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ENTRE EL GATUNO, EL BARRETERO Y EL MOSCO, JARABES, CHOTISES Y SONES DE LA IDENTIDAD GUANAJUATENSE

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En el kiosco del jardín de Mineral de la Luz resuena el zapateado del Jarabe Gatuno, calificado como “escandaloso, obsceno y ofensivo a los castos oídos” y que incluía coplas picarescas y satíricas. Por eso fue prohibido durante la época colonial, pero en Guanajuato el espíritu rebelde lo mantuvo en la memoria y ahora es uno de los bailes folklóricos emblemáticos del estado.

Se le recriminaba por la creencia de que su coreografía imitaba los movimientos y maullidos al enamoramiento de los gatos en celo y porque también insinuaba la ingenuidad del macho engañado.

La danza sensual del Jarabe Gatuno no es cosa menor: es un baile de mineros y sus parejas las galereñas, y se le reconoce nada más y nada menos como antecedente histórico y cultural del Jarabe Tapatío, símbolo de la mexicanidad.

En el kiosco del jardín de Mineral de la Luz, en la interpretación de jóvenes entusiastas, resuena el zapateado del Jarabe Gatuno.

De ese baile habla Juan Diego García Hernández, estudiante de licenciatura en danza folklórica mexicana, bailarín principal del grupo folklórico Itaí, de la ciudad de Guanajuato. Es un conjunto de adolescentes y niños que recrean una serie de bailes, entre ellos los más representativos del estado, como son el ya citado Jarabe Gatuno y el chotis El Barretero.

Añade que el Jarabe Gatuno fue prohibido por la Iglesia y el gobierno virreinal por considerarlo inculto (no propio para el culto católico) y algo indecente para la época; “por los movimientos que lleva el baile”, recalca.

También le fascina El Barretero, danza que representa el trabajo del barretero y la galereña en la mina. Es un chotis recuperado por el maestro Rogelio Zarzosa, de la Casa de la Cultura de Celaya, le reconoce. Se trata del mismo apasionado de la danza que recuperó el Jarabe Gatuno que, junto con el son de El Mosco, representan el espíritu dancístico del Guanajuato colonial.

Para Juan Diego, los sones y jarabes representan un referente de lo que es la ciudad de Guanajuato y es un orgullo expresarlos con su vestimenta de manta, faja roja, sombrero de ala ancha y copa ovalada media y su paliacate colorado, que hace par con el vestido ampón, holanado y bicolor de la galereña, para recrear un tipo de expresión cultural “que es parte de nuestra identidad como guanajuatenses”.

En otras versiones, el bailarín luce el atuendo de chinaco de principios del siglo XIX, distinguido por su paliacate en la cabeza y sus chaparreras bordadas.

Llama la atención que niños de todas edades y estaturas representan los bailes que contribuyen a la identidad de un Guanajuato colonial. Shirel Imelda Gutiérrez Nina, estudiante de prepa y también integrante del grupo, explica lo que representa para ellos ser parte del proyecto: “Es algo mágico, que nos representa más que como personas, como sociedad; es muy bonito hacer algo que te apasiona, que vives por hacerlo y que te mueve”.

Miriam Michelle Mina Martínez, pequeña que estudia primaria, agradece a su maestra y añade: “Te mueve y te saca del internet”

Nadia Aurora, Amada Naomi, Yuritzi Itaí, Angel Flores y Rolando Santiago también manifiestan sus inquietudes.

Niños y jóvenes representan los bailes que contribuyen a recuperar la identidad de un Guanajuato colonial. 

Irreverente

En el Jarabe Gatuno las parejas no se tocaban, pero acercaban en demasía sus rostros, simulaban arañazos y sus coplas eran atrevidas y con burlas al clero y a las autoridades. En la coreografía se simula el arañazo de gato como una representación de una reacción pasional. La picardía es su esencia en el ritmo y en la letra:

El Jarabe Gatuno

Me dijiste que era un gato

el que entró por tu balcón;

me dijiste que era un gato

el que entró por tu balcón;

yo le he visto gato prieto

con sombrero y pantalón,

yo le he visto gato prieto

con sombrero y pantalón.

Shirel convivió también con integrantes de una estudiantina que fueron llevados a mostrar al mundo la identidad musical cuevanense en ese lugar declarado como Barrio Mágico. La bailarina remata: “Me gusta que se sienta como un ambiente cálido, como si fuera un abrazo de Guanajuato”.

¡¡¡Miauuuuuuuu!!!

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