Por supuesto que ya conocía Artilugios, yo misma tengo en mi alacena una taza de ellos que mi hijo me regaló. Es de mis preferidas porque es grande, está llena de colores por dentro y por fuera, no sólo mantiene caliente mi café, sino que me da una sensación de calidez. Y especialmente, porque la taza lleva escrita la frase “La mejor mamá del mundo”.
Por eso es que cuando vi aquí en Guanajuato, en la Calle Alonso número 65, un local de Artilugios, me apresuré a entrar para volver a maravillarme con sus diseños tan llenos de color, como una explosión de alegría, como un confeti de mil tonos que invade todo y nunca deja de sorprender.
Fue así como conocí a Carolina Barrios, quien se encarga de atender este local, y a través de ella me introduje en la historia de estos objetos cerámicos, que no son objetos, y que además inspiran historias, crean experiencias y despiertan las emociones.
“Artilugios existe desde el 2011, pero se patentó como tal a partir del 2014. La idea surgió gracias a Imelda, que es la dueña de la marca, es de Dolores, es la jefa directa de todos nosotros… La tradición cerámica viene desde sus abuelos y padres, entonces no era una marca, vendían sus productos de manera local. Pero al estudiar Diseño, Imelda comienza a intervenir en alcancías de puerquitos con diseños propios, luego vinieron las tazas y poco a poco lo demás. Todos los diseños, las frases, los productos surgen de la creatividad de Imelda, quien buscó transformar el objeto en algo más significativo. No es solo la pieza que se vende, sino el mensaje que transmite”.
De esta forma es como la combinación de un oficio tradicional con los saberes universitarios y el talento de uno de los miembros de la familia hizo la diferencia; mientras que la unión familiar, el arropar y creer en las ideas del otro terminó por concebir una marca que brillaría con luz y color propio, y con mucho orgullo dolorense.
“Cuando sus hermanos se empiezan a unir al proyecto —nos cuenta Carolina— es cuando nace Artilugios. Y con ellos comienza también el crecimiento de la fábrica; no ha sido poco a poco, al contrario, han ido alcanzando de manera rápida cada uno de sus objetivos. Artilugios hoy tiene presencia en toda la República Mexicana y especialmente en los pueblos mágicos, quienes piden mercancía de Artilugios con el nombre de cada ciudad y pueblo”.
“Luego de los puerquitos siguieron las tazas con frases porque se dio cuenta de que hacía falta un diseño con significado para convertir las tazas en un objeto relevante. Los diseños están tanto fuera como dentro de ella, las macetas y los utensilios. Hay tazas en donde las frases van por dentro. Es algo más emocional que material. Creó una línea para cocina, que ha ido transformándose para mantenerse vigente en el gusto del público. Y está también la de alcancías a las que han llegado los gatos y las gallinas”.
Como es natural, el nacimiento de la primera tienda Artilugios fue en Dolores Hidalgo, su ciudad natal: “Los papás de Imelda también forman parte de este proyecto, ya que están a cargo de la primera tienda que se abrió en Av. José Alfredo Jiménez No. 4 Col. Centro”. La segunda tienda se abrió en San Miguel Allende, y ahora en Guanajuato Capital.
Para entender el valor de cada uno de los productos de Artilugios hay que adentrarse al proceso de producción. Por ejemplo, la fabricación de una de sus icónicas tazas. Artilugios es una empresa que, más que empleados, tiene artistas. El tiempo de elaboración de cada producto es de aproximadamente 20 días y comienza en el área de vaciado, luego sigue el pulido, más tarde el secado —que tarda 15 días— y se pasa al área de pintado, aquí cada taza se rinde al talento de cinco pares de manos expertas para trabajar el fondo, decorado, letra, interior y orejita. Cada pieza es muy detallada y se decora a mano alzada. Finalmente, se mete al horno, a 100 grados, se esmalta y se vuelve a hornear. Hasta entonces es cuando el producto queda terminado.
Así es como aquel pequeño taller de cerámica que nació de la tradición familiar de muchos años fue encontrando su esencia e identidad, pues un proceso de fabricación de esta índole, con tantos días de cuidado en cada detalle, no puede sino contener amor, transmitir orgullo, cuidado y magia.
De ahí el nombre de la marca: Artilugios, una palabra que se emplea para denominar aquello que tiene una función que no se percibe fácilmente o se desconoce. En la página web de Artilugios se puede leer: “Queremos que nuestros detallitos de cerámica hablen por sí solos y se conviertan en un símbolo: de la pasión que sentimos por nuestro oficio, con el cual tú demuestres lo que sientes al regalarle uno de nuestros productos a alguien, y la persona que lo reciba sienta esa calidez”.
“Artilugios llegó en diciembre del 2023 a la Calle Alonso número 65. Pero la gente ya conocía la marca de tiempo atrás por quienes han ido a Dolores y han traído de ahí los productos para regalar; también empezaron a venir a exposiciones aquí, en Casa de Artesanías, la gente reconoce la marca, no solo por los productos en sí, sino porque identifican las cajas, que es otra de las ventajas de la marca, casi nunca se le da importancia al empaque. A partir de esas exposiciones la gente comenzó a conocer los productos”.
De acuerdo con lo que nos comparte Carolina, las historias que se desprenden de cada objeto son enormes: “Hay una señora que se llevó una de las tazas más bonitas, la compró en una exposición a la que asistimos en Plaza de la Paz, su taza tiene diseños de sandías por dentro y fuera y lleva la frase «Lo mejor está por venir». Al mes de haber abierto la tienda vino con una niña en brazos, y me contó que una semana después de haber comprado su taza con esa frase recibió la noticia de que estaba embarazada y al ver la tienda quiso entrar con su niña”. Así de mágica es Artilugios.
Y no sólo para quienes compran los productos, sino para quienes se van uniendo a esta gran familia orgullosamente guanajuatense, como Carolina, quien se siente muy afortunada de representar Artilugios en Guanajuato a través de la tienda: “Yo di con ellos hace dos años, cuando estaba buscando trabajo, no soy familiar, soy una persona externa, no sólo me dieron la oportunidad de atender su stand en Plaza de la Paz cuando exponían, sino que cuando abrieron la tienda en seguida me llamaron para ofrecerme el trabajo. Ahora, también mi hermana ha entrado a trabajar con ellos”.
Así como muchas veces vemos con impotencia cómo van perdiendo fuerza y desapareciendo los oficios que nos dan identidad y que son parte de nuestra historia, también es posible atestiguar casos como este, en el que la autenticidad y orgullo de una familia, y la valentía de una de ellas para darle otro giro a la historia cerámica, resuenan y destellan con sus colores y movimiento propio en todo México.