Fotografiar y tener la sensibilidad de extraer de lo cotidiano la magia del instante, es una cualidad que Ángela Olivia Vela desarrolló cuando durante su época universitaria tuvo su primera estancia en Alemania. No dominar el idioma y tener por ello conflictos para comunicarse en un país ajeno, la llevó a una introspección que le mostró una visión nueva del mundo en general y de los detalles en particular.
Y es que su mejor compañera fue la cámara, con ella recorría los bosques, a través de ella descubría la naturaleza con una visión diferente y aprendió a entablar una comunicación distinta con los otros:
“Me inspira la naturaleza misma, me inspiran los pequeños detalles, soy una gran observadora de las cosas aparentemente imperceptibles. Igual puedo tomar una foto de la pluma de un ave a la que le da de una manera especial la luz, que la de un insecto muerto o el detalle de una hoja o una flor. Las peculiaridades son lo que más me apasiona. También en el retrato: un ojo, un brazo, la textura de la piel. Las cosas que son abstractas me inspiran. Soy admiradora de Bauhaus, de Van Gogh, del dadaísmo”.
Desde el punto de vista de Olivia, la foto se ha convertido en un potente vehículo de comunicación debido a que gracias a los dispositivos los clics han aumentado potencialmente: “Hoy es bastante fácil tomar buenas fotos, sin embargo, al fotógrafo no lo hace el equipo sino la manera de observar el mundo”.
A través de su lente percibe la realidad que la habita, con todo y sus formas ocultas, mágicas, subliminales y fantásticas desde la profundidad de una visión única que nos devuelve aquello que por la cotidianidad hemos dejado de descubrir y de observar. Como la textura de una abeja bicolor, las transparentes y brillantes alas de una libélula, las más de cien florecillas que contiene un diente de león, los distintos tonos de verde que se entretejen en la rama de un árbol bajo los rayos del sol.
Olivia Vela se ha convertido en una referencia de la fotografía llevada hasta objetos de uso cotidiano: “Se me ocurrió hace muchos años pero no había dado el salto, primero, por falta de confianza en mí misma, y después por la falta de confianza en que lo que hago pueda gustarle a los demás tanto como me agrada a mí”.
Es necesario tomar en cuenta que antes la fotografía era meramente una forma de atesorar recuerdos, evidenciar o documentar un hecho, sin embargo, hoy ha cambiado totalmente el concepto. La fotografía ahora es creativa, un medio de transmisión y de expresión, ya no de la realidad, sino de la visión personal del fotógrafo. Es un lenguaje sin palabras.
Ángela nos comparte que al principio tenía la esperanza de darse a conocer a través de exposiciones en museos, presentando su obra enmarcada, pero descubrió que era algo más complicado de lo que pensaba, así que se animó a llevar a cabo su idea, pero no a través de objetos utilitarios sencillos, sino de colección, ya que eso le daría un plus a su trabajo porque serían piezas únicas de una imagen exclusiva.
“Decidí que lo más comercial era imprimir fotos de Guanajuato, de sus tradiciones y de flores. De cosas que la gente generalmente compraría e ir introduciendo entre esas imágenes mi propia visión del ecosistema de lo que es Guanajuato, la gente y mi manera muy particular de ver el mundo… Me encantan los insectos. Tengo infinidad de imágenes. Hago tazas y postales. También he incursionado mucho en artesanías y últimamente he estado haciendo bordados de insectos y de naturalezas muertas, espero que la gente se acerque a lo que estoy haciendo y vea lo que hago. Igual y los atrapo con mi universo”.
Para Ángela Olivia la parte difícil del camino ha sido incursionar en las ventas sin haber tenido acercamientos previos al comercio. Está aprendiendo a dominar esta parte con la ventaja de que tiene conocimientos de redes sociales y sabe que pronto podrá traspasar estas limitantes que, asegura ella misma, se ha puesto para lograr hacer crecer su emprendimiento.
“Tengo muchas ganas de hacer cosas nuevas con la fotografía, cosas que tengan que ver más con una historia. Tengo muchos escritos inspirados con cosas que he hecho en la imagen, la misma imagen me detona historias. En mi cuenta de Instagram tengo fotos acompañadas de historias que no necesariamente describen la historia sino mi sentir. Quisiera trabajar más en eso y en la foto intervenida que es algo a lo que me he resistido pero que creo que es momento de hacer. Seguir trabajando y estudiando la edición y animación en imágenes, no solo usando la fotografía sino también diseñando imágenes digitales”.
“Con respecto a esta pareidolia que he desarrollado o que tengo de andar viendo figuras y rostros en todos lados, tengo una serie de fotos que se llama el rostro de las cosas y de esas fotos tengo ideas para hacer textos. Me gustaría trabajarlos desde la parte digital para hacerlos más vivos y con más movimiento para hacer una pequeña historia”.
Como suelen hacer quienes llevan la fotografía en el alma y en el corazón, Ángela Olivia Vela va con su cámara al hombro para captar todas aquellas imágenes que no vemos, pero que a ella se le presentan como un todo inspirándola a capturarlas para que, en lo sucesivo, quienes las vean atrapadas en una taza, una bolsa o una postal se lleven en la memoria ese instante congelado que ella perpetua.