Todos pueden verla al salir de Guanajuato centro hacia el sur, al entrar por el acceso José Chávez Morado o al subir o bajar de la zona de Pozuelos. Se alza colorida sobre la ladera de un cerro, con la escultura de Cristo protector, rodeado a su vez de cuatro columnas y cubierto por una cúpula, encima de la cual se alza una cruz metálica.
Todos pueden verla, sí, pero son pocos los que se animan a visitarla, pese a que el acceso se facilita por una escalera que inicia al pie del cerro. Ahora bien, si el espíritu aventurero conseja extender el paseo, bien puede partirse desde la cortina de la presa de Pozuelos, en una ruta que agrega algo de adrenalina al recorrido.
Ya en el cerro, diversas veredas conducen a la capilla o ermita. Aunque desde abajo se mira pequeña, es un engaño de perspectiva; en realidad, se eleva a más de tres metros sobre el suelo, sin contar la cruz que la corona. ¿Pero… qué hace ahí?.
De niño, yo creí que se había construido con afán de que la gente se encomendara a la protección divina cuando saliera por carretera de la zona urbana. Seguramente, así la conciben muchos conductores y viajeros, pero en realidad se levantó por otra razón: es un monumento que conmemora un hecho trágico.
Sorprende su estado de conservación, pues luce recién pintada en tonos rojo y amarillo. En el pequeño espacio donde se levanta el Cristo de cantera rosa, solo el viento que a veces se presenta turba el solemne silencio, pese a que solo unos metros abajo no dejan de circular todo tipo de ruidosos vehículos.
Sujetos a la escultura, un Sagrado Corazón y un borroso exvoto dan fe de lo acontecido hace 155 años. Una placa de cantera bien trabajada revela la génesis del monumento: el 2 de junio de 1867, una de las inundaciones periódicas que sufría la ciudad minera arrastró hasta ese punto del río Guanajuato el cuerpo del infortunado León Demongel.
En la parte alta del sitio donde fue encontrado, sus familiares levantaron una capilla que pudiera ser vista por todos, y que además es un magnífico mirador con vista a Noria Alta. La vista se recrea con el paisaje, en el que se mezclan la añeja piedra y las modernas edificaciones, motivando a la reflexión de lo frágil que es la vida y lo devastadora que puede llegar a ser la fuerza desatada de la naturaleza.