viernes, noviembre 22, 2024
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DANZÓN DEDICADO A MARÍA ROJO Y RECUERDOS QUE LA ACOMPAÑAN

Danzón que da identidad al tradicional barrio leonés

La explanada-atrio de San Juan de Dios se convirtió en escenario para que más de 30 parejas mostraran su amor por el danzón, ante la mirada de una actriz que reforzó desde el cine la magia de tan sensual expresión.

El viejo barrio del hospital de negros, de las vecindades ruinosas que desaparecieron al calor de la urbanización, fue escenario para que María recordara lo filmado, en una visita a la Perla del Bajío como parte del Festival Internacional de Cine de León.

Explanada-Atrio de San Juan de Dios

San Juan de Dios: de barrio abandonado a atracción turística

Al iniciar la segunda mitad del siglo XX, el Aldama y el Carro Verde eran los mercados populares de la zona centro de León. Sus locales les daban la formalidad comercial refrendada con puestos de frutas, carnicerías, abarrotes, florerías y fondas.

Pero había una zona con puestos en la calle, donde el platillo principal era la guacamaya, el tradicional bolillo rellenado con durito (chicharrón) de puerco y una picosísima salsa de jitomate, cebolla y chile de árbol

Ahora San Juan de Dios, el Barrio de Abajo, es el espacio para la vendimia, pero también para la nostalgia danzonera.

El León que ya no está

Luis Enrique Solís es un joven guacamayero, hijo de don Diego Solís, sobreviviente de las viejas glorias de la vendimia sanjuanesca que desapareció a principios de la década de los noventa del siglo pasado. San Juan de Dios era un barrio con viejo pavimento, por donde pasaban autobuses, cercano a la plaza principal, con sus vetustas casas convertidas en vecindades. Lo platica:

—Había tres taqueros: Don Chava, que ya murió, y Rubén, quien también ya murió. Queda Rosalío, al que le llamamos Chalío.

Luis Enrique Solís, guacamayero

El entrevistado es uno de los herederos de la tradición de una botana cuya paternidad es disputada por varias ciudades del Bajío, pero León es la que más y mejor se la adjudica. Narra cómo estaba el barrio:

—A un lado de mi papá estaba uno que tenía un puesto de aguas frescas, que se llamaba Bartolo. Todavía vive. Después estaba doña Rosa, que era la de las tripas y todavía vive. Estaba la señora Luz; ella vendía buñuelos y siguen vendiendo sus hijos, su generación que sigue.

Hace una pausa leve y continúa:

—Estaba el de los tamales y otro guacamayero, que es Adolfo. Antes de mi papá estaban Rubén y don Chava, que vendían tacos. Anterior a ellos estaba un tío mío que se llamaba Miguel y luego el señor de los burritos, que se llamaba don Salvador Jiménez. A un lado de él estaba don Pedro, que vendía hamburguesas.

La nostalgia continúa:

—Yo tenía como 8 o 10 años cuando quitaron los puestos que estaban en la calle, pero me acuerdo clarito: estaba mi Tío Miguel, que también es guacamayero, pero mi papá es el precursor del negocio. Él y mis tíos eran como los tres hermanos, pero guacamayeros, no de zapatería.

Paraíso del danzón

Al quitar a los puestos que estaban sobre la calle Ignacio Manuel Altamirano, el jardín de San Juan de Dios quedó con vista libre, mostrando majestuosos laureles de la India que el tiempo y la contaminación habrían de destruir.

Luego vendría la remodelación, que redujo jardineras, pero agregó metros de plaza tanto al costado poniente de su viejo templo como al frente, hacia el norte, plancha ampliada al desaparecer el atrio.

En la primera explanada empezaron las tardes de jueves de danzón, con parejas vestidas para la ocasión: sombrero de ala media, ellos, vestidos ajustados a la cadera, ellas. Traje y zapatos lustrados, ellos; zapatilla (ahora de tacón bajo) y sensuales medias ellas. Unos y otras con sus mejores peinados. Ellos con sus lociones, ellas con su maquillaje.

Danzón dedicado al recuerdo y la juventud.

Explanada danzonera

Luego el danzón se compartiría en la plaza principal, en la de los Fundadores, en la Plaza Expiatorio y jardines de la ciudad, hasta que llegó la pandemia de covid 19 que se llevó a algunas parejas y dejó solas esas plazas.

En los mejores momentos de danzón hubo música en vivo.

El danzón volvió

Llegaron las vacunas y el danzón regresó. De nuevo estuvo en San Juan de Dios. Esta vez no en su tradicional explanada del lado de la Altamirano, sino por el lado de la Rosas Moreno.

Desde Las Duyas, restaurante churrero, María Rojo contempló a 30 parejas rendirle homenaje. Todo enmarca para el retorno del baile que da identidad a ese viejo León de sombreros, ellos, y rebozo, moño y mascada, ellas.

María Rojo en la escena danzonera

Ya no están los viejos cines. Ahora las nieves, aguas frescas y guacamayas tienen local. Abajo de la arruga y las canas están esos ánimos de juventud, contemplados por una actriz que mostró al mundo a través de la gran pantalla la sensualidad del danzón.

Si Juárez no hubiera muerto…

Federico Velio Ortega
Federico Velio Ortega
Periodista, maestro en Investigador Histórica, amante de la lectura, la escritura y el café. Literato por circunstancia y barista por pasión (y también al revés)
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