Las palabras son para el escritor como la arcilla para el alfarero. Hay que procesarlas, acariciarlas con ternura, a veces amasarlas con fuerza y hasta con furia, en otras unirlas humedeciéndolas en la fuente de la inspiración para que ninguna se quede pobre, para que todas luzcan, se puedan sentir, y sean suspiro, sonrisa o emoción.
Ome Galindo lo sabe, porque es escritor, es maestro, es crítico literario, y juega con las palabras hasta construir con ellas microrrelatos. Como lo dice la analogía de Baltasar Gracián. “Lo bueno, si breve, dos veces bueno”. Quienes escriben brevedades lo saben, lo disfrutan y aman compartirlo. “Me gusta decir que soy crítico literario y escritor, de hecho en redes sociales siempre me presento así. Y es que creo que ése es el orden en el que yo mismo me concibo. Ya tenía una licenciatura, luego la maestría en Literatura cuando de pronto empiezo a ser publicado; pero, incluso mis últimos libros se editaron cuando ya estaba por salir del doctorado. Por eso yo me concibo primeramente como un crítico literario. Pero Ome Galindo, aunque es el nombre con el que escribo, es docente de literatura, promotor de lectura… y obviamente el autor de Mythos, Épica: saberes de eruditos viajeros y bardos; y de próxima publicación Misterios de la ONU y Las viejas supersticiones“.
La mayoría de los escritores sienten la pasión por las historias en un momento crucial en el que todo converge y se encuentran con ese libro, esa persona, esa biblioteca, esa experiencia de la que necesitan escribir para que no muera con ellos. Para Ome no fue distinto: “Tengo muy viva la memoria de mí haciendo lo que hoy en día podríamos llamar fanfics de la mitología griega y vendiéndolos en la primaria. Comencé más en forma en bachillerato gracias a las primeras redes sociales, que eran los grupos de MSN. Ahí hice amistades de Argentina y España que incluso todavía conservo. Entre todos hacíamos una especie de novela comunitaria, que hoy en día sigo corrigiendo y editando con la autorización de los cinco autores que llegamos a ser”.
Como aprendices de un oficio, todos comienzan temiéndole a sus propias palabras, hasta que comprenden que habiendo nacido de ellos mismos les pertenecen, y solo hace falta sacarles brillo para que emerjan de la idea al papel, y de ahí al corazón de los lectores. No siempre es posible, hay que darse tiempo en medio de la rutina, hay que invertir dinero para hacer algo que se ama pero que no alimenta el estómago. A veces, los escritores ahí se quedan y jamás vuelven a emerger. Pero no Ome… con él ha sido diferente.
“Todo quedó en un hiatus cuando entré a la única carrera que podía satisfacer mis necesidades, que era Letras Hispánicas, donde desde el primer día nos dijeron: «No vienen a ser escritores». Eso sí, mis inquietudes de la creación estaban ahí y tal vez no tenía las técnicas o herramientas suficientes Pero sí tenía ideas y fue hasta la maestría cuando de pronto decidí arriesgarme a dejar de lado ese «no vienes a ser escritor» para empezar a escribir y despejarme un poco. Los primeros textos evidentemente no tienen la calidad mínima que yo desearía en un escrito que venga firmado por mí, pero a partir de la primera publicación que tuve, que fue una plaqueta en 2021, decidí que sí, era lo que yo quería en mi vida… convertirme en escritor”.
Y en ese contacto con las palabras, Ome y las microficciones se encontraron. “Debo admitir que en la licenciatura nunca le prestamos la atención adecuada a este género narrativo. Y no fue hasta que empecé a planear mis primeros libros que me di cuenta que algunas anécdotas eran tan breves que no merecían convertirse en un cuento porque la atención dramática era fugaz. Al mismo tiempo, traté de retomar mi interés por la mitología e hice ciertas frases, cuentos, anécdotas y pseudominificciones que compilé y guardé en el cajón por algún tiempo”.
Todavía no era el momento de que salieran al mundo, porque se requería de un esfuerzo más. Ese mundo confió en la perseverancia del escritor y su amor por las letras mientras las tormentas se apagaban y llegaba el tiempo de convertir en una hermosa realidad editada el atado de historias que estaban en espera. “A punto de salir de la licenciatura, la familia tuvo una crisis económica horrible que me obligó a estudiar como becario de la Universidad de Guadalajara, lo cual fue posible gracias a mi promedio sobresaliente, y empecé a trabajar al mismo tiempo. Viví de seis de la mañana a dos de la mañana por casi 4 meses. En ese lapso llegó a mí Fantasías en carrusel, un libro de René Avilés Fabila y se imaginarán que terminaba muy cansado, por lo que solo podía leer un microrrelato en lo que se calentaba el agua para bañarme a la una de la mañana que llegaba de trabajar, y tal vez uno más antes de dormir. Así que gracias a esto pude sobrevivir una etapa muy pesada de mi vida. Después, un amigo y compañero dio un taller de minificción y empecé a refinar la pluma en este género que veo como un relief para los lectores actuales que no tenemos tanto tiempo de estar prendidos a un mamotreto, pero que sí queremos una experiencia estética que la minificción nos puede brindar”.
Una vez asumida su condición y alma de escritor, y cuando todo regresó a su cauce, las cosas fueron más sencillas: “Ejercer mi pasión es sumamente sencillo para mí, en la actualidad, gracias a varios cambios en mi vida, ahora soy una persona que tiene más seguridad y puede hablar abiertamente de lo que le gusta leer y escribir. Y creo que esto ha facilitado mi otro trabajo como profesor de lengua, ya que los alumnos aprecian mucho más cuando les leo algún texto, o cuando hago referencias a cosas que vienen en la literatura. Como crítico literario y promotor de lectura es igual, no podría ser ajeno a la escritura en estas profesiones”.
Dejar que la escritura se vuelva una parte inherente al autor que la concibe y la vive es una cosa, pero entrar al círculo del ámbito literario no lo es tanto… “Sin embargo, lo que sí ha sido complicado es entrar en el campo literario. Se sabe que muchos de los autores actuales alcanzaron la fama hasta los 40 años o más, pues, eso posiblemente me pueda pasar porque llevo ya varios años intentando ser publicado pero al no haber tenido las credenciales suficientes se complicó bastante. Hoy en día con dos libros publicados, dos en puerta, y un premio nacional, creo que voy por buen camino. Pero sí es verdad que esa parte específica de mi pasión por escribir ha sido muy difícil de lograr”.
Especialmente, cuando son las personas que amas quienes intentan herir el talento y la capacidad para escribir. “Dos de mis relaciones pasadas, en ambas sufrí violencia emocional, me dejaban en claro que no escribía bien. Aún recuerdo un cuento que escribí para mi ex donde me dijo que de verdad no tenía idea de cómo se escribía. Cuando logré salir de esta última relación, encontré una convocatoria de audio cuento y participé con el mismo texto que acabo de mencionar. Resultó ganador. Recibí un premio de cuatro mil pesos, con lo que pagué fácilmente la renta ese mes y fue el momento de despertar. Descubrí que todo aquello eran solo malicias, y que sí podría tener un futuro en la vida como escritor”.
Es posible encontrar los libros de Ome Galindo en su página directamente, o solicitarlos por sus redes sociales. Se pueden hacer envíos a toda la república o incluso al extranjero. Y en Guadalajara, directamente en la librería Carlos Fuentes de la Universidad.