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LA LEYENDA DE LOS CROMOS Y LA MEMORABLE “GALAS DE MÉXICO”

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Una calurosa tarde de 1913, en plena refriega de la Revolución Mexicana, Santiago Galas Arce (1886-1970), inmigrante de Santander, España, vio cristalizada su vieja ilusión de emprender el camino que lo llevara a ser uno de los impresores más importantes de la Ciudad de México: por mil 500 pesos pudo comprar una modesta y sencilla imprenta.

El joven Santiago acariciaba un objetivo firme: hacer de su negocio una empresa grande, única, extraordinaria. Inmediatamente después de adquirir la maquinaria, fundó “Galas de México, S. A. de C. V.”, a la fecha conocida en varios países del mundo como una de las imprentas más importantes que han existido en la geografía de la República Mexicana.

En 1933 amplió sus instalaciones y se ubicó en la Calzada San Antonio Abad (vialidad que cuadras adelante cambia su nombre por Calzada de Tlalpan) con varias secciones, entre ellas un estudio para pintores y un taller de fotografía. Fue una imprenta pionera en contar aquí con un sistema offset para impresión de cromos y calendarios publicitarios.

Imágenes inscritas en la mitología prehispánica nacional, estampas folclóricas mexicanas así como de héroes típicos, el Charro y la China Poblana, quedaron representadas en estos calendarios.

Entre el taller de impresión que inicialmente compró en el Centro Histórico de la capital del país en 1913, y el de 1933, había una gran diferencia. 20 años de trabajo le granjearon fama y prestigio, respeto y admiración, tanto de sus colegas y de las empresas que le encargaban calendarios, como del público amante de los cromos, del arte y de la historia.

Los cromos que acompañaban a los calendarios eran sumamente llamativos. Paisajes que eran alegorías de episodios históricos verdaderos, como las escenas de la Independencia y la Revolución, lo mismo que imágenes inscritas en la mitología prehispánica nacional, como la Leyenda de los Volcanes, y héroes típicos, como el Charro y la China Poblana.

Personajes religiosos, deportivos, del entorno urbano y otros, desfilaron por esos cromos de hasta 60 centímetros de alto por 30 de ancho. La sensualidad y belleza de las mujeres mexicanas, la gallardía de los hombres, actores y actrices del cine nacional, del ámbito artístico y cultural, también llegaron a figurar en esos objetos que la gente coleccionaba.

Lo que esa misma gente del pueblo ignoraba es que se realizaban a partir de fotografías tomadas con extraordinaria calidad y profesionalismo a pinturas (acuarela, óleo o pastel) debidas a artistas plásticos reconocidos como José Bribiesca Ruvalcaba, Antonio Gómez y Rodríguez, Humberto Limón, Jaime Sadurní, Eduardo Cataño, y Vicente Morales.

Otros artistas que enriquecieron la colección son Juan de Dios Peña Ganho, Jesús de la Helguera, Aurora Gil, Ángel Marín, José Bribiesca Casillas, Jorge González Camarena, Conchita Pesqueira, Luis Améndolla, y Manuela Ballester. Algunos eran contratados porque ya contaban con un historial de fama, otros apenas eran jóvenes incipientes.

La exposición La leyenda de los cromos. Imprenta Galas de México está integrada por reproducciones en gran formato de numerosos cromos que en su momento adornaron los hogares mexicanos, los talleres, las oficinas y las escuelas.

Los pintores realizaban los cuadros para ser reproducidas en miles y miles de calendarios, uno de los proyectos más ambiciosos y a la vez más entrañables para Galas Arce. Muchas obras fueron hechas por encargo, a petición de alguna marca que deseaba anunciarse en el pergamino entre esa imagen y las 12 hojas del calendario anual, una por mes.

En el año 1976 la empresa fue adquirida por Grupo Carso, que modernizó la imprenta y rescató los acervos, tanto artísticos como de maquinaria y herramientas, hoy convertidos en Patrimonio de Arqueología Industrial. En 1994, Museo Soumaya Fundación Carlos Slim comenzó a inventariar, catalogar, investigar y difundir todo ese patrimonio cultural. 

La historia de esta empresa emblemática del crecimiento industrial mexicano relata que entre los años 1930 y 1940 “Galas de México” estuvo a la cabeza en la producción de calendarios e imágenes comerciales en este país y en algunas naciones de Iberoamérica donde los cromos despertaron la curiosidad y el amor por México en varias generaciones.

Lo anterior se observa en la exposición La leyenda de los cromos. Imprenta Galas de México, abierta actualmente y por tiempo indefinido en el Atrio de San Francisco (Av. Francisco I. Madero 7, Centro Histórico de la Ciudad de México), espacio de acceso gratuito donde además de conocer extraordinarias obras plásticas y la historia detallada de esa icónica empresa, el público se siente en un oasis dentro de la inmensa capital. 

La muestra está integrada por reproducciones en gran formato de numerosos cromos que en su momento adornaron los hogares mexicanos, los talleres, las oficinas y las escuelas, pues su belleza y el aprendizaje que encierran eran enormes. La mayoría de las ocasiones, fueron obsequiados por el personal de los más diversos negocios a sus clientes leales.

Los repartidores manejaban dos tipos de camionetas, la “Delivery Panel Truck” de Ford Motor Company, fabricada entre 1948 y 1952, y la “Task Force” de Chevrolet de 1955, mismas que, restauradas, pueden apreciarse en la exposición.

Con la finalidad de llevar al visitante al entorno real de los años de gloria de “Galas de México”, la exposición incluye la presencia de dos camionetas repartidoras, originales, de esa mítica empresa. Millones de calendarios fueron repartidos en esos vehículos que salían de la fábrica en San Antonio Abad hacia varios destinos de la Ciudad de México.

Obsequiados a su clientela por los grandes y pequeños comercios, los almanaques se distribuían a lo largo y ancho de la Republica Mexicana y de la América Latina. Los repartidores manejaban dos tipos de camionetas, la “Delivery Panel Truck” de Ford Motor Company, fabricada entre 1948 y 1952, y la “Task Force” de Chevrolet de 1955.

Seguramente, ambas camionetas fueron adquiridas en Detroit, Michigan, Estados Unidos, ciudad que en esos años era la capital automovilística mundial. Ahora, el público que tiene acceso gratuito las puede admirar, y tras recorrer la muestra, tomarse una foto para el recuerdo, sentarse en las banquitas ahí dispuestas, y gozar una plácida tarde invernal.

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