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LA LUZ QUE ILUMINA A LEÓN

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La emotiva historia de la Patrona de la Capital del Calzado

A pesar de que la ciudad es cada vez más metropolitana y el catolicismo pierde adeptos, cada miércoles, antes del Domingo de Pentecostés, se celebra a la Madre Santísima de la Luz, santa Patrona de la Arquidiócesis de León y Titular de la Catedral Basílica Metropolitana.

Su festividad en el calendario litúrgico es variable y este año su celebración fue el 23 de mayo. Es la principal advocación mariana venerada en la ciudad, símbolo de histórica identidad religiosa y cultural.

La Virgen de la Luz es representada en una pintura donde María porta en su brazo izquierdo al Niño Jesús —quien tiene en su mano derecha un corazón, mientras que con su mano izquierda toma otro de una canasta repleta de corazones, mismos que le ofrece un ángel arrodillado—. María detiene con su mano derecha un alma próxima a caer en las fauces de un dragón del infierno.

La Virgen de la Luz.

Su santuario

Aunque turísticamente el templo Expiatorio tiene mayor difusión mediática, la principal construcción religiosa de León es la Catedral Basílica Metropolitana de la Madre Santísima de la Luz, tesoro religioso, arquitectónico e histórico.

Su mayor tesoro es una pequeña imagen pintada sobre lámina que representa a la Virgen María, y cuyo rostro brilla con mayor claridad durante los días de mayo: la Madre Santísima de la Luz.

Orígenes

A principios del siglo XVIII, la isla de Sicilia y su capital, Palermo, vivían una gran crisis que afectaba el proceso de evangelización cristiana. El misionero Giovanni Antonio Genovesi, sacerdote miembro de la Compañía de Jesús, que predicó el evangelio en regiones de Italia durante 20 años, consideró determinar a la Santísima Virgen María como protectora.

Se requería una imagen de la Virgen. Al religioso acudió una devota mujer a la que se le había aparecido la Madre de Dios. Genovesi escuchó la descripción de la mujer y encargó a un pintor la obra. La primera versión no gustó, por lo que se hizo una segunda propuesta en la que, señala la creencia, “la virgen misma dirigiría la mano del pintor, aunque éste no la viera”.

Los jesuitas comenzaron a promover en Sicilia el culto a la nueva advocación de la Virgen bajo el título de “María Madre Santísima del Lume”, cuya veneración se extendió por el mundo católico europeo.

La Virgen eligió a León

Bajo este contexto, la advocación mariana tendría en León su gran lugar de identidad: el sacerdote José María Genovesi —probablemente hermano o pariente cercano de Juan Antonio Genovesi—, trajo en 1732 a la Nueva España el cuadro original de la Madre Santísima de la Luz para que la imagen, tan amada y estimada en Sicilia, lo fuese también por los fieles novohispanos.

Resolvió dejarla como merced en algunas de las casas que la Compañía de Jesús tenía en la Nueva España. Estuvo en la Iglesia de la Profesa de México y otras de gran importancia, ubicadas en diversas regiones del reino. Entre los solicitantes estaban los leoneses.

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