Inicio Las otras resistencias JUANA BELÉN GUTIÉRREZ: ANARQUISTA Y REVOLUCIONARIA

JUANA BELÉN GUTIÉRREZ: ANARQUISTA Y REVOLUCIONARIA

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Breve estancia en Guanajuato de una precursora del periodismo feminista en México

En 1901 comenzó a circular en la ciudad de Guanajuato la revista Vésper, que con el lema de “¡Justicia y Libertad!” difundía los ideales liberales y anarquistas en oposición al gobierno de Porfirio Díaz. Además de ser una publicación radical, tenía otra gran peculiaridad: era escrita y editada por Juana Belén Gutiérrez, ejemplo de mujer periodista, que es, al igual que Ricardo Flores Magón y otras figuras relevantes, una de las personalidades históricas con más repercusión en las luchas que se desarrollaron en México a lo largo del siglo XX.

Juana Belén vivió en la ciudad de Guanajuato un importante pasaje de su vida. En el contexto de la conmemoración del Día Internacional de las Mujeres es importante enmarcar cómo la ciudad de Guanajuato fue también escenario de la lucha por los derechos femeninos.

La lucha de este personaje se registró en varios frentes: el ideológico, a través de la prensa, con encendidos discursos en contra de la dictadura porfirista; la lucha al lado de Emiliano Zapata y como precursora del feminismo —al ser una de las primeras voces que exigieron a Madero el voto para las mujeres—, así como reivindicaciones laborales específicas para las trabajadoras.

Dos imágenes de Juana Belén Gutiérrez. 

El origen

Juana Belén Gutiérrez nació el 27 de enero de 1857 en San Juan del Río, Durango. La pobreza de su familia no fue obstáculo para su superación. Inmersa en un ambiente de luchas mineras, se instruyó y fue autodidacta. Se casó en 1892 con Cirilo Mendoza, a quien enseñó a leer y escribir. La pareja se trasladó a Sierra Mojada, Coahuila, donde el hombre fue contratado como rayador de la mina “La Esmeralda”. Tuvieron tres vástagos, de los que les sobrevivió una hija.

La vida minera fue muy dura y Juana desahogaba sus angustias en las letras. Así, leyó a Bakunin y Kropotkin, entre otros anarquistas, que orientaron su pensamiento hacia el anarco-sindicalismo. Escribió sobre la explotación que sufrían los mineros y comenzó a ejercer el periodismo, su pasión y motivo de persecuciones constantes.

Lejana del modelo de “ángel del hogar”, de dama elegante o resignada acompañante, características del modelo porfiriano, Juana Belén se reunía con los hombres en los círculos liberales y debatía con los hermanos Flores Magón, con Camilo Arriaga o Librado Rivera, que tenían como fin el derrocamiento del gobierno de Porfirio Díaz.

Escritora apasionada, lo mismo redactaba incendiarios discursos de oposición que poesía, publicada en un libro en 1900, año en que se funda el Partido Liberal Mexicano (PLM).

Estancia en Guanajuato

Su convicción de la necesidad de una prensa libre para agitar y organizar a las masas llevó a Juana a vender su único patrimonio: unas cabras. Con el dinero pudo comprar una imprenta, con la que imprimiría su primer periódico: Vésper.

Diversos estudios señalan que la revista comenzó a circular en la ciudad de México en 1901. La historiadora Ana Lau Jaiven, del Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, señala que Juana Belén comenzó su actividad de impresora periodística en la ciudad de Guanajuato.

La revista fue impresa luego en la ciudad de México. En esa publicación semanal germinaron feroces artículos que atacaban a la dictadura porfirista y denunciaban la complicidad del clero. La represión no tardó y el gobierno decomisó la imprenta, pero la mujer logró ocultarse.

Juana Belén, la coronela revolucionaria

A partir de Vésper, Juana se inició en el periodismo político a los 22 años. Pasó a colaborar en el Diario del Hogar y en El hijo del Ahuizote, donde escribió incendiarios artículos, uno de los cuales le costó su libertad: fue un reportaje en el que describía las condiciones infrahumanas de los mineros de La Esmeralda en Minas Nuevas, Chihuahua. Su encarcelamiento refrendó sus convicciones y tras su liberación fundó el Club Liberal Benito Juárez, uno de los más de 100 clubes de oposición a Díaz que brotaron por todo el país.

Tenía 46 años de edad cuando, en 1903, firmó como primera vocal el Manifiesto del Club Liberal Ponciano Arriaga, pidiendo la libertad de presos políticos y libertad de sufragio, entre otras demandas. Durante el mitin, policías disfrazados de civiles fingieron un alboroto y Camilo Arriaga, junto con Juana Belén, los hermanos Flores Magón y Juan Sarabia fueron recluidos en la tétrica Cárcel de Belén. Más tarde desterrada a Laredo, Texas, ahí se reunió con los hermanos Ricardo y Enrique Flores Magón, Santiago de la Hoz, Juan Sarabia, Elisa Acuña y Rossetti, y Sara Estela Ramírez. 

Juana fue excarcelada al poco tiempo, pero no debilitaron su espíritu de lucha. Apenas estuvo libre, junto con las dos mujeres mencionadas continuó con la publicación de su periódico. Con Acuña redactó Fiat Lux, periódico de tendencia socialista. Las persecuciones la obligaron a huir del país y regresó en 1905 para reiniciar la publicación de Vésper, editar un nuevo periódico llamado Anáhuac y escribir para el diario Excélsior así como formar células de obreros alrededor de una nueva organización: Socialismo Mexicano. 

A finales de 1907, fundó “Las Hijas de Anáhuac”, grupo conformado por 300 mujeres con ideología anarquista que se reunían los domingos por la tarde y que desde 1904 demandaban, por medio de huelgas, mejores condiciones de trabajo para las mujeres. Fue tal la peligrosidad de Juana Belén, que Porfirio Díaz la deportó hacia los Estados Unidos.

Regresó en 1909 para sumarse a la lucha maderista y fundar el Club Político Femenil “Amigas del Pueblo”. Sin embargo, tuvo diferencias con otros miembros del Partido Liberal Mexicano y se separó de ellos. Aunado a lo anterior, el Círculo Ponciano Arriaga organizó un complot que tenía por meta la rebelión de las tropas en el cuartel de San Diego, en Tacubaya, para provocar la insurrección espontánea de toda la población. La gente no se inmutó y Juana Belén terminó en San Juan de Ulúa, adonde eran enviados los presos políticos. 

En 1910 Francisco I. Madero había subido a la presidencia; sin embargo, los cambios por los que se le apoyó no llegaban, pues se conservó toda la estructura del régimen anterior; continuaban las persecuciones, y también la existencia de presos políticos. En enérgicas cartas, Juana Belén exige a Madero el voto para las mujeres, demanda que el presidente desoye.

Decepcionada de Madero, Juana se une al zapatismo y contribuye a la elaboración del Plan de Ayala en 1911. Por su arrojo y valor, Emiliano le otorga el grado de coronela. Existen testimonios de que, durante la toma de una hacienda, un insurgente del Ejército del Sur violó a una mujer: Juana Belén ordenó fusilarlo, como lección.

En 1914 dirigió en Chilpancingo, Guerrero, el periódico indigenista La Reforma, y desarrolló un grupo organizativo y político. Para 1916 se le señaló como “zapatista convicta” por los carrancistas. Estuvo presa diez meses. A su salida fundó el Consejo Nacional de Mujeres Mexicanas y continuó su labor propagandística al fundar, en 1919, El Desmonte, con artículos sobre la vida política y sindical, año en que dejó al zapatismo tras la artera muerte de Emiliano a manos de Guajardo.

Comunista, anticomunista, funcionaria y feminista

La suerte de Zapata no aplacó a Juana Belén. En 1921, la mujer creó en Morelos una colonia agrícola experimental: la “Santiago Orozco”. Fue colaboradora de Vicente Lombardo Toledano durante su gubernatura en Puebla y de 1921 a 1922 militó en el Partido Comunista Mexicano. Sin embargo, rompió también con el partido y publicó ¡Alto!, donde se pronunciaba contra la desnacionalización de México desde una perspectiva indigenista y profundamente anticomunista. En ese mismo año dirigió el Hospital de Zacatecas. Luego fue inspectora de escuelas federales en Querétaro y en Zacatecas de 1925 a 1930.

Fotografía de la familia de la revolucionaria, y a su lado la portada de un ejemplar de “Vésper”.

A los 73 años (en 1930) inició la publicación de otro periódico: Alma Mexicana. En ese mismo año fundó el grupo “Indo América”, que reivindicaba la unión latinoamericana contra el colonialismo estadunidense. Muchas de esas ideas están plasmadas en su ensayo “Por la tierra y por la raza” (1924). En 1932, Vésper entró en su cuarta y última época. 

De 1937 a 1941 fue directora de la Escuela Industrial para Señoritas de Morelia, Michoacán. En 1940 fundó el grupo “La República Femenina”, que sostenía que el desequilibrio social provenía del triunfo del patriarcado sobre el matriarcado. Durante todos estos años y hasta su muerte, el 13 de julio de 1942, continuó escribiendo artículos periodísticos.

El paso de Juana Belén Gutiérrez fue fugaz en Guanajuato, pero no por ello menos importante. Junto con Práxedis Guerrero es el ejemplo del periodismo guanajuatense crítico y honesto, que va y ve más allá de los hechos. Las ideas revolucionarias de ambos se reflejaron en la Constitución de 1917 para demostrar que sus letras aportaron más a la revolución que las balas de los caudillos.

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