Ignacio Marquina nació en la Ciudad de México el 4 de mayo de 1888 como segundo de los tres hijos de Don Ignacio Marquina y Doña Atala Barredo. Las Bellas Artes eran cosa cotidiana en la familia y los tres cultivaron diferentes expresiones de la estética: Juan, el mayor, fue fotógrafo en Hollywood; Luisa, pintaba y bordaba con preciosismo, e Ignacio se inclinó por la arquitectura, dibujaba, cantaba como tenor y tocaba el piano con soltura.
La familia Marquina Barredo vivía en Tacubaya, y al llegar a la preparatoria “Nachito” debía tomar, en la madrugada, el tranvía lechero jalado por mulas que lo llevaba hasta el Zócalo. En la adolescencia titubeó entre la pintura, la escultura y la arquitectura. Mientras decidía, estudió de todo en la Academia de Bellas Artes de San Carlos, incorporada a la Universidad Nacional durante los años más temblorosos de la Revolución Mexicana.
En 1915 encontró trabajando al doctor Manuel Gamio en las incipientes excavaciones del Templo Mayor, en el Zócalo, centro de la Ciudad de México. Vivamente interesado por la arquitectura prehispánica, recibió la invitación de Manuel Gamio para trabajar allí, y a partir de ese año, y hasta su muerte (1981), nunca dejó la arqueología, pues la arquitectura prehispánica fue un tema que le interesó desde que la descubrió en sus años de juventud,

Hacia 1917 comenzó sus trabajos en Teotihuacan, también con Gamio, los cuales fueron publicados en 1922. La primera parte, titulada La arquitectura y escultura prehispánica era responsabilidad de Ignacio Marquina. La exploración de la Ciudadela fue quizá el trabajo más importante de Marquina en este proyecto, ya que dejó expuesta la fachada del Templo de Quetzalcóatl, una subestructura, para que pudiera ser visitada por todo mundo.
Su inteligencia, capacidad de observación y formación académica le hicieron entablar una gran amistad con el Doctor Eduardo Matos Moctezuma, quien continuó los trabajos de Gamio en el Templo Mayor. De esa forma, en 1969, a la par que iniciaba operaciones el Sistema de Transporte Colectivo (Metro) de la capital del país, Marquina, con la asesoría de Matos Moctezuma, creó para la estación Zócalo una maqueta que aún se puede ver.
Marquina: “Considerando la importancia de tener una realización objetiva que dé una idea de lo que fue el Templo Mayor, la que no se podría conseguir por la sola lectura de las relaciones, y para poner esos conocimientos al alcance de muchas personas que no tienen oportunidad de leerlas, decidimos hacer un modelo de bulto en el que además pudieran apreciarse desde distintos puntos de vista y no desde uno solo como sucede en un dibujo”.
El diseño de la maqueta, que está en el interior de la estación Zócalo y se puede apreciar sin costo adicional al boleto de entrada al metro, fue hecho por Marquina, pionero en la investigación de la arquitectura prehispánica. Gracias a su trabajo con fuentes históricas y al estudio arquitectónico en exploraciones arqueológicas contemporáneas, realizó uno de los primeros planos de México Tenochtitlán y la reconstrucción del Recinto Sagrado.
Con el paso de los años, nuevas investigaciones han dado información relevante acerca de la antigua ciudad, revalorando los hallazgos, sus dimensiones y la distribución de sus edificios que se plasman en la maqueta del Recinto Sagrado de México Tenochtitlán más actualizada existente hasta la fecha. El recinto fue eje del universo Mexica (1325-1521), por eso, era la sede de los poderes militares y religiosos concentrados en una gran plaza.
Ésta era cuadrada con 400 metros por lado, delimitada por una plataforma que alternaba accesos, escalinatas y ornamentos verticales. De sus accesos se originaban hacia el Sur, la Calzada Iztapalapa; al Poniente, la Calzada Tacuba, y al Norte, la Calzada del Tepeyac. Entre los principales hallazgos arqueológicos están el Árbol Sagrado, el Calmécac, la Casa de las Águilas, el templo dedicado a Ehécatl-Quetzalcóatl y el Huei Tzompantli.
Destaca el Templo Mayor o Huei Teocalli como centro del universo Mexica con su Coatepantli en la base y dos templos en la cima, dedicados al Dios de la lluvia, Tláloc, y de la guerra, Huitzilopochtli. En el mismo espacio de esa estación del Metro se encuentra una segunda maqueta, la del Zócalo o Plaza Central de México que muestra cómo era esa zona de la ciudad en el año 1824. Fue realizada por el maestro Carlos Arellano en 1969.
En la Plaza se podía observar la escultura ecuestre de Carlos IV hecha por el arquitecto y escultor Manuel Tolsá, misma que fue retirada al final del movimiento independentista. También, el mercado del Parián con productos procedentes de China, Europa y Filipinas; alrededor existían otros establecimientos como los de la Calle de Plateros (hoy Madero), el Portal de las Flores, y Tlapaleros (hoy 16 de Septiembre). Todo está en la maqueta.
Además, el Antiguo Palacio del Ayuntamiento con sus estilos barroco y neoclásico, el Sacro y Real Monte de Piedad de Ánimas fundado por Pedro Romero de terreros a cuyas instalaciones se podía (y puede) acudir a empeñar artículos personales, y el Palacio Nacional que sería sede del gobierno durante la presidencia de Guadalupe Victoria. Por último, existe una tercera maqueta que representa al mismo Zócalo, pero en el año 1900.
También es de 1969 y la creó el mismo Carlos Arellano. En 1900 se inauguró en México el primer tranvía eléctrico, con la ruta Tacubaya-Chapultepec, siendo la Plaza de la Constitución la estación más importante. Este sistema de transporte también conocido como “los rápidos” podía alcanzar una velocidad máxima de 10 km/hr., y a finales de ese año el Palacio nacional recibió la primera transmisión de radio, desde Chapultepec.
A mediados del siglo XX el entonces Departamento del Distrito Federal (DDF) realizó trabajos de remodelación en la Plaza de la Constitución, donde se niveló el piso y se quitaron las vías, tomando la forma de explanada con la asta bandera al centro, fisonomía que conservó hasta hace unos meses, cuando se decidió hacer peatonal al Zócalo y a las calles que lo rodean. Las tres maquetas de tamaño monumental son un gran atractivo.