulfato de sodio, componente para procesar detergentes, papel, vidrio y madera; Refrigeración y Congelación, para alimentos y bebidas; Ampolletas; Vidrio Neutro, para producir envases; la Cía. Mexicana de Tubos de Albañal, para fabricar tabiques, tejas y tubos; y, en la época de la fiebre de la construcción, cuando había una aguda escasez de cemento, invirtió en tres empresas del ramo: Atoyac, Veracruz y Guadalajara, amén de fundar Fraccionamientos Urbanos y Campestres, compañía dedicada a desarrollar centros habitacionales como las colonias Anzures y Campestre de Churubusco, en la Ciudad de México. También constituyó Inmobiliaria CREMI.
En el sector financiero, además de las empresas fundadas por él ya mencionadas, fue accionista del Banco de Comercio, la Compañía de Seguros La Comercial y el Banco General de Capitalización.
Luego de la II Guerra Mundial, la política mexicana fue de nacionalismo económico y exigía que las empresas extranjeras instaladas en México tuvieran mayoría de capital local. Don Raúl intervino en la mexicanización de varias empresas: Cervecería Moctezuma, Manantiales Peñafiel, Metalúrgica Mexicana Peñoles y la Compañía Fresnillo. Asimismo, junto con su hijo Alberto Baillères González y, no olvidarlo, El Palacio de Hierro, al comprar del paquete mayoritario de las acciones de esta tienda departamental.
También fue accionista de empresas como Sanborns, entonces instalado sólo en la Casa de los Azulejos y en 1958 adquirió, junto con Carlos Trouyet y Eloy S. Vallina un paquete importante de acciones de Teléfonos de México, hasta entonces propiedad de la estadounidense AT&T, que en México manejaba su empresa llamada Mexicana, y la transnacional sueca Ericsson. También compró 3% de las acciones de la Nacional que posteriormente su hijo Alberto mexicanizó y fusionó con La Provincial para formar el grupo asegurador Grupo Nacional Provincial (GNP)
Raúl Baillères Chávez creó en 1946 dos instituciones culturales: la Asociación Mexicana de Cultura y el Instituto Tecnológico de México, que con el tiempo logró su autonomía, cambiando su nombre a Instituto Tecnológico Autónomo de México ITAM. A la Universidad Iberoamericana (UIA), los señores Baillères y Trouyet dotaron de un terreno para que se instalara en la colonia Campestre Churubusco.
Fortuna con sangre abajeña
En la década de 1930, Don Raúl contrajo matrimonio con la señorita Celia González, oriunda de la ciudad de León. Tuvieron cuatro hijos, todos de apellido Baillères González: Raúl, Alberto, Celia y Susana. Alberto habría de ser el multiplicador de la fortuna familiar.
Alberto falleció el 2 de febrero de 2022 en la Ciudad de México, cuando era considerado el cuarto hombre más rico de México. Su hijo Alejandro tomó el liderazgo y le tocó impulsar la apertura de la tienda en la principal ciudad de la región donde surgieron sus antepasados.
Alejandro Baillères Gual es el líder de la tercera generación empresarial de la dinastía (al bisabuelo se le recuerda sólo como hacendado.)
La presencia en Guanajuato
En Silao, una avenida lleva el nombre de don Raúl, para honrar la memoria de uno de sus hijos pródigos. La casa donde nació el fundador de la dinastía Baillères es ahora un pequeño conjunto de departamentos, ubicado en la calle 5 de Mayo, a unos metros de la Plaza Principal. Su recuerdo resucitó con la apertura de la tienda en la ciudad donde nació la matriarca.
La cadena de 15 tiendas de El Palacio de Hierro hoy pertenece a los Baillères, pero la marca tuvo presencia en la ciudad de Guanajuato antes de ser adquirida por los de raíces silaoenses.
Después de la Segunda Intervención Francesa en nuestro país, se incrementó el flujo de jóvenes migrantes a México. Entre ellos destacan Joseph Tron y Joseph Léautaud, que trabajaron hasta 1876 en un cajón llamado Las Fábricas de Francia, en el Portal de las Flores del Zócalo capitalino.
Más tarde se asociarían con Jules y Henri para establecer la primera tienda departamental en México en 1891. El edificio fue construido basándose en Le Bon Marché, un gran almacén en París.
Compraron un terreno de 625 metros cuadrados en las entonces calles de San Bernardo y pasaje la Diputación. Hoy en día son las avenidas Venustiano Carranza y 20 de Noviembre, en el Centro Histórico de la Ciudad de México.
El Primer Palacio de Hierro fue construido con cinco pisos. Se caracterizó por tener estructuras de hierro y acero. El diseño también se inspiró en tiendas de Nueva York, Londres y Chicago. El éxito de los almacenes fue rotundo, lo que llevó a ampliar las instalaciones en dos ocasiones. El Palacio de Hierro se vio afectado además por un incendio. En 1921 fue reinaugurado: se le sumaron detalles Art Deco y Art Nouveau.
Circula en redes una fotografía donde se aprecia la sucursal de El Palacio de Hierro en la ciudad de Guanajuato, ubicado en la avenida Juárez, frente a la Plaza de los Ángeles. Por el tipo de vehículos que aparecen en la foto, es probable que sea de la década de 1940, época en la que don Raúl empezaba su vorágine de enriquecimiento.
La cadena de El Palacio de Hierro fue comprada por el Grupo BAL en 1963. Ya para entonces no existía la tienda en la ciudad de Guanajuato.
La olvidada Plaza de Toros Santa Fe
Aunque fue utilizada para una actividad gubernamental hace semanas, la Plaza de Toros Santa Fe, ubicada en las inmediaciones de Pueblito de Rocha, luce abandonada y con deficiencias en su construcción.
Fue construida por Alberto Baillères sobre lo que había sido tiradero de basura. Fue inaugurada en 1979 y sólo operó por tres años, pues al estar erigida sobre suelo mal compactado, comenzó a hundirse y cuartearse.
La monumental construcción, por fuera, hoy está despintada y llena de grafitis. Se ubica frente al Auditorio Estatal de Guanajuato.
Las escaleras de la entrada están inclinadas y chuecas. Dan la sensación de que se están moviendo porque en la parte de en medio se ven hundidas. Los escalones están viejos hay que subir con cuidado cada uno de ellos. Las puertas están oxidadas, el fierro ya está dañado.
En marzo del 2017 se le preguntó al propietario Alberto Baillères qué haría con la plaza, el millonario propuso destruirla y construir un centro comercial, pero finalmente no se concretó la idea. Murió en 2022 y su hijo Alejandro no ha opinado públicamente al respecto.
Como última alternativa, en el 2019, el presidente municipal de Guanajuato Alejandro Navarro pidió a los colegios de Ingenieros Civiles y de Estructuristas de Guanajuato que realizaran un estudio de las condiciones estructurales de la plaza con la intención de reactivarla: la conclusión fue que el proyecto no era viable.
Una lujosa tienda en León, una avenida y una casa transformada en Silao y una plaza de toros abandonada en Guanajuato, son la huella en la entidad, de la cuarta familia más rica de México.