Inicio Equis Historia LA TÍPICA, SU “LIMONCITO”, Y ÁLVARO OBREGÓN

LA TÍPICA, SU “LIMONCITO”, Y ÁLVARO OBREGÓN

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La Orquesta Típica de la Ciudad de México es la agrupación musical activa más antigua de cuantas existen en México y Latinoamérica. Fundada el 1 de agosto de 1884 bajo la batuta del maestro Carlos Curti, nació con la misión de preservar y difundir la música tradicional mexicana; en 2011 fue declarada Patrimonio Cultural Intangible de la CDMX.

Actualmente la conforman 100 elementos entre su personal administrativo, cantantes y ejecutantes de instrumentos característicos de una orquesta; es decir, familias de cuerdas, maderas, metales y percusiones. Sin embargo, su sello son los instrumentos típicos de México, como la marimba chiapaneca, el salterio, el bajo sexto, la guitarra y el bandolón.

Bajo la dirección artística del maestro Alberto Torres Xolocotzi, la Orquesta Típica de la Ciudad de México preparó un programa extraordinario para celebrar su 140 aniversario. Titulado Fiesta Mexicana, el concierto proyectado para el domingo 24 de noviembre a las 17:00 horas en la Sala Principal del Palacio de Bellas Artes evoca al México de ayer.

Uno concierto y una exposición marcan el 140 Aniversario de la Orquesta Típica de la Ciudad de México. (Fotografías tomadas de https://x.com/orquetipicacdmx)

La velada musical arranca con “Los melancólicos cantos de Juan Nepomuceno”, una composición de Eduardo Angulo basada en el libro El llano en llamas de Juan Rulfo. Luego, Sinaloa de Pablo Marín, seguida de la Suite regional arreglada por Félix Santana, obra en cuya exposición de 12 compases se puede escuchar un jarabe de Jalisco.

En seguida, la polka evolucionada de El taconazo seguida de un son istmeño. Después el ritmo de tambora sinaloense y un jarabe. El programa incluye Recuerdos de Arcaraz de Luis Arcaraz, y el Gran Mosaico veracruzano arreglado y orquestado por Zeferino Nandayapa que incluye el “Tilingo lingo”, “Veracruz”, “El balajú” y “La bamba”.

Posteriormente el Jarabe fantástico, fantasía inspirada en el “Jarabe tapatío” de Félix Santana, y De Oaxaca a Michoacán, pieza que reúne una serie de sones tradicionales en un arreglo de Alberto Escobedo. El concierto avanza con el Huapango de José Pablo Moncayo, obra sinfónica asociada fuertemente a la producción nacionalista de México.

El concierto cierra con el inconfundible “Cielito lindo” de Quirino Mendoza con arreglo de Félix Santana, composición considerada una de las 10 canciones mexicanas más populares y, para finalizar, los Sones de México que conjunta obras de Blas Galindo, Rubén Fuentes y Quirino Mendoza en un arreglo de Jorge Cózatl. Programa de lujo.

Debido a que la Orquesta Típica de la Ciudad de México goza del cariño y admiración de prácticamente todos los amantes de la música nacional, de acuerdo con los organizadores es posible que se repita durante el mes de diciembre o en las primeras semanas de enero de 2024. Su repertorio representativo y “típico” se relaciona con varias épocas históricas.

Repasa regiones geográficas y distintos grupos étnicos y culturales del país. Une sonidos de guitarra séptima mexicana, mandolina, clarinete y flauta, entre otros instrumentos que son parte de las tradiciones musicales de diversas zonas del país, con los de una orquesta sinfónica. Esa unión la hace diferente de otras orquestas, tanto típicas como sinfónicas.

Imágenes de dos momentos en la trayectoria de la Orquesta Típica de la Ciudad de México, la segunda tomada el 11 de enero de 1940. (Fotografías tomadas de https://x.com/orquetipicacdmx)

“En cada concierto, la orquesta cuenta parte de la historia mexicana que no se encuentra en los libros, escrita siempre en papel pautado y dotada de emociones y sentimientos del pueblo a través de sus compositores, letristas y arreglistas”, dijo Alberto Torres Xolocotzi previo al concierto al hacer una reflexión en torno al devenir histórico de la Típica.

Si bien la Orquesta Típica de la Ciudad de México tiene una historia musical amplia, variada, internacional y admirable, en su anecdotario también existen historias que hoy son medianamente conocidas, como su participación en el festejo durante el cual fue asesinado el presidente reelecto Álvaro Obregón por las balas de José de León Toral.

El magnicidio tuvo lugar en el restaurante La Bombilla, en San Ángel, al sur de la Ciudad de México. Actualmente, en el sitio que fue asesinado Álvaro Obregón se encuentra un monumento y un parque en su honor. De la misma manera, la Alcaldía donde se ubica lleva el nombre, lo mismo que una avenida importante que atraviesa la colonia Roma.

En 1920, Obregón fue electo presidente constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, en un periodo que concluyó en 1924. Tres años después, se postuló nuevamente para el cargo y ganó los comicios para el periodo 1928-1932. El 17 de julio de 1928, asistió a un desayuno con los legisladores federales de Guanajuato con la idea de celebrar su triunfo.

Todo era risas, comentarios sin importancia y chascarrillos. La Orquesta Típica fue convocada para amenizar la reunión. Justo en el momento de degustar los platillos preparados para la ocasión, el general Obregón pidió que la orquesta interpretara una de sus melodías favoritas: “Limoncito”, tema que los músicos prolongaron más de la cuenta.

Aspectos más recientes de interpretaciones públicas de la Orquesta Típica de la Ciudad de México. (Fotografías tomadas de https://x.com/orquetipicacdmx)

El tiempo transcurrió inexorablemente y dieron las dos de la tarde. A las 2:15 de ese 17 de julio, La Bombilla, restaurante típico de postín, estaba a reventar. Hasta el lugar llegó un joven que bajo el argumento de ser caricaturista se coló en la fiesta y pronto realizó un dibujo a lápiz de Álvaro Obregón; José de León Toral se acercó al “Manco de Celaya”.

Ya junto a Obregón, quiso mostrarle su trabajo. El general reía satisfecho por los halagos y las muestras de apoyo que le llovían por parte de los guanajuatenses. Al tiempo que comía, tarareaba su canción preferida por quién sabe qué motivo: “Al pasar por tu ventana me tiraste un limón, el limón me dio en la cara y el zumo en el corazón…”.

De León Toral fingió que buscaba un lápiz entre sus ropas y de súbito sacó un arma que accionó como rayo. Disparó seis veces contra Obregón, quien cayó de frente en la mesa y enseguida se desplomó hacia atrás. Murió al instante. Muchos invitados pensaron que eran cohetes pirotécnicos, y hasta la Orquesta Típica continuó interpretando “Limoncito”.

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