La Ciudad de México, y concretamente su Centro Histórico, se ha vestido de Navidad. Las imágenes que en estos días ofrece tienen un significado según quien las vea: para el economista, representará una derrama económica mayor a los 115 mil millones de pesos de 2023; para los papás, época de reflexión; para los niños, promesa de fiesta y regalos.
Aguinaldos, cajas de ahorro, vales de despensa y otras gratificaciones que recibe la clase trabajadora capitalina, genera bienestar y optimismo que ya se respira en las calles que rodean a la Plaza de la Constitución o Zócalo capitalino. En la CDMX viven poco más de un millón 700 mil niños que desde ahora escriben a Santa Clos y a los 3 Reyes Magos.
Los expertos aseveran que, en promedio, cada padre o madre de familia gastará 2 mil pesos en cada niño a su cargo. Consentidos del hogar, en ellos se irá la mayor parte de los ingresos de esta temporada, aunque los adultos ya comenzaron a abarrotar las tiendas de ropa, calzado, accesorios, electrodomésticos y artículos electrónicos para autoagasajarse.
Sin embargo, la época navideña va más allá de los gastos que a veces exprimen y estrujan tanto los bolsillos de la gente, que obligan a visitar el Monte de Piedad apenas pasado el 6 de enero, “El banco de los pobres”, como le dijo Pancho Villa cuando sus “Dorados” le sugirieron asaltar esa noble institución en plena refriega revolucionaria. Y no lo robaron.
Precisamente en el Zócalo, frente al Palacio Nacional, bajo los portales, se ha instalado una exposición y venta de flores navideñas, entre las que destaca la Nochebuena, ornato insustituible en estos días. Lindas macetitas de 6 pesos y otras de mayor tamaño con valor de 25 y 30 pesos, junto a enormes de precios que llegan hasta los 100 pesos cada una.
Sobre las avenidas Pino Suárez, 20 de Noviembre, 5 de Febrero, 5 de Mayo, Madero, y 16 de Septiembre hasta llegar a la Alameda Central y la Avenida Hidalgo, se puede hallar lo inimaginable, artículos varios con motivos navideños que llaman la atención de chicos y grandes, desde ropa hasta juguetes, desde sombreros y gorros hasta sabores de Navidad.
¿Sabores de Navidad? Sí, cafeterías y restaurantes ofrecen pan, pasteles y pastelillos, café, chocolate y bebidas frías y calientes con sabor avellana tostada, manzana-canela, rompope, red velvet. Hay ponche de frutas, romeritos, bacalao, lomo de puerco, pavo, y dulces. Lo que ya no se ve son castañas asadas que los adultos extrañan sobremanera.
Los grandes almacenes (Liverpool, El Palacio de Hierro, Sanborns, El Nuevo Mundo, Miniso, etc.) lucen espectaculares adornos o modestas decoraciones que igualmente llaman la atención de los transeúntes. Fachadas completas iluminadas se complementan con el tintineo de las campanas navideñas que a su ritmo encienden y apagan las luces.
Árboles monumentales adornan las tiendas más afamadas, y el Paseo de la Reforma luce a lo largo de su trayecto miles de flores de Nochebuena que adornan el transitar incesante de los autos. Sobre esa misma vialidad está instalado un tianguis de flores y plantas que han sido sembradas, cultivadas y cosechadas por familias de la zona rural de la CDMX.
Mención aparte merecen las funciones de ópera, teatro y pastorelas que esperan pacientes el resto del año para subir al escenario en esta época. De la misma manera, los artesanos han terminado sus espléndidas figuras que dan vida a los Nacimientos o Belenes que por tradición se asoman en las tiendas, aparadores, museos y hogares de miles de familias.
Un ejemplo de lo anterior es la exposición Nacimientos. Arte y tradición que ya está abierta de manera gratuita hasta febrero de 2025 en el Palacio de Iturbide (Madero 17) y que reúne 379 nacimientos de varios tamaños y materiales con 2 mil 590 piezas, reflejo de la tradición histórica de los nacimientos y las técnicas ancestrales del arte popular.
Abierta de lunes a domingo de 10:00 a 19:00 horas, muestra cómo los grandes maestros del arte popular incorporan elementos característicos de su región, como la flora, fauna y arquitectura, y agregan un toque único a cada conjunto para convertirlo en obra de arte que celebra la identidad y la creatividad de los pueblos originarios, mestizos y criollos de México.
136 grandes maestros procedentes de 66 localidades de 19 estados del país presentan sus belenes hechos con materiales y técnicas artesanales, como barro, madera, papel, fibras vegetales, piedra, cerería, arte plumario y textiles, entre otros. La muestra es oportunidad para apreciar y aprender sobre la diversidad de las tradiciones navideñas de la geografía nacional.
Aquí cabe señalar que la tradición de los nacimientos se le atribuye históricamente a San Francisco de Asís, quien produjo el primero alrededor del año de 1223. La representación se centró en la figura del Niño Jesús en el pesebre de Belén, según relata el Evangelio de San Lucas. Desde entonces, esta práctica se propagó por casi toda la Península Itálica.
Luego pasó al resto del mundo católico, particularmente en la Península Ibérica. La costumbre se arraigó en España en el siglo XVI y posteriormente, en la Nueva España, donde el deseo de los fieles de tener belenes en sus casas dio paso a la diversificación de los materiales para crearlos. Con el tiempo, los grandes maestros del arte popular han impreso su imaginación, belleza y humor en sus creaciones.