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CHAPULTEPEC, EL ETERNO CHAPULTEPEC

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El milenario Bosque de Chapultepec en la capital del país brinda al público nacional y extranjero diversos atractivos. ¿Ejemplos? Conocer su castillo, visitar su zoológico, hacer ejercicio y correr, admirar su jardín botánico, recorrer los museos de Antropología, Arte Moderno y Rufino Tamayo, su Casa del Lago o llevar a la mascota al parque para perros.

No sólo eso. Se puede hacer un día de campo y usar sin costo las mesitas para picnic distribuidas a lo largo y ancho de las más de 866 hectáreas que ocupa (lo que hace de Chapultepec el mayor parque de su tipo en todo el hemisferio occidental) y un clásico: irse de “pinta”, es decir, faltar a escondidas a clases, aunque eso es nada recomendable.

El Cerro de Chapultepec, con sus lagos, bosques, fauna y flora, en la Ciudad de México, ha sido atractivo para crear asentamientos humanos desde el periodo Preclásico (2000 a.C.-200 d.C.), como punto estratégico de campañas militares, como espacio para instalar la casa imperial y presidencial, y desde siempre hasta hoy, atractivo turístico mundial.

María de Lourdes López Camacho, arqueóloga, investigadora y experta conocedora del Bosque de Chapultepec. (Fotografías, Cortesía INAH)

Todo comenzó con la elevación de un cono volcánico que inició su formación hace más o menos 23 millones de años, en el Terciario Superior y terminó hace 5 millones de años. Es uno de los volcanes más antiguos, previos a que la Formación Chichinauhtzin cerrara la cuenca, hace cerca de 700 mil años, ya en el Cuaternario, según dicen los expertos.

Al no tener salida el agua, se formó una serie de lagos, y a la orilla de uno de ellos quedó Chapultepec. Los grupos sedentarios de la cuenca usaron la elevación, por su ubicación y características orográficas, para la observación solar. Por ende, para registrar y medir el tiempo, estableciendo un calendario en que tenían lugar diversas festividades religiosas.

Cada uno estableció su discurso y su historia. Por ejemplo, en su narrativa oficial, los mexicas afirmaban ser los primeros pobladores de la elevación de Chapultepec, cuando las evidencias arqueológicas demuestran que el área fue habitada por los primeros grupos de la cuenca, hace al menos unos 2 mil años, señaló María de Lourdes López Camacho.

Datos históricos resaltan que desde ese periodo, el Preclásico, y en las ocupaciones teotihuacana, tolteca y mexica que se sucedieron en el Clásico, Epiclásico y Posclásico (siglos V al XVI), así como en los tres siglos de la Época Virreinal y en el México independiente, Chapultepec siempre fue punto estratégico de campañas militares.

Mapa de localización de las excavaciones en los lagos artificiales de Chapultepec, e imagen de uno de ellos. (Fotografías, Cortesía INAH)

López Camacho, directora del proyecto arqueológico “Bosque, Cerro y Castillo de Chapultepec”, dijo, en el marco de la presentación de su libro Reconstruyendo el pasado de Chapultepec, que en su texto también habla de deidades prehispánicas como Tláloc, Huitzilopochtli y Cihuatetéotl, entre otras, que fueron objeto de enorme culto en el lugar.

Es así como la escritora e investigadora da un recorrido por el bosque deteniéndose en los asentamientos humanos, del Preclásico a nuestros días. Y mientras invita a imaginar ese paisaje pretérito, todo fuego y agua, brinda antecedentes históricos, su conformación en el siglo XVI, los resultados de excavaciones arqueológicas, y ciertos datos astronómicos.

Ciertamente, pocas personas, como María de Lourdes López Camacho, conocen como la palma de su mano el parque urbano más antiguo de América. Desde ese saber, en su más reciente libro Reconstruyendo el pasado de Chapultepec ofrece un viaje que se remonta a la prehistoria y llega hasta nuestros días esparciendo información y sapiencias útiles.

Como indica el subtítulo de la publicación del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), a partir datos de historia, arqueología y astronomía, en 220 páginas se brinda un recorrido por la 1ª, 2ª y 3ª  secciones del bosque. Piezas arqueológicas, como la Estela de Chapultepec y el caso del Chapulín de riolita, son explicadas en el volumen.

López Camacho y un compañero especialista en plena investigación. Las siguientes dos imágenes muestran un ejemplar de la Zona de Petrograbados al pie del Cerro de Chapultepec. (Fotografías, Cortesía INAH)

Y alude a elementos del siglo XVI y posteriores, como escaleras, cuevas, petrograbados, contenedores y caminos, como en el caso de la “Alberca de los Espinosa” que surtía de agua al balneario de aguas curativas “Baños de Chapultepec”, que sería confundido al paso del tiempo con los míticos baños del tlatoani mexica Moctezuma Xocoyotzin.

Incluye un recorrido por descubrimientos en Chapultepec de 2009 a 2022; la localización de terrazas prehispánicas en las laderas del cerro y de las orillas del lago; los restos de megafauna en la construcción de una subestación eléctrica; un asentamiento tolteca en el Parque “Winston Churchill”, y un entierro teotihuacano en el Parque “La Hormiga”.

El libro da a conocer hallazgos en la 2ª sección, como un caserío teotihuacano de casi una hectárea; entierros en “La Feria” (ahora Parque Urbano “Aztlán”) y vestigios de la Fábrica de Cartuchos del Ejército Mexicano. Tomando como punto de observación el cerro de Chapultepec, se exponen datos sobre los solsticios y equinoccios, que evidencian la relación de esta formación con sitios arqueológicos ubicados en el volcán Iztaccíhuatl, Monte Tláloc y los cerros Las Palmas y Las Palomas.

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