Propios y extraños se asombran al deambular por el Centro Histórico de la Ciudad de México, por la cantidad de edificios coloniales, museos, y un respetable número de atractivos. ¿Ejemplo? En el número 5 de la calle Tacuba está el Palacio de Minería, en cuyo vestíbulo se exhibe una de las colecciones de meteoritas más notables del mundo.
Están ahí, a la vista del transeúnte que atina a voltear hacia el interior del Palacio. Quien decide entrar se sumerge en una experiencia única, y gratuita por añadidura, en la que se entera de su tamaño, peso, origen y clasificación. Fueron nombradas por el lugar donde se hallaron, o en donde cayeron; puede ser un pueblo, cañón, río o la ciudad más cercana.
El Palacio de Minería exhibe cuatro meteoritas que fueron debidamente estudiadas por el ingeniero Juan Carlos Cruz Ocampo, el físico Omar Escamilla González y la maestra Lucero Morelos Rodríguez. Ellos contaron con la invaluable colaboración del señor Arturo Gómez López. Juntos elaboraron un perfil completo de las meteoritas mexicanas.
De acuerdo con los expertos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), una meteorita es un objeto sólido natural que se mueve en el espacio interplanetario. Es una pieza o fragmentos que han impactado en la Tierra sin desintegrarse por completo por el calentamiento debido a la intensa fricción al pasar por la atmósfera terrestre.
En el vestíbulo se halla una placa donde se lee que las meteoritas proceden del espacio interplanetario del Sistema Solar. Son atraídas por los campos gravitacional y magnético de la Tierra y su existencia en el espacio se atribuye a la destrucción de un planetoide, planeta, o satélite que gravitó entre Júpiter y Marte, zona donde los asteroides abundan.
Se clasifican en sideritas, litosideritas, aerolitas, y tectitas. Las primeras se subdividen en octaedritas, hexaedritas, y ataxitas. Las meteoritas contienen poco más de 50 especies de minerales, entre nitruros, sulfatos, sulfuros, fosfuros, ligas, fosfatos, cloruros, carbonatos, carburos, elementos, óxidos, y silicatos, acompañados de gases con rasgos isotópicos.
Los ejemplares que se exhiben en el Palacio de Minería, recinto abierto de lunes a domingo en horarios habituales, pertenecen a la clasificación de sideritas. Fueron instaladas en ese lugar en el siglo XIX por el ingeniero de minas Antonio del Castillo y poseen un gran valor científico, y han sido admiradas por estudiosos de todo el mundo.
La mayor parte de las meteoritas son fragmentos de asteroides de materia sólida primitiva como la que originalmente formaba la Tierra. También se les llama meteoritos, aerolitos, bólidos, cosmolitos o piedras del cielo. Las cuatro que se exponen destacan por su tamaño, y “El Morito” es excepcional porque es la pieza orientada más grande de todo el planeta, lo que significa que conserva las líneas de vuelo y el sentido de su caída.
Estas meteoritas han viajado desde el siglo XIX a exposiciones internacionales. En 1889 se exhibieron por primera vez en moldes de papel maché (para dar idea de sus tamaños reales) en la Exposición Universal de París. En 2007, la “Zacatecas” fue a Nuevo León, a la expo “América, migración y sus culturas” en el Fórum de las Culturas Monterrey.
Originalmente, en 1893 se exhibían cinco meteoritas en el Palacio de Minería, las cuales se trasladaron desde Chihuahua hasta la Ciudad de México. Se trata de “Chupaderos I”, “Chupaderos II”, “El Morito”, “Zacatecas” y “La Concepción” o “Adargas”, esta última se encuentra actualmente en el Instituto de Astronomía de la Ciudad Universitaria.
La primera constancia de una caída de meteoritas se remonta al siglo V, durante las guerras del Peloponeso entre atenienses y espartanos, en donde cayó un gran ejemplar. Cristóbal Colón observó una lluvia en su primer viaje a América, narrándola así en su diario de navegación: “El 15 de septiembre cayó al mar un maravilloso racimo de fuego”.
Hasta fines del siglo XVIII se creía que las meteoritas eran producto de fenómenos de la atmósfera terrestre. En 1792, Antoine Lavoisier explicó que son piedras terrestres alteradas por el rayo. Finalmente, en 1794, Ernst Florens Friedrich Chladni afirmó que vienen del espacio, como lo comprobó la lluvia de meteoritas en Ome, Francia en 1802.
Las cuatro meteoritas del Palacio de Minería son “Chupaderos I” y “Chupaderos II”, halladas cerca del poblado de Huejuquilla, Chihuahua. Son clasificadas como meteoritas férreas de tipo octaedrita y sus dimensiones y peso son 2.20 x 0.85 x 2.50 metros y 14, 114 kilogramos, y 1.20 x 2.00 x 0.70 metros y 6, 767 kilos, respectivamente.
La meteorita “Morito” fue reconocida durante siglos como una marca en el camino de las rutas indígenas hacia el sur, aproximadamente a 25 kilómetros al noroeste de Hidalgo del Parral, Chihuahua. Es clasificada como meteorita férrea, de tipo octaedrita media y sus dimensiones son 1.20 x 1.70 x 2.00 metros y su peso es de 10,100 kilogramos.
El hallazgo de los ricos yacimientos de plata en la ciudad de Zacatecas, explotados por los españoles después de la conquista, dio por resultado el descubrimiento de la meteorita “Zacatecas”. Esta piedra es clasificada como una meteorita férrea de tipo anómala con minerales kamacita, taenita, silicatos y grafito. Mide 1.10 x 0.30 x 0.55 metros y pesa 780 kilogramos.
Por la importancia que encierran, en 2012 se creó el Comité Pro Meteoritas, a cargo del ingeniero Cruz Ocampo. Ya se diseñó un manual de limpieza, se elaboró un plan de formación y capacitación para estudiantes de Ciencias de la Tierra, y se fundó un programa de mantenimiento. Vale la pena conocer ese regalo del espacio interplanetario.