Secuelas de inundaciones en Irapuato, Salamanca, Silao, León y Celaya
En 1973 la temporada de lluvias comenzó en enero. Las presas se llenaron en pocos meses y algunas se desbordaron. Lo mismo pasó con ríos y arroyos. Irapuato, Silao, Salamanca y León, principalmente, habrían de sufrir los estragos de uno de los años más lluviosos del siglo XX.
Sin embargo, esos años fueron parte de una dinámica histórica de inundaciones que por siglos han afectado a las ciudades abajeñas (y otras no tanto, como la capital del estado). Y son los meses de julio y agosto donde se han registrado las tragedias de este tipo. Va un recuento abajeño:
En el Laja les llovió
Era tanta la lluvia y captación de agua, que el viernes 17 de agosto de 1973 tuvieron que abrir las compuertas de la Presa Allende, que había rebasado su capacidad máxima de 1500 millones de metros cúbicos de agua y aún seguía lloviendo.
Al soltar el agua de la presa a 400 metros cúbicos por segundo, el cauce del río Laja fue desbordado y se inundaron comunidades y pueblos de los municipios de San Miguel de Allende, Comonfort, Villagrán (especialmente Sarabia), Juventino Rosas, Apaseo el Grande, Celaya, Salvatierra y Acámbaro.
Irapuato: la tragedia más conocida
Pero la tragedia no terminaba ahí: al día siguiente le tocó a Irapuato.
El trabajo de investigadores del Archivo Histórico Municipal de Irapuato señala que desde principios del año habría lluvias constantes. No eran tormentas fuertes, pero sí lluvia continua.
El 10 de agosto de 1973 se dio una primera inundación en la comunidad de La Garrida, ubicada al norte de Irapuato, por el desbordamiento del río Guanajuato. Era apenas el comienzo de la tragedia:
Días después surgió la tormenta tropical llamada “Brenda”, que aumentó la intensidad de las lluvias. Pese al riesgo y que había un precedente, no hubo acciones preventivas por parte de las autoridades y así llegó la tragedia la tarde del 18 de agosto de 1973. Sin esperarlo, llegaron torrentes a la ciudad. El agua alcanzó hasta dos metros de altura en algunas partes. Hubo oficialmente 25 personas fallecidas y derrumbe de más de 4 mil casas, en su mayoría, de adobe. La ciudad resultó afectada por el desbordamiento de ríos y varias presas de la región, en especial la de El Conejo. La carretera a Abasolo sirvió de dique para que la ciudad quedara convertida en gran laguna.
Los relatos hablaban de miles de desaparecidos y cientos de muertos. Sin embargo, solo 25 decesos fueron confirmados. Familias enteras en azoteas, viendo cómo su mundo se inundaba, esperaban ayuda que tardaba en llegar. Millares de personas permanecían allí y la poca ayuda que llegaba era con el uso de tractores, porque los vehículos automotores estaban inutilizados.
Mientras el pueblo sufría los estragos de la inundación, las autoridades estatales y municipales fueron incapaces de una reacción eficiente. Fue necesario que el presidente Luis Echeverría Álvarez visitara la zona para que se comenzaran a tomar acciones concretas.
La inundación habría de marcar a Irapuato para siempre. Sus estragos generaron un costo económico para reconstruir lo dañado y continuar con el desarrollo del municipio. La tragedia cambió la fisonomía de la ciudad al generar nuevas vialidades y edificar instalaciones diversas. También transformó las políticas y la infraestructura local.
Se puso en marcha una reevaluación del sistema de gestión de desastres, se construyeron barreras y sistemas de desagüe más avanzados para prevenir futuras inundaciones y se instauraron protocolos de respuesta más efectivos.
La inundación de Irapuato afectó también a Pueblo Nuevo, pero la magnitud mayor del daño fue en la ciudad fresera.
También en Salamanca
La ciudad de Salamanca ha registrado 5 inundaciones totales y 5 inundaciones parciales de 1865 hasta la actualidad. La de 1973 fue parcial y ha pesado menos en el recuerdo por su limitada magnitud y porque sus dos urbes vecinas —Irapuato y Celaya— sufrieron daños mayores.
La primera de las inundaciones totales es conocida como “inundación de la Intervención” al ocurrir cuando soldados franceses ocupaban la ciudad. Las aguas que se desbordaron del entonces conocido como Río Grande Lerma se agolparon sobre la gente que participaba en una festividad patronal.
Otra inundación total ocurrió el viernes 19 de septiembre de 1958. Hubo lluvias intensas durante varios días y se inundaron colonias cercanas al río y al centro de la ciudad. Las primeras en inundarse fueron: La Chávez (hoy col Guanajuato) Nativitas, San Pedro y San Juan de la Presa, entre otras.
El agua rebasó el metro de altura. La lluvia siguió por tres semanas más y fue necesario habilitar refugios para la gente. Las autoridades habilitaron al ex Convento Agustino para dar refugio a familias que perdieron sus casas, que en la gran mayoría eran construcciones de adobe y fueron completamente reblandecidas y derrumbadas.
La ayuda llegaba por ferrocarril y trasladaban víveres hasta el mercado de la ciudad (hoy Plazoleta Hidalgo). Los habitantes colocaron tablas sobre piedras para poder llegar al lugar.
Las 2 primeras inundaciones parciales que se registraron en Salamanca fueron en 1971 y 1973, la última tuvo lugar en el año del 2003.
Anchas las calles de León
La inundación de León en 1973 fue una de las más graves que ha sufrido la ciudad, junto con las de 1637, 1649, 1749, 1762, 1803, 1865, 1888, 1911, 1926, 1971 y 1996.
La tragedia en el contexto de inundaciones simultáneas en el Bajío ocurrió en León a partir de las cinco de la tarde del 1 de julio de 1973. El Observatorio Meteorológico del Seminario de León registró 66.5 milímetros de precipitación pluvial. Se inundaron las colonias Pensylvannia, San Sebastián, Chapalita, Las Américas, Michoacán, Killian, Las Fuentes, Bugambilias, Manzanares, María Dolores, San Antonio, Jardines del Moral, Los Paraísos, Bellavista y el centro de la ciudad, entre otros espacios urbanos. En total, fueron 23 colonias las afectadas.
La inundación se debió en gran medida a que fue necesario el desfogue de la Presa del Palote, que tenía ocho millones de metros cúbicos de agua y amenazaba con desbordarse. Lo mismo se tuvo que hacer con las de Ibarrilla y Echeveste, lo que generó que los arroyos de la ciudad quedaran rebasados y se desbordaran sobre las colonias que se ubicaban junto a ellos. Los desbordados fueron los arroyos del Muerto, Las Liebres, El Ejido, Mariches y el río de los Gómez.
Las avenidas como López Mateos e Hilario Medina se convirtieron en trampas para automovilistas. Decenas de vehículos quedaron atrapados y los bomberos no se daban abasto para rescatar a conductores. Un hombre murió electrocutado cuando cruzaba el López Mateos frente a donde estaba el Instituto Lux (ahora el Poliforum Cultural de León).
A pesar de los antecedentes históricos, con inundaciones de gran magnitud registradas en 1888 y 1926, y de lo vivido en 1973, la respuesta oficial fue lenta: la ciudad volvió a inundarse el 13 de julio de 1976, el 16 de agosto de 1994, el 31 de agosto de 1996 y el 2 de julio de 1998.
Angostas las de Silao
En 1973 Silao no sufrió inundaciones tan severas. Las zonas más afectadas estaban a su alrededor.
El martes 13 de julio de 1976, más de 12 horas de lluvia continua se convirtieron en una gran inundación al aumentar el cauce de los ríos y arroyos que rodean Silao.
Se desbordó el río Silao y se inundó toda la ciudad. Hubo decenas de personas arrastradas por la corriente y el derrumbe de casas, muros y fachadas. Tradicionalmente, los bomberos de la vecina ciudad de León han auxiliado a Silao en esos casos. Ese día no fue posible: la ciudad zapatera también estaba inundada.
La alta precipitación pluvial de hasta 482.9 mm. originó en el río Silao un gasto máximo registrado de 410 m3/s. A 4 kilómetros aguas de la Presa de Chichimequillas, el río se desbordó por su margen poniente e inundó 250 hectáreas.
A un kilómetro aguas arriba de la ciudad de Silao se rompió un bordo, en una longitud de 400 metros e inundó la ciudad. Las aguas tuvieron una altura entre los 60 centímetros y 1.40 metros. Las aguas afectaron comunidades de los municipios de Silao, Romita y León, donde se desbordó también el río de Santa Ana.
Las pérdidas de Silao fueron estimadas en más de 6 millones de pesos de la época. Durante dos días la gente vivió en las azoteas de las casas que resistieron o en casas con segundo piso. El nivel del agua no bajaba y la corriente arrastraba muebles, alimentos, animales muertos y todo lo que encontraba a su paso. Sin una acción oficial de apoyo, la población agotó sus reservas de alimentos y agua.
El agua bajó de nivel a los dos días y la ciudad quedó hecha un lodazal y un escenario de casas destruidas. No existe cifra oficial de personas fallecidas, pero el registro fue de más de 300 pobladores arrastrados por el agua.
Silao quedó incomunicado y fue declarado zona de desastre por las autoridades federales. Fue entonces que llegaron brigadas de rescate a ayudar a familias atrapadas en sus casas derrumbadas, llegaron alimentos, medicinas, agua embotellada de aportaciones de todo el país. El papel del ejército fue fundamental para apoyo de la gente.
En este municipio industrializado, siguen sus viejas instalaciones de agua potable y drenaje y aún hay casas con evidencia del daño sufrido por la inundación.
En 2021 se cumplieron 45 años de esa tragedia y hubo otra inundación, aunque no tan grave. Como coincidencia, fue el 13 de julio, también un martes.
Fuentes: publicaciones de los Archivos Históricos Municipales de las ciudades aludidas.