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LA DANZA GUAMAR DE COMONFORT ARMÓ EN MITOTL EN LA CAÑADA

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*Carlos Martínez, artesano en búsqueda y recreación del pasado chichimeca de Chamacuero

Junto a la tropa de las Fuerzas de Seguridad Pública del Estado y cerca de soldados de verde olivo, las huestes guamares comandadas por su majurrú Carlos Martínez se preparan para danzar a lo largo de más de un kilómetro por la cañada de Guanajuato.

Sus atuendos y vigorosa y rítmica movilidad levantan aplausos entre la gente que mira el desfilar. Es el mitotl (luego derivado en “mitote”, la danza de la guerra). Así lo hace donde les invitan el grupo de Danza Guamar, del viejo Chamacuero, hoy Comonfort, Pueblo Mágico de gloria molcajetera.

Fruto de su inquietud por conocer la historia de su municipio, por indagar en sus orígenes, Carlos Martínez fundó hace nueve años, su grupo de danza. En el marco de su participación en el desfile conmemorativo de la toma de la Alhóndiga de Granaditas, surgió la inquietud por dialogar con él:

  • ¿Qué representan este grupo y esta danza?
  • Nosotros representamos a un grupo étnico llamado Guamares. Una nación chichimeca que habitó en esta zona de Guanajuato y en la parte centro-norte del país. Traemos del pasado un poco de nuestras raíces ancestrales

Así supo que mientras que los chichimecas hñähñu capitulaban para fundar San Luis de la Paz, en otras regiones del territorio de lo que hoy es Guanajuato había grupos indómitos. Uno de ellos eran los guamares. Carlos prosigue:

  • Tenemos con este festejo nueve años, son nueve años de estar trabajando en este rescate cultural, tratando de reavivar la tradición que se estaba perdiendo en nuestro municipio.


El actual Comonfort fue, antes de la llegada de los españoles, un poblado fundado por purépechas. Le llamaron Chamacuero: “lugar donde se cayó el cercado”. Era la frontera entre ellos y las naciones chichimecas, especialmente pames y guamares. La diversidad de orígenes: chichimeca, purépecha, mestizo y criollo, dan a Comonfort una diversidad cultural. Carlos lo sabe:

  • Nuestro municipio tiene muchas danzas tradicionales, pero ninguna se había enfocado en el origen de su historia.

El joven, de 31 años de edad, empezó “la búsqueda de nuestras raíces y nos encontramos con la nación chichimeca y dentro de ella la etnia guamar y quisimos traerlo del pasado de vuelta al presente”.

  • ¿Dónde encontraste los referentes de ese pasado chichimeca de Comonfort?
  • Principalmente en la historia del municipio, que hace mención de los chichimecas en la conquista. Fuimos recopilando ciertos títulos de libros que nos ayudaron a encontrar elementos que podemos identificar ahora, como la vestimenta, el comportamiento, las pieles …
  • ¿Y la danza?
  • Vamos basando la danza en los movimientos del viento, del agua, del aire y del fuego, que es muy importante, pues era indispensable para los chichimecas y para nosotros lo sigue siendo como símbolo de purificación de nuestras danzas. Es un elemento que tiene mucha representación en lo que hacemos.

Y, en efecto: antes de cada danza se enciende el copal para que su humo purifique aire, cuerpos y almas.

  • ¿Qué otros elementos de significación tienen?, ¿alguna deidad?, ¿qué significan los instrumentos que muestran?
  • Se dice que los chichimecas no tenían una deidad en sí, pero ellos tenían mucha conexión con lo que era la tierra, el sol, la luna y las estrellas. Tenían costumbres muy representativas de ellos como el pintarse de ciertos colores.

El tambor chichimeca era de piel de chivo curtida y tensada y tejida sobre un redondel de pino. Era música de estruendo, de ritmo frenético, impulsor de un danzar vigoroso. Esos movimientos eran mucho más impresionantes porque cubrían sus desnudeces con pieles y pintaban sus cuerpos de diversos colores. Carlos lo explica:

  • El rojo era un color ritual normal y cotidiano. Ellos (los guamares) lo hacían moliendo con piedras calizas de la zona y lo combinaban con un gusanito del nopal llamado “cochinilla”.

Prosigue:

  • El color negro era fúnebre. Ellos cremaban a sus difuntos y danzaban alrededor de la hoguera. Con el carbón de la hoguera teñían sus cuerpos. También usaban el negro en ataques nocturnos que llevaban a cabo para no ser visibles en la oscuridad.

Fray Bernardino de Sahagún describe ese punto:

Los chichimecas se preparaban para la guerra con oraciones y danzas y bailes; en la danza de guerra (el mitote), trababan los brazos con los de sus compañeros, y todos giraban vigorosamente en un círculo alrededor de una hoguera. Por lo general, el mitote se hacía de noche, y consumían peyote (péyotl) u “hongos malos” (nanácatl). Sobre las danzas y alucinógenos Sahagún dice: se juntaban en un llano después de haberlo bebido y comido, donde bailaban y cantaban de noche y de día, a su placer, y esto el primer día, porque el día siguiente lloraban todos mucho, y decían que se limpiaban y lavaban los ojos y caras con sus lágrimas.

Carlos añade la referencia a otros aspectos de su grupo:

  • También tenemos en nuestra vestimenta elementos como huesos, cráneos y todo tipo de pieles, que eran como trofeos de caza. Algunos tienen una representación de cráneos humanos. Se dice que algunas partes de los huesos humanos se usaban como representaciones de la persona que perdieron y que les daba el conocimiento de ellos, por medio de portar algún accesorio; lo mismo pasaba con las pieles o huesos de los animales. Ellos consideraban que les daban las habilidades de esas criaturas.


El entrevistado sólo tiene secundaria y actualmente estudia preparatoria en el sistema abierto. Ha contactado a historiadores y antropólogos para saber sobre sus ancestros guamares.

Su artesanía es de inspiración prehispánica: collares, pulseras, penachos, aretes, armas, instrumentos y todo lo que sea referencia a la nación chichimeca.

Por las calles de Guanajuato marcharon Fuerzas de Seguridad Pública del Estado, soldados del Ejército Mexicano y la Guardia Nacional. Junto a ellos iban esos guamares con sus atavíos de plumas, con pieles de coyote y otros animales cubriendo sus pudibundeces, con sus cuerpos pintados de negros y rojos, con esas danzas intensas, sus gritos y aullidos y el tambor que resonaba en la cañada. Era el mitotl, la danza de la guerra

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