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LA ABANDONADA TUMBA DE VIRGINIA SOTO

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Dolorense que fue la primera presidenta municipal mexicana.

A la tumba de José Alfredo Jiménez, la más famosa del afamado Panteón Municipal de Dolores Hidalgo, C.I.N., llegan miles de personas a tomarse la foto, a escuchar las historias de los guías de turistas para conocer vida y obra del compositor. Junto a ese mausoleo representado con un gran sombrero que corona a un serpenteante sarape multicolor, está un pequeño cuarto, con una lápida al fondo, rodeado de tierra y hierba seca y un extenso mensaje en uno de sus muros: es la tumba de Virginia Soto, quien fuera la primera presidenta municipal electa, no sólo de este pueblo adorado, sino de todo México.

El texto reza:

“Srta. Virginia Soto Rodríguez

Nació en esta Ciudad de Dolores Hidalgo Cuna de Independencia Nacional el 15 de octubre de 1924, en la casa, en ese entonces número 27 de la calle de Don Juan Manuel (hoy calle Chiapas). Fueron sus padres Don Everardo Soto Vázquez y la Señora Doña Soledad Rodríguez. Vivió con su familia en la casa que se ubica en la Calle Morelos No. 7; después en la casa número 22 de la Calle Puebla, donde actualmente se ubica el edificio de Correo y Telégrafos. Luego en la finca ubicada en la Esquina de Zacatecas y Yucatán y en seguida en el número 11 de la Calle México. De esta última se cambió al número 10 de la avenida Guanajuato, en el cual vivió hasta el día de su fallecimiento”.

Curiosamente, la casa donde nació y creció en su primera niñez el compositor y cantante José Alfredo Jiménez está en la misma vialidad: Guanajuato 13. Fueron, en su momento, vecinos.

Tumba de Virginia Soto Rodríguez en vecindad con la de José Alfredo Jiménez en el Panteón Municipal de Dolores Hidalgo, C.I.N. (Fotografía: Federico Velio).

Virginia Soto estudió primaria en la Escuela Federal “Centenario” y Secretariado y Música en el Colegio Particular Incorporado “Lic. Álvaro de Osio y Ocampo”.  Fue secretaria en el Departamento de Contabilidad en la Casa Comercial “Nieto Hermanos”, ubicada en la esquina de Hidalgo y Chiapas.

De 1951 a 1954 laboró como Secretaria Administrativa en la Secretaría de la Presidencia Municipal. De 1955 a 1957 fue Oficial Mayor. Fue taquimecanógrafa y directora fundadora del Centro de Bienestar Social, que se ubicaba en el número 2 de la Avenida San Luis Potosí.  Ahí estudiaron muchas jóvenes, sobre todo de escasos recursos económicos. La recuerdan con gratitud y cariño, pues impartía las clases gratuitamente.

Gustaba de la música clásica, la ópera, el teatro, la lectura, tocar el piano y el órgano, la pintura, las corridas de toros y los encuentros deportivos. Viajó por el mundo y su cultura, liderazgo y empatía la llevaron a que fuera designada candidata a la presidencia municipal dolorense y, al resultar electa, se convirtió en la primera mujer que en el estado y el país desempeñó ese cargo.

Gobernó de 1958 a 1960. En el ejercicio de su cargo participó activamente en la organización de los festejos conmemorativos del aniversario 150 de la Iniciación del Movimiento de Independencia.

Gestionó más de 25 obras, entre las que sobresalen las carreteras Dolores Hidalgo-Guanajuato y Dolores Hidalgo-San Felipe, la presa “Peñuelitas” y el adoquinado de la ciudad; viviendas populares de la Alameda, la Guardería Infantil de la calle Campeche; la Escuela Secundaria Técnica número 4, el Centro de Capacitación, el Edificio de Correos y Telégrafos, el Mercado Independencia, el Monumento a los Héroes y el Viñedo “Padre Hidalgo”.

Fue también la Primera Diputada Federal guanajuatense, al participar en la XLV Legislatura, de 1961-1964, al representar al primer Distrito del Estado de Guanajuato. Luego fue Senadora Suplente.

En su testamento donó su casa para la instalación de la Guardería Infantil que en la actualidad lleva como distinción perpetua y eterna su nombre. Falleció el 19 de julio de 1986. Le sobrevivieron siete hermanos y le cumplieron su deseo de descasar para siempre en el Panteón Municipal.

El contexto y circunstancia de Virginia Soto.

La Unidad Nacional promovida por gobierno de Manuel Ávila Camacho cuando el país entró a la Segunda Guerra Mundial, limitó la lucha de comunistas y feministas contra el “Estado burgués” y disciplinó a las mujeres del partido oficial. Miguel Alemán Valdés, al ganar la elección en 1946 (fue candidato del PRM y el PCM), decidió otorgar el derecho de las mujeres a votar y ser votadas, pero de manera paulatina, comenzando por el ámbito municipal.

Apenas tres días después de tomar posesión del cargo, el Cachorro de la Revolución envió al Congreso de la Unión una iniciativa para reformar la fracción primera del artículo 115 constitucional, la cual fue aprobada y publicada en el Diario Oficial de la Federación el 15 de febrero de 1947.

Vistas de la tumba de Virginia Soto Rodríguez, primera alcaldesa de Dolores Hidalgo, C.I.N. (Fotografía: Federico Velio).

Como resultado, surgieron las primeras delegadas en el Distrito Federal, en el Poder Judicial dos mujeres destacaron como agentes del Ministerio Público y una más como magistrada del Tribunal Superior de Justicia y Territorios Federales. También fueron electas las primeras presidentes municipales de la historia de México: en 1938, Aurora Meza Andrade, por Chilpancingo, Guerrero; le siguieron María del Carmen Martín del Campo, en Aguascalientes; y Virginia Soto, en Dolores Hidalgo. Guanajuato, la primera en tomar posesión del cargo.

Las mexicanas iniciaban una larga lucha por sus derechos a nivel federal. Como respuesta a una Asamblea Femenil Nacional realizada por veinte mil mujeres el 6 de abril de 1952 en el parque 18 de Marzo de la ciudad de México, el recién electo Adolfo Ruiz Cortines anunció que enviaría a las Cámaras una iniciativa para reformar el artículo 34 constitucional y demás relativos al voto femenino. El 17 de octubre de 1953 se publicó la disposición correspondiente y con ella inició la primera etapa del cumplimiento del voto para la mujer en el país.

El 9 de diciembre de ese año, Alemán presentó su iniciativa de ley y desde 1954 la mujer obtuvo el derecho a votar en todas las elecciones. El 3 de julio de 1955 por primera vez las mexicanas emitieron su voto en elecciones federales a fin de integrar la XLIII Legislatura del Congreso de la Unión.

En los años postreros fueron electas las primeras diputadas y alcaldesas en la entidad. Sin embargo, la igualdad plena y otros derechos políticos se irían convirtiendo en la nueva agenda del feminismo mexicano.

Casa de Virginia Soto Rodríguez, en Dolores Hidalgo, C.I.N. (Imagen extraída de Google Maps).

Los contrastes.

Así, en el adoquinado de la calle Guanajuato resuenan los pasos de ese chiquillo inquieto, hijo de padre masón, liberal anticlerical y que regresó a reposar “ahí nomás tras lomita”. Una cuadra más adelante, hacia el oriente, frente al templo del Calvario, está esa casa administrada por el DIF municipal, donde ronda el recuerdo de esa maestra solidaria, que no casó ni hijos tuvo, que vestía con la elegancia de su tiempo para estar junto a gobernador y presidente en el momento de inauguración de grandes obras.

Al primero, el mundo lo recuerda, le canta y bebe a su salud; junto a él, un cuartito donde no hay flores, ni canto ni fotos, donde reposan los restos de una pionera del feminismo mexicano contemporáneo.

La vida no vale nada, cantaba José Alfredo; la memoria muchas veces tampoco vale. 

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