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LA LUCHA CONSTANTE CONTRA LOS BICHOS COME LIBROS FRENTE A LA IMPORTANCIA DE CONSERVAR EL PATRIMONIO DOCUMENTAL

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No nada más los libros antiguos requieren estos cuidados, si en casa tenemos una pequeña biblioteca se deben cuidar.

Suena terrible, pero así es. Los libros y cualquier documento importante también pueden enfermar, morir y desaparecer. A lo largo de los años, miles de ejemplares han muerto y han dejado lagunas enormes en la historia de los pueblos; en todos los aspectos, desde los más vanos e intrascendentes hasta los que eran imprescindibles para conocer el pasado preciso de la humanidad.

Por decirlo así, tienen implacables depredadores que van desde las invisibles esporas voladoras, hongos de diversos orígenes, hasta pequeños insectos que se los comen con gula hasta no dejar ni rastro de ellos. Ya ni hablar de quienes les prenden fuego para acallar al enemigo que los perpetradores llevan dentro.

Para ventaja de los frikis que piensan que los libros son lo más valioso que tienen en la vida, que son objetos casi vivos que los esperan en casa y les llaman con urgencia, para que les acompañen, los alivien del sufrimiento y del drama cotidiano, hay quien los atienda, los diagnostique y los cure de sus padecimientos, que los salve de la extinción.

Yolanda Ibarra Munguía, encargada de conservar y preservar el archivo histórico del Congreso del estado de Guanajuato, a eso se dedica y lo hace con una intrínseca pasión y devoción que asombra.

Platicamos con ella y nos llevó a ese inquietante paseo que significa salvar el patrimonio documental y de libros, que nos dan identidad y nos hacen comprender de dónde venimos y por qué somos lo que somos.

Yolanda Ibarra Munguía, encargada de conservar y preservar el archivo histórico del Congreso del estado de Guanajuato (Fotografías de Yolanda Ibarra Munguía).

Yolanda viste con una bata blanca, impecablemente limpia, trae un cubre bocas KN95, lleva la cabeza cubierta, guantes de cirujano y comenta que ella estudió la licenciatura en artes plásticas y cuando entró a hacer su servicio social en la biblioteca Armando Olivares, de la Universidad de Guanajuato, comenzó a digitalizar los documentos y se enganchó con esa importante misión de salvar los libros.

“Todo comenzó a partir de que conocí esa biblioteca, me pareció muy atractiva en cuanto a material histórico, el material con el que estaban hechos los libros, el contenido, el conocimiento y me pareció muy curioso saber que a pesar de los años que tenían esos documentos, varios de ellos estaban en perfecto estado y eso me causó bastante intriga. Saber por qué razón era que estos materiales duraban tanto y cuando terminé ese semestre de digitalización, supe que tenían un taller de restauración ahí”.

Al siguiente semestre comenzó a hacer su servicio en el taller de restauración y ahí se dio cuenta de los procesos que se aplicaban, para poder preservar y conservar esos libros “que si bien son materiales que en su época eran elaborados, por ejemplo, con pulpas de trapo, eran materiales bastante resistentes y de muy buena calidad”.

“Por ejemplo los libros del siglo XIX para acá, son libros de pulpas amaderadas y eso implica que todas esas pulpas poseen una sustancia que se llama lignina, que la posee la madera y que hace que se deteriore más rápido el papel. Esto es lo contrario de lo que sucede con las pulpas de trapo y las de fibras orgánicas que tienen mayor resistencia y durabilidad y no se oxidan tan rápido”.

En ese taller después de que hizo su servicio profesional, comenzó un proyecto relacionado con las fibras del papel, haciendo papel, pero también induciéndolo a un deterioro y a partir de ahí conocer cuál es ese proceso de descomposición y qué factores tanto climáticos como de humedad y del medio ambiente, le van afectando.

Yolanda reconoce que de niña nunca se vio a futuro atendiendo y curando libros. “La verdad que de pequeña era como más activa. Cuestionaba mucho sobre cosas que me intrigaban, siempre estaba preguntando, qué es esto, para qué sirve aquello y por qué. En ese sentido creo que esto es lo que me ha llevado a donde me encuentro ahora. Preguntándome el por qué de las cosas, por qué los libros están hechos de esa manera, por qué se utiliza la piel, por qué se utiliza el papel y por qué tienen esos decorados. Y como es que estas materias también se van deteriorando y por qué una se deteriora más rápido que otras”.

Yolanda Ibarra Munguía reconoce que de niña nunca se vio atendiendo y curando libros (Fotografías de Carlos Olvera).

¿Y has encontrado las respuestas?

Sí, efectivamente, sabiendo la historia de los materiales; justamente por ahí hay un libro que explica cómo se inicia la historia de la escritura y esto implica que se empieza a indagar y experimentar sobre en qué tipo de superficies se puede escribir y a partir de ahí surgen los pergaminos que son la piel sobre la cual escribían; qué tintas utilizaban, que son tintas ferrogálicas, que estaban hechas de galio, hierro y taninos que al impregnarse en el papel ya no se deslavan, no se borran ni desvanecen y que además dependen de qué cantidades de hierro y de galio tiene la concentración de la tinta.

Siempre que se va a iniciar un proyecto, suelo preguntarme  ¿por dónde empiezo?, porque a veces hay bastantes retos atractivos e interesantes respecto a cómo es que ha infligido el deterioro en el documento y una vez que hago el análisis y el diagnóstico, voy determinando los procesos para poder restaurarlo e ir documentando la evolución del rescate que se logró al final, cómo es que tenemos un documento totalmente deteriorado por hongo, por aspergillus, xilófagos y después vemos un documento más completo, estéticamente más atractivo y conservado y esa es una satisfacción bastante agradable.

¿Eres como una doctora de libros?

Muchos piensan de esa manera, pero realmente el objetivo es la promoción; me considero una promotora de la conservación, no nada más porque son libros antiguos requieren estos cuidados, si en casa tenemos una pequeña biblioteca se deben cuidar; no importa que los libros sean contemporáneos, es importante que seamos conscientes de que también se están deteriorando y que también requieren de un mantenimiento, hacerles un barrido o un aspirado, propiamente y estar constantemente revisándolos, porque hay muchos insectos que se comen el papel entonces un día podemos ir a ese librero y sacar ese libro que ya teníamos mucho tiempo que no leíamos o que ni siquiera lo habíamos abierto, pero ya está deteriorado.

 ¿Has enfrentado algún reto especial que te haya dejado alguna huella?

Sí, de hecho tengo aquí un documento que data del siglo XIX que tuvo un deterioro que fue inducido por humedad, estuvo mucho tiempo expuesto a ella y eso provocó que se generara un hongo que empezó a depositarse en la fibras del papel, haciéndolo frágil, el papel se fue haciendo afelpado como si fuera un trapo y las esporas comenzaron a comerse el apresto que es esta sustancia que mantiene unidas las fibras del papel.

Entonces cuando este documento comenzó a ser atacado por el hongo toda la parte superior tuvo un deterioro bastante considerable y se tuvieron que intervenir todas las hojas, se hicieron unos injertos en la parte superior, para darle más estabilidad. Las manchas que aún se pueden ver son las que dejó el hongo, que si bien ya no está activo, si el documento quedara expuesto a las mismas condiciones que le generaron el problema, terminaría consumiéndose en su totalidad.

El daño es evidente, incluso en la tapas que son de cartón grueso que también estaban totalmente deterioradas, donde se hicieron injertos de cartón para darle estabilidad al documento y se realizó una intervención pictórica, una reintegración cromática como en el original, para volver a regenerar de una manera la estética que tenía.

El documento es de 1868, y son decretos del Congreso para el estado de Guanajuato.

El trabajo duró alrededor de dos meses, porque cada injerto que se hizo en las hojas tenía una forma diferente; en la pasta, el trabajo también fue tardado porque tardaban en secar los adhesivos para hacer posteriormente la composición cromática, igualar los colores y semejar las texturas.

Documento de 1868 que tuvo un deterioro por humedad, restaurado durante alrededor de dos meses (Fotografías de Carlos Olvera).

¿Te apasiona esto que haces?

Sí, podría decir que otro de los procesos que realmente me dan una gran satisfacción y que es bastante grato, es precisamente el proceso de reintegración cromática porque también lo relaciono con las artes que fue lo que estudié. Aunque para especializarme en esto estuve tomando algunos diplomados y especializaciones sobre conservación y preservación de patrimonio documental específicamente.

¿Tu familia cómo ve?

Lo veían como un riesgo, porque desde pequeña siempre fui muy alérgica al polvo, al polen, al pelo de los animales. Infinidad de cosas. Y me decían cómo es que me exponía a este tipo de esporas sabiendo cómo era mi salud, pero realmente es algo que me ha tenido sin cuidado, porque conforme ha pasado el tiempo me he visto expuesta a varios contextos en los que he logrado erradicar de alguna manera las alergias y afortunadamente no he tenido ningún problema grave.

Me he enterado de los problemas de salud que causan las esporas en las vías respiratorias, por hacer una mala manipulación o por no protegerse al momento de intervenir algún documento contaminado.

¿Es una profesión de riesgo también?

Sí sobre todo porque están muy expuestas las vías respiratorias. Las esporas están donde quiera y si no hay cuidado al estar desinfectando, las áreas, estar aspirando, traer protección tanto en el cabello, cubrebocas, guantes y la misma bata, podríamos llevarlas en la ropa a casa y causar problemas.

¿Qué podrías recomendarle a la gente que tiene libros?

Hay que tener precaución sobre todo cuando tenemos nuevas adquisiciones que son viejas. A veces, somos muy amantes de andar en los bazares y comprar tanto objetos como libros que puede ser algo fascinante, pero es importante que los aislemos y que no inmediatamente, si se trata de libros, los integremos a nuestra biblioteca, porque no sabemos que contaminantes traiga y van a contaminar a los demás, entonces lo importante es aislarlos y hasta que no les hagamos un aspirado o barrido, los coloquemos con los demás.

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