Inicio Equis Gente ALICIA DÍAZ MEDINA HEREDERA DE UNA HERMOSA TRADICIÓN: CARRITOS MINEROS DE BARRO

ALICIA DÍAZ MEDINA HEREDERA DE UNA HERMOSA TRADICIÓN: CARRITOS MINEROS DE BARRO

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Cuenta la leyenda que dos viajeros en tiempo de la conquista española se encontraron con la oscuridad de la fría noche a mitad de la sierra. Para calentarse encendieron una hoguera resguardada entre piedras, pero cuando la luz del fuego las iluminó se dieron cuenta de que las rocas tenían metales preciosos, y fue así como la minería comenzó hace más quinientos años en este territorio, y hasta nuestros días sigue siendo una práctica vigente.

A lo largo de los siglos, la tierra ha sido escenario de vida mientras que en sus entrañas resguarda la muerte, no todos los enviados a horadarla y vaciarla del oro, plata y minerales que corren por sus venas han tenido la suerte de bajar y regresar con vida. Y sin embargo, la minería es la que ha dado lugar a asentamientos que luego han sido municipios y capitales, como sucedió con Guanajuato.

Para muchas familias, esta actividad ha sido el sustento generación tras generación, de alguna u otra manera, como sucede con la familia de Alicia Díaz Medina, quienes a lo largo de al menos tres generaciones han trabajado haciendo carritos mineros con barro y minerales en el Cerro del Cuarto, aquí, en Guanajuato Capital. Ella nos cuenta que su abuelito era quien los hacía; al fallecer, su papá continuó con la actividad, y ahora es ella quien sigue adelante con estas artesanías que perpetúan la unión de la tierra en forma de barro con trozos de mineral.

Alicia Díaz Medina, artesana de carritos mineros con barro y minerales, en la Casa de las Artesanías de Guanajuato capital.

“Mi abuelito tenía una tienda en Alonso, él se llamaba Santos Macías, nosotros veníamos a ayudarle porque luego él se enfadaba y nos pedía que le echáramos la mano. Hacíamos en la casa los carritos y luego los traíamos acá a la tienda. Luego le ayudábamos a poner las rueditas porque deben estar frescos para poder ponérselas. También nos ponía a hacer los mineros y nos decía:

«Este no está bien» y así nos fuimos acostumbrando… Ahora ayudan mis hijos y mis nietos, son muy acomedidos. Cuando falleció mi papá, y antes de que muriera siempre me decía que no dejara de hacer los carritos porque es una tradición que no debía perderse. Le dije que nadie quería trabajarlos y me dijo que lo hiciera yo. Fue algo difícil porque mis hijos, todos, estudiaban y no querían, cuando llegaban de la escuela les decía: Quítate tu ropita y ponte porque vamos a hacer los carros» y eso fue lo difícil pero finalmente, aunque son licenciados e ingenieros, me ayudan. Llegan a la casa y me dicen: «Déjame cambiarme mi ropita» y me ayudan.  

La alfarería nace como una alternativa de vida cuando la Independencia o la Revolución Mexicana impidieron que el trabajo minero continuara; y también cuando hay un periodo de inestabilidad porque las minas están cambiando de dueños. Es así como los mineros que perforaron y extrajeron, luego acariciaron y dieron formas caprichosas a esa misma tierra. 

Alicia explica que es de Santa Rosa la tierra con la que hacen el barro: “Nos las venden en costales, la echamos en una pila y le ponemos agua, luego la pisamos hasta que se hace como atole y la colamos hasta que se forma el barro… los carritos los hacemos con moldes en los que ponemos el barro y se van formando. Tenemos moldes para 100 carritos, nos tardamos tres horas para hacerlos después de días de haber trabajado el barro para que esté listo”.

Una vez que los carritos han sido terminados, se decoran con minerales: “Cuando era niña nos íbamos al cerro donde piedras con minerales estaban por todas partes regadas en la superficie de la tierra, estaban dispersas en el monte y nos las podíamos llevar libremente. Pero cuando vendieron las minas a los canadienses nos dijeron que no podíamos seguir llevándonos las piedras porque eran de su propiedad, les expliqué que me mantengo de esto y me dijeron que fuera a una oficina. Llegamos al acuerdo de que me las iban a vender y desde entonces se las compro”.

Otra de las cosas que le han inspirado sus carritos mineros es a aprender las propiedades de las piedras, los cuarzos y los minerales porque la gente siempre quiere saber para qué sirven unas y para qué sirven otras.

Carritos mineros y otras piezas artesanales, típicas de Guanajuato capital, que recogen algo de la histórica tradición de las minas guanajuatenses.

Para Alicia, a pesar de todo, hacer estas artesanías es un orgullo y representa un trabajo que hace con mucha pasión porque en cada carrito y cada minero está el espíritu de su abuelo, el amor de su padre, la herencia familiar y la esencia del amor a Guanajuato y a su historia.

“Lo bonito de esta actividad es que participamos en muchas cosas. En una ocasión me pidieron donar 100 carritos mineros para Estados Unidos, los llevé a la Escuela de Minas para dárselos regalados y sentí muy bonito que toda la gente decía que estaban hermosos. Los americanos me dieron aportaciones y aunque yo no quería, ni tampoco creí juntar tanto, fue sorpresivo y una experiencia muy gratificante”.

Alicia Díaz Medina, realiza su actividad con orgullo y alegría. Habla de su labor sonriendo. Porque para ella, ser la heredera y transmisora de esta tradición es continuar viajando sobre los rieles de ese barro y mineral que ha engrandecido a Guanajuato gracias al valor de personas como ella, que con honor y gratitud da forma a cada rueda y cada pieza que dan vida a esos carritos mineros que son hechos tras horas de trabajo incansable desde cero, para después ser vendidos en tan solo 10 y 20 pesos, según sea el tamaño.

Hasta el 7 de enero, Alicia y sus carritos mineros estarán en la Casa de las Artesanías ubicada en Plaza de la Paz junto con otros productores guanajuatenses.

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