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LUIS DE TAVIRA, EL LLAMADO DEL TEATRO

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Su destino se definió respondiendo a un llamado vocacional que le llevó a la Compañía de Jesús. Quería ser jesuita como los que había conocido y le habían formado en el colegio, personas llenas de inspiración. Ahí le tocó aprender lo relacionado a la cultura y al mundo grecolatino. También, le tocó en suerte un maestro prodigioso que le enseñaba griego con Sófocles. Ahí se encendió la chispa.

Cuando en 2019 el maestro Luis de Tavira (Ciudad de México, 1948) recibió la Medalla Bellas Artes por sus aportaciones al teatro mexicano, no entendió ese galardón como un reconocimiento exclusivamente personal, “porque nadie hace teatro solo. El premio tocó a todos con quienes me ha sido dada la gracia de trabajar para que el teatro aparezca siempre en nuestra sociedad, en el país, en los lugares más remotos en donde estemos”.

El pasado 14 de mayo, De Tavira fue reconocido por el Seminario de Cultura Mexicana (SCM) con la medalla “José Vasconcelos” por su obra como poeta, dramaturgo y ensayista, y por su labor de difusión cultural dentro del país. El hombre de teatro por antonomasia reiteró lo dicho y agradeció a actores, actrices, escenógrafos, diseñadores, coreógrafos, técnicos, promotores, y gestores que lo han acompañado en su ardua carrera.

Confió en que pronto se haga realidad una Ley Federal de Cultura en México “que exprese la consistencia de la producción artística, y que defina los derechos culturales y las responsabilidades de las administraciones públicas destinadas a la promoción del arte y la cultura. Es preciso distinguir entre «Cultura» y «Acción cultural»; esta última decisiva para el desarrollo del país y la vitalidad espiritual de las comunidades, porque le corresponde la formación de los sujetos de desarrollo y la convivencia”.

El maestro Luis de Tavira sigue cosechando reconocimientos a su labor teatral y cultural. (Fotografía, cortesía del Seminario de Cultura Mexicana)

Miró en retrospectiva y recordó: “Me tocó la invitación, el llamado a integrar el Centro de Experimentación Teatral en los años 80, y esa, es una de las épocas más intensas de creación y proposición teatral que me haya tocado vivir. Luego tuve la suerte de estar en la adecuación, integración y consolidación de la Compañía Nacional de Teatro (CNT)”. De esa dependencia han salido hacedores de teatro que han dado lustre a esa actividad.

De Tavira “reestructuró y fue el director artístico de la CNT de 2008 a 2016, donde dejó un legado de 59 obras de repertorio, distribuidas en 162 temporadas, 96 giras nacionales y 32 internacionales que alcanzaron 389 mil 664 espectadores, un elenco estable de 52 actrices y actores, una planta técnica de jóvenes especializados en todas las áreas vinculadas con la escena, y dos teatros, la Sala Héctor Mendoza y La Corrala del Mitote.

¿Hacer teatro es ejercer el privilegio de servir? “Creo que el don del teatro ahí está, anidado en mí y yo he correspondido con perseverancia. Se cree que uno elige al teatro, que uno toma la decisión, pero es al revés, es el teatro quien lo elige a uno y a uno le toca obedecer; yo he respondido con obediencia al llamado del teatro, que es servicio. Hacer teatro es un privilegio, sí, pero es el privilegio de servir”, aseguró con enorme seguridad.

Su respuesta a esa invitación que es el teatro ha sido con enorme pasión, consistencia y rigor. Es un arte el teatro. Es mucho más que un oficio… y el arte, exige. Esa exigencia, sostiene, es semejante al amor: Insaciable. Afina la voz y dice a equisgente:

“También he intentado ser agradecido por cuanto recibí de los maravillosos maestros que me dieron gratis la sabiduría del teatro, y he intentado dar gratis lo que gratis recibí. El llamado del teatro se me dio cuando comencé mi camino respondiendo a un llamado que me llevó a la Compañía de Jesús. Yo quería ser jesuita como los que había conocido y me habían formado en el colegio, personas llenas de inspiración”.

Y añadió: “Ahí uno tiene una experiencia interior que lo lleva, que lo llama, y justamente en ese seguimiento, es en la Compañía de Jesús donde en el momento de la formación me tocaba aprender la cultura y el mundo grecolatino, y aprender griego y latín. Me tocó en suerte un maestro prodigioso que nos enseñaba griego con Sófocles. Ahí se encendió una chispa. Claro, también venía de una familia en la que el teatro jugaba un papel fundamental”.

De Tavira viene de una familia donde el arte se respira. Fueron muchos hermanos y quien llevaba la vena teatral fue su hermano Juan Pablo, quien después fundó el Teatro Penitenciario. Él tenía claro que quería dedicarse al teatro, pero al final terminó dedicado al derecho penal y a todo ese universo humano de la rehabilitación penitenciaria. Ahí encontró la manera de realizarse.

“Fueron mis maestros jesuitas quienes me enviaron a estudiar teatro a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en el emblemático año de 1968, es decir, hace casi 56 años. Me tocó ser universitario en ese momento, lo que implicó un sacudimiento enorme, un bautizo de realidades, y ahí conocí a los grandes maestros teatrales, quienes me formaron; yo surgí del teatro universitario” subrayó orgulloso de sus orígenes teatrales.

El entrevistado aún tiene esperanza en que se entienda la importancia que se le otorga al teatro, justamente para atender lo que sucede en este país. “El teatro es decisivo, no me parece que esté del todo claro todavía porque debería exigirse mucho más en la apuesta por crear estructuras e infraestructuras que den estabilidad a los buenos propósitos de cultura en este país”, señaló.

Piensa en voz alta y dice que “aún no se cae en la conciencia del papel que juega el teatro en la sociedad. El teatro es el arte que reúne a la sociedad en el aquí y ahora presencial no en la intermediación virtual. La reunión de la comunidad es para transformar al espectador en su propio acontecer, por lo tanto, es la construcción de la conciencia”.

Sergio Vela observa la entrega que hace Felipe Leal al dramaturgo. (Fotografías, cortesía del Seminario de Cultura Mexicana)

Elevó la voz para aseverar que “no se acaba de entender que hay que apostar por políticas que resulten en generar condiciones de estabilidad y de propiciación. También, el apoyo no puede ser a individuos directos, debe ser a grupos, porque el teatro no se hace a través de individuos solitarios, se hace a través de comunidades. El hacedor del teatro es la comunidad y exige arte, lo que implica profesionalismo y no improvisación”.

Previo a la ceremonia de entrega-recepción de la medalla “José Vasconcelos” a Luis de Tavira, se informó que el Seminario de Cultura Mexicana instituyó este galardón “para honrar a aquellas personas que han llevado a cabo una gran labor de difusión cultural en nuestro país con un nivel superior que corresponda a su especialidad”. Ha sido otorgada a otros destacados  personajes de la ciencia, el arte y la academia.

La medalla es una presea de 8 centímetros de diámetro y 8 milímetros de grosor a partir de una onza troy de plata. En el anverso tiene la leyenda “José Vasconcelos”, en el reverso, en media luna, dice Seminario de Cultura Mexicana. En el centro lleva el sello del SCM y grabado el nombre de quien la recibe y la fecha. Cada galardonado recibe también un diploma alusivo.

El arquitecto Felipe Leal, presidente en turno del SCM, y Sergio Vela, miembro de esa corporación, fueron los anfitriones de De Tavira. Leal habló del “enorme conocimiento que Tavira tiene sobre la historia del teatro en México”. En su turno, Vela subrayó “el peso que el trabajo del director ha tenido tanto en la teoría como en la práctica teatral mexicana de las últimas décadas”.

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