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WENDY ANN KAMDIN Y LA TIERRA DE SUS AMORES

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Realiza acuarelas para reflejar a Guanajuato, microcosmos de una ciudad amada.

Un perro callejero, callejones con una pareja que se besa, puentes y calles, gente y taxis; son acuarelas que retratan a una ciudad vista desde el mundo, desde la percepción de una mujer que nació en Estados Unidos, pero creció en India, que vivió en California y en Alemania por seis años y eligió a Guanajuato como tierra de sus amores.

Es un microcosmos de gente saludadora que camina parsimoniosa y casas de colores empotradas en los cerros, al más puro recuerdo de José Chávez Morado, pero vistas desde la perspectiva de una mujer jubilada, ciudadana del mundo que estudió en University of Portland y en California State University, Bakersfield, así como en Duke University Graduate School.

No habla aún bien el español, pero se asume como mexicana y muestra a la ciudad que la enamoró. Sus acuarelas expresan callejones con adoquín, casi siempre con un perro como manifestación de vida. 

Después de vivir en varias ciudades del mundo, Wendy Ann Kamdin se jubiló y decidió vivir en México, en Guanajuato, ciudad a la que llegó en 2020, en plena pandemia. 

Son granuladas gamas de colores que muestran taquerías y comercios y la vida cotidiana de una ciudad que se aferra a querer seguir siendo pueblo.

Para mostrar esas vivencias, la pintora exhibe sus cuadros en el museo Gene Byron. Son el reflejo de los cuatro años de estancia en la ciudad de Guanajuato.

Luego de vivir en varias ciudades del mundo, Wendy se jubiló y decidió vivir en México. Llegó a la ciudad de Guanajuato en 2020, en plena pandemia y se quedó en el Cuévano de fiestas y calles empinadas.

Y esa emoción amorosa la llevó a usar lápices Aquarelle y pintura acuarela, la mayoría sobre Arches de algodón, a excepción de dos cuadros que fueron realizados sobre fabriano. Así explica su creación:

“Aunque dibujo y pinto desde que era niña, me criaron creyendo que el arte no era una forma confiable de ganarse la vida. Sólo desde el lujo de jubilarme en 2020 he podido hacer lo que más amo: pintar y dibujar”.

Añade:

“Llegué a Guanajuato en plena pandemia, dejando de lado todas las precauciones para adquirir mis papeles de residencia permanente, viajando con una caja de lápices de acuarelas y un bloque de papel arches que mi hija había dejado cuando se fue a la universidad”.

El arches es un papel acuarela con un 100 por ciento de algodón, sin ácido, lo que le da resistencia, estabilidad y un tacto característico. Su fabricación al estilo antiguo en máquina de rodillos consigue un grano armonioso y variado: grueso (torchon), fino o satinado.

Y eso se refleja en la obra de Wendy, quien ofrece una versión impresa en un vinil especial para reproducciones, realizada bajo la supervisión y con el apoyo del artista, fotógrafo e ingeniero Saúl Serrano.

Esos lápices, agrega, “ocuparon muy poco espacio en mi maleta, pero prepararon el escenario para algo mucho más grande y grandioso de lo que podría haber imaginado en ese momento”.

En granuladas gamas de colores Wendy Ann Kamdin muestra taquerías, comercios, la vida cotidiana de una ciudad que se aferra a querer seguir siendo pueblo, y de la que la artista se ha apropiado. 

La vida cotidiana y el caminar por la ciudad que la ha enamorado han culminado en esa serie de acuarelas que ahora comparte en exhibición y que ofrece en venta (no sólo de contemplación y creación vive la persona artista). Así lo remata:

“En los cuatro años transcurridos desde que llegué aquí, los callejones y las vistas de Guanajuato capturaron mi amor por la ciudad. Por eso les traigo Guanajuato: microcosmos de una ciudad amada.”

Remarca con un acento gringo, pero con un tono suave y dulce:

“Vivo en Guanajuato y ya soy mexicana”.

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