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¡SE CAYÓ EL ÁNGEL!

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Esperanza despertó sobresaltada y de un codazo alertó a su esposo para decirle con un grito de pavor: “¡Roberto!, ¡Creo que está temblando!”. Él abrió desmesuradamente los ojos y le soltó en la cara: “Sí, está temblando”, y salió corriendo de la casa, no sin antes tomar en sus brazos a sus hijas mientras ella cargaba a Beto, el nuevo bebé de la familia.

Eran las 2:40 horas del 28 de julio de 1957. La Ciudad de México experimentó un sismo de 7.9 grados en la escala de Richter, con epicentro ubicado a 90 kilómetros al sureste de Acapulco, Guerrero. La Columna de la Independencia sufrió graves daños, especialmente por la caída de la icónica escultura de su cúspide. Sí, esa madrugada se cayó el Ángel.

Como Esperanza y Roberto, miles de capitalinos abandonaron el lecho para ir a las calles de la ya entonces gran ciudad. Lo mismo de casas humildes, que de nuevos y relucientes hoteles de lujo levantados sobre el Paseo de la Reforma, la gente del pueblo y los turistas internacionales, vivieron momentos de miedo por el temblor que los arrancó del sueño.

Dos vistas del fragmento de la cabeza original del Ángel de la Independencia. (Fotografías de Juan Carlos Castellanos)

La Columna de la Independencia es quizá el monumento histórico más representativo de la Ciudad de México. Conmemora la gesta independentista, y resguarda los restos óseos de los próceres que, entre 1810 y 1821, participaron en la lucha por una nación libre y autónoma. Desde su inauguración en 1910 es visitado por millones de personas cada año.

La Victoria Alada se desplomó quedando destrozada y desde entonces popularmente al sismo de julio de 1957 se le conoce como “El temblor del ángel”. La escultura de bronce quedó semi destruida y su cabeza no logró restaurarse por lo que se le hizo una nueva. El trabajo de restauración se encomendó al famoso maestro escultor José Fernández Urbina.

Su trabajo consistió en rehacer la cabeza y el brazo izquierdo, principalmente, así como reparar el busto y el manto. El Ángel de la Independencia es una alegoría alada de Niké, la diosa griega de la Victoria, y es uno de los símbolos de la Ciudad de México. Pero la cabeza original se conserva todavía. Está en el Archivo Histórico de la Ciudad de México.

La Victoria Alada cayó y tuvo que ser sometida a una reconstrucción a fondo. (Fotografías, cortesía del Archivo Histórico de la CDMX)

Ese archivo lleva el nombre de Don Carlos de Sigüenza y Góngora (1645-1700) como un homenaje al ilustre y valiente mexicano que salvó el Archivo del Antiguo Ayuntamiento del incendio provocado por el motín del 8 de junio de 1692. Con sus manos y sin ayuda de nada ni nadie, sacó de entre las llamas papeles, mapas y documentos hoy valiosos.

Tras ocupar varios locales, ahora se halla en la que fuera casa de los Condes de Heras y Soto, palacio construido en la segunda mitad del siglo XVIII. Es ejemplo de arquitectura civil que contribuyó, en primera instancia, a que la capital fuera llamada “La Ciudad de los Palacios”. Está en República de Chile número 8, esquina Donceles, Centro Histórico.

Su construcción excepcional revela la validez universal de su lenguaje plástico y es testimonio de la singularidad y alto nivel de desarrollo de la capital del país. La mandó construir en 1760 el capitán sevillano y conocido platero Adrián Ximénez de Almendral, quien fue el dueño original. Sin duda era un hombre de buen gusto y gran cultura general.

Así lucía la Columna de la Independencia antes del sismo de 1957. Y en la imagen siguiente cómo captó una vista aérea a la hermosa escultura una vez reconstruida. (Fotografías, cortesía del Archivo Histórico de la CDMX)

Posteriormente, la propietaria fue la hija del Conde de Heras y Soto, de donde proviene el nombre con el que también se conoce al edificio en la actualidad. El 8 de julio de 1931, el inmueble fue declarado oficial y merecidamente monumento histórico, con el objetivo de preservar el patrimonio artístico del que destaca el trabajo de su fachada de fina cantera.

En 1972, el gobierno del entonces Distrito Federal compró y restauró la construcción que, desde 1981, se convirtió en la sede de este acervo que resguarda miles de documentos de la Ciudad de México desde el año 1524. Una placa a la entrada del inmueble informa que lleva el nombre de Don Carlos de Sigüenza y Góngora. La Sala de consulta abre de lunes a viernes de 9:00 a 17:00 horas y la biblioteca de 9:00 a 15:00 horas. La entrada es libre para todos.

Aspectos interiores y exteriores del recinto que resguarda la memoria de la CDMX, y lo que el sismo de 1957 dejó de la cabeza del Ángel original. (Fotografías de Juan Carlos Castellanos)

Sobre el Ángel de la Independencia, cabe recordar que para la edificación de la columna que lo sostiene se colocó la primera piedra el 2 de enero de 1902. En 1910, dentro de las fiestas del Centenario de la Independencia de México, se inauguró con gran pompa en ceremonia oficial y a la vez popular encabezada por el entonces presidente, Porfirio Díaz.

Tras el temblor del 28 de julio de 1957, la columna de 52 metros de altura y la escultura original se sometieron a reconstrucción, del 1 de agosto de 1957 al 1 de septiembre de 1958, y todo el conjunto fue reinaugurado el 16 de septiembre de 1958. Dato curioso, el monumento tuvo un costo de 2 millones 150 mil pesos de la época de don Porfirio Díaz.

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