Con el optimismo de los espíritus sanos, la directora del Museo Nacional de las Culturas del Mundo (MNCM), Alejandra Gómez Colorado, suspira, mira fijamente al horizonte y expresa que de hallarse frente a un mago fabuloso dispuesto a concederle un deseo, le pediría seis millones de pesos para reparar las fachadas del recinto, “esa obra urge”.
La antropóloga explicó, durante una entrevista con equisgente en su oficina dentro del emblemático museo localizado en el Centro Histórico de la Ciudad de México, que en los albores del siglo XX el museo fue remodelado en gran parte de sus instalaciones, sin embargo, la fachada principal y varias del interior no recibieron la atención necesaria.
Cantera y otros materiales cuya adquisición y manejo no es cosa menor, son inevitables para concluir los trabajos de remozamiento. El MNCM merece esa inversión porque a diferencia del resto de los museos existentes en la geografía nacional, invita al público a hacer un viaje alrededor del mundo, en el tiempo y el espacio sin salir de sus salas.
“Observar cómo resuelve su vida la gente que nació y habita en otras partes del planeta nos hace más humanos, nos sensibiliza y nos crea conciencia”, señaló Alejandra Gómez tras informar que el museo abre de martes a domingo, de 10:00 a 18:00 horas. “Desde 1985, a raíz del sismo que sacudió al país, la entrada es gratuita para todo mundo, sin excepción alguna”.
La gratuidad ha instalado sus aposentos en el MNCM. Además del acceso, los cursos y talleres, las sesiones de lectura en voz alta, las conferencias, las manifestaciones de arte y cultura que se organizan en torno a las exposiciones, y un largo etcétera de actividades más, son gratuitas, como el Curso sobre Palestina que en breve iniciará con 14 sesiones.
En 2025 el museo cumplirá 60 años de haber sido establecido como hoy se conoce, aunque su historia, y la del predio y edificio que lo alberga se remonta al Periodo Prehispánico. En 1502, el rey Moctezuma II Xocoyotzin ordenó construir en ese terreno el Segundo Palacio llamado Tlillanalco, donde reflexionaba los asuntos más importantes.
Durante la Época Colonial, en 1570, se inició la construcción de la Casa de Moneda en los solares baldíos encontrados entre la Casa Real (hoy Palacio Nacional) y la calle del Arzobispo, bajo la dirección de Miguel Martínez. El MNCM está incrustado en la misma manzana que el Palacio Nacional, entrando por la Calle de Moneda, Centro Histórico.
En 1810, por la Guerra de Independencia, el Museo de Historia Natural se desorganizó y la Junta de Antigüedades fue suspendiendo poco a poco sus actividades. En 1821 se llevaron al Ministerio de Estado y del Despacho de Relaciones Interiores y Exteriores, los documentos, libros, legajos y colecciones guardados en la Real y Pontificia Universidad.
Con el advenimiento del año 1822, el gobierno estableció en la misma Universidad un Conservatorio de Antigüedades y un Gabinete de Historia Natural, volvió a funcionar la Junta de Antigüedades, y por encargo de José Manuel Herrera, Ministro de Relaciones Interiores y Exteriores, Ignacio de Cubas se ocupó de la formación de un Museo.
El 4 de diciembre de 1865, Maximiliano expidió el decreto que creaba, dentro del Palacio Nacional, un “Museo Público de Historia Natural, Arqueología e Historia”. Se inauguró el 6 de julio de 1866. En septiembre, el emperador Maximiliano abrió el Departamento Especial de Arqueología del Museo Nacional, nombró conservador al Dr. Ginon Reinsch.
Con el triunfo de la República, en 1867 el nombre de la institución cambió oficialmente por el de “Museo Nacional” y se trasladó la Sillería del Coro del Ex Convento Agustino al recinto. En 1871 se abrió al público la Sección de Historia Natural y en 1873 dio a conocer el descubrimiento de un monolito en el cementerio de la Catedral de la capital.
En 1909 al Museo Nacional se le denominó “Museo Nacional de Arqueología e Historia y Etnografía”. También se agregaron la sala de Etnografía y un nuevo departamento de Arte Industrial Retrospectivo, con Antonio Cortés como encargado, inaugurado por el presidente y sus ministros el 28 de agosto de 1910, vísperas de las fiestas del centenario.
Dentro del museo, en 1910 se fundó la Escuela Internacional de Arqueología y Etnografía Americanas. La Revolución y la primera etapa pos-revolución (1910-1920) ocasionaron la suspensión de proyectos y programas. Por decreto presidencial, el 29 de noviembre de 1834, el inmueble donde residió el Museo Nacional fue declarado monumento histórico.
En 1964 nace el Museo Nacional de las Culturas, cuando Eusebio Dávalos Hurtado, director del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), propuso a Julio C. Olivé fundar un Museo Internacional de Antropología en el local del Museo Nacional. Olivé y Beatriz Barba presentaron el proyecto del Museo Nacional de las Culturas.
En 1965, el presidente Gustavo Díaz Ordaz inauguró el Museo Nacional de las Culturas con dos propósitos fundamentales: brindar al mexicano la oportunidad de ver y saber cómo son los hombres de todo el mundo y cómo lo han sido en otras épocas, y conservar la tradición cultural del edificio que lo alberga. Ese espíritu es el que conserva hasta hoy.
El 4 de diciembre del mismo año, el Museo Nacional de las Culturas abrió sus puertas con las salas: Presentación del museo, de África, de Etnografía de Oceanía, Etnografía de Filipinas y Grupos Negritos, de Japón, de los Ainos, de los Lapones, Etnográfica de Centroamérica, de Etnografía de Norteamérica, Exposición del Instituto Indigenista Interamericano y de exposición temporal “Textiles de la India”.
La antropóloga Alejandra Gómez Colorado destacó que actualmente y hasta el 26 de mayo entrante, el MNCM, en colaboración con el Musée du quai Branly de Francia, presenta en la Sala Internacional la exposición “Oceanía. Culturas de mar e islas” con alrededor de 160 piezas datadas entre finales del siglo XIX y principios del XX.
Se exhiben esculturas, máscaras, escudos, instrumentos musicales y diversos objetos decorativos, entre otros, que dan cuenta de las formas de vida tradicionales, mitos y creencias de los pueblos insulares del Pacífico, que ilustran las costumbres, tradiciones y cosmovisiones autóctonas de poblaciones de Melanesia, Polinesia y Micronesia.
Por su parte, el etnohistoriador Octavio Martínez Acuña, Jefe del Archivo Histórico del MNCM, informó, también en entrevista con equisgente, que el acervo del museo reúne 17 mil piezas que se conservan, catalogan y almacenan o exhiben según el material con que están hechas: textiles, piedra, pinturas, madera, taxidermia, vidrio, etcétera.
Desde su perspectiva y responsabilidad dentro del museo, el gran reto es poder mostrar al público visitante (los sábados en promedio asisten mil personas y los domingos dos mil) más del 10 por ciento del acervo, cifra actual. “Tenemos un tigre dientes de sable que, pese a no estar expuesto, es objeto de mantenimiento, conservación e investigación”.
Se trata, dijo, de la pieza emblemática del MNCM junto con un oso polar y otras piezas de taxidermia, así como varios colmillos y molares de mamut. “Muchas piezas no las tienen ni conocen en sus países de origen”, subrayó, para de inmediato aclarar que todo el acervo del museo es producto del intercambio y la donación, “no del colonialismo”.
A Martínez Acuña le hace verdadera ilusión un proyecto que ya está caminando: abrir un “Gabinete de piezas históricas” con ambientación de los siglos XIX y XX. El 4 de diciembre de este año es la fecha que tiene para su apertura. En ese proyecto se mostrarán documentos, fotografías y objetos que despertarán el interés y la nostalgia del público.
“El origen del MNCM es el origen del estudio histórico, antropológico, etnológico y científico en México. De sus acervos se han nutrido otros museos que nacieron más adelante, como el de Antropología en Chapultepec”, concluyó. Ciertamente, en un caso inusual, ese modesto gran museo dio a luz a gigantes como el de Antropología.
