En la cultura arquitectónica japonesa existe un concepto tradicional llamado “Engawa”, el cual proporciona un lugar donde los residentes pueden relajarse y disfrutar de la vista y el entorno, sin estar completamente expuestos a las condiciones climáticas. En un clima que puede variar drásticamente entre estaciones, el “Engawa” ofrece un resguardo que al mismo tiempo permite experimentar la naturaleza en su más bella y máxima expresión.
Es un testimonio de cómo la arquitectura japonesa tradicional ha logrado crear espacios que no sólo satisfacen las necesidades físicas de los habitantes, también fomentan una experiencia profunda de armonía con la naturaleza. Un espacio suspendido en el cual se detiene el tiempo para la contemplación, la limpieza y la transición en absoluta paz, lo que permite al ser humano armonizar naturalmente su salud mental, espiritual y física.
Por definición en los diccionarios, el “Engawa” es un espacio semicubierto de la vivienda tradicional japonesa, formado por dos planos horizontales (el solado y la cubierta). Estos corren alrededor de la casa creando una continuidad entre el interior y el exterior. Así, el alero se extiende hacia el jardín propiciando una sombra continua en toda la fachada. Este concepto es muy común en Japón, país que ha aportado al mundo mucho sobre el tema.
Categóricamente se puede afirmar que su presencia en la vivienda japonesa es un reflejo del respeto por la belleza del entorno y la importancia de vivir en sintonía con el mundo natural que nos rodea. Ahora, llega a la Ciudad de México la exposición Engawa: la arquitectura como vínculo entre dos culturas, como un diálogo entre ambas naciones para fortalecer los lazos de amistad, comerciales y culturales que los unen y hermanan.
Ideada como espacio de diálogo cultural entre México y Japón mediante la arquitectura y el paisajismo, la muestra se presenta en la majestuosidad de la Celda Contemporánea de la Universidad del Claustro de Sor Juana (UCSJ), localizada en Izazaga 92, Centro Histórico de la Ciudad de México, del 26 de septiembre al 14 de diciembre, e invita a conocer, reflexionar y valorar la riqueza arquitectónica compartida por japoneses y mexicanos.
A través de esta exposición, la Fundación Japón en México, el Fomento Universal para la Difusión Arquitectónica de México y la UCSJ, aportan una lectura artística e individual sobre la relación interior-exterior, de la arquitectura japonesa, que se convierte aquí en el puente que relaciona al ser humano con la naturaleza, reinterpretándolo como el vínculo existente entre México y Japón por medio de la arquitectura como lenguaje universal.
Mediante poco más de 30 fotografías en diversos formatos, grabado y óleos, la muestra es un recorrido conceptual que reflexiona sobre el paso del tiempo, las conexiones humanas, y cómo la relación entre lo interior y exterior moldea la percepción del mundo. De igual manera, se retrata la esencia de los espacios y su relación con los individuos. “Engawa” se eligió como eje de la muestra por su profundo significado en la arquitectura japonesa.
Se seleccionó, también, por ser un espacio único que intermedia entre lo tangible y lo intangible, entre lo que se ve y lo que se siente. Esta idea se traslada y reinterpreta en el contexto mexicano, destacando la influencia arquitectónica entre ambos países y cómo la arquitectura puede ser un lenguaje universal que trasciende fronteras; en México, se explora desde la arquitectura moderna, donde se destaca el respeto por el entorno natural.
Esta exhibición es una celebración de la sólida relación entre México y Japón, su fuerza creativa, su cultura producto de la necesidad del hombre por sentirse en equilibrio permanente con la naturaleza y su historia. El montaje, salta a la vista, busca presentar al espectador esa espiritualidad entre estos países hermanos a través de la permanencia de sus obras y la trascendencia de la cultura arquitectónica a las generaciones futuras.
“Engawa” es una característica esencial para comprender la relación entre las viviendas y su entorno, lo humano y lo natural. Se extiende en el perímetro de la vivienda como un corredor cubierto que sirve de paso entre el interior de la residencia y el exterior, específicamente entre el “niwa” (jardín) y los “washitsu” (habitaciones de tatami, tejido grueso que se usa para recubrir el piso, principalmente de estancias y lugares privados).