Leal a Juárez, fue designado por Porfirio Díaz para dirigir y modernizar al Colegio Militar.
A propósito de los 200 años del Colegio Militar.
Nacido en el Mineral del Marfil, Guanajuato, el 6 de julio de 1831, Sóstenes Rocha fue un liberal de armas, política y letras. De talento militar, fue un defensor de la soberanía nacional y un formador de soldados por su condición de director del Heroico Colegio Militar.
Fue hijo del coronel Francisco Rocha y Dolores Fernández, oriundos de Celaya, donde tuvo su infancia y realizó estudios de primeras letras. Luego ingresó al Colegio del Estado. En 1851, con 20 años de edad, es enviado al Colegio Militar de Chapultepec.
De conservador a liberal
En 1854 era aún cadete cuando tomó las armas contra quienes sostenían el Plan de Ayutla. Lo ascendieron a teniente; estuvo al lado de su condiscípulo Miguel Miramón. Al inicio de la Guerra de Reforma combatió del lado de los conservadores en Guanajuato, Tacubaya y en el Sitio de Veracruz.
Pero en 1860 cambió de bando y se puso a las órdenes del también guanajuatense Santos Degollado y el veracruzano Aureliano Rivera, ambos liberales de cepa.
Entre 1862 y 1863 Rocha fue incorporado al ejército bajo las órdenes de Ignacio Comonfort para combatir a los invasores franceses. Participó en el sitio de Puebla con el Batallón de Zapadores. Fue tomado prisionero tras la derrota en la batalla de San Lorenzo, pero logró fugarse en el trayecto a Veracruz cuando iba cerca de Orizaba.
Se trasladó a San Luis Potosí para reunirse con el presidente Benito Juárez y el contingente que lo acompañaba. Juárez lo ascendió a coronel y fue incorporado al Ejército del Norte y puesto a las órdenes del general Mariano Escobedo.
Fue una etapa en la que demostró lealtad a la causa liberal e hizo evidente su genio militar. Fue parte importante de la restauración de la República. En junio de 1871 ascendió a general de división y combatió en contra de la Revolución de La Noria para vencer al general Porfirio Díaz. Defendió al gobierno del presidente Benito Juárez al sofocar los disturbios en la capital cuando los militares rebeldes Miguel Negrete y Aureliano Rivera atrincheraron sus tropas en el edificio de La Ciudadela. Después junto a algunos generales como Ignacio Alatorre, Ignacio Mejía y Mariano Escobedo enfrentó a los últimos reductos porfiristas en Oaxaca, donde Félix Díaz Mori, hermano del jefe rebelde, fue brutalmente ejecutado. Santacilla Obregón, yerno del presidente Juárez, lo elogió por su lealtad hacia el Benemérito y tras el triunfo sobre los escasos reductos rebeldes, las tropas bajo su mando entraron triunfantes a la capital. Juárez murió en 1872 y Sóstenes Rocha siguió con la causa lerdista.
En 1876 viajó a Europa para realizar estudios militares. Estaba fuera del país cuando Porfirio Díaz derrocó a Sebastián Lerdo de Tejada en la Batalla de Tecoac mediante el Plan de Tuxtepec.
Al regresar a México fue nombrado por el mismo Porfirio Díaz, su antiguo enemigo, director del Colegio Militar, cargo que desempeñó hasta 1883.
Formador en la Academia Militar
Con los conocimientos adquiridos en Europa, Sóstenes Rocha modernizó la formación académica militar. A principios de 1882 y gracias a sus gestiones, el plantel regresó a ocupar el edificio ubicado en Chapultepec.
El 13 de junio de 1883, el general Rocha fue sustituido en la dirección del Colegio Militar por el general graduado coronel de artillería Francisco de Paula Méndez y después se nombró interinamente el 25 de enero de 1884, al teniente coronel de Ingenieros Juan Villegas, quien permaneció largos años al frente de esta noble institución; salvo algunos intervalos en que ocupó la dirección el general Joaquín Beltrán.
Durante estos años, bajo la atinada dirección del general Rocha y el teniente coronel Villegas, el Colegio se transformó tanto en lo material como en lo académico. Grandes e importantes obras materiales modificaron el antiguo Colegio, hasta convertirlo en un local adecuado a sus necesidades. A mediados de 1883, se recibió del extranjero mobiliario completo y apropiado, para equipar salones de clases y dormitorios.
En abril de 1883 se puso en vigor el plan de estudios del Colegio, dado a conocer por la Secretaría de Guerra y Marina el 22 de febrero de ese año, introduciendo nuevas materias, como cálculo diferencial e integral que se ordenó se cursara como materia separada. Se fundaron las clases de artillería naval y torpedos, mecánica aplicada, teoría del movimiento de bajeles, de vientos y corrientes, nomenclatura de término náutico y dibujos de máquinas y arquitectónico, pues debemos recordar que en esos años también se preparaban en el Colegio Militar a los Oficiales de la Armada.
Exigencia militar
En 1821, al constituirse la Nación Mexicana con la consumación de Independencia, se consideró imprescindible la existencia de un Ejército permanente que se encargara de proteger y defender la integridad del territorio nacional.
A principios de 1822, el brigadier García Conde, quien había conformado un esquema de preparación marcial durante los últimos años del virreinato, presentó a la Primera Regencia del Imperio de Agustín de Iturbide, un proyecto para la creación de un Cuerpo de Ingenieros y una Escuela Militar.
El 11 de octubre de 1823, el general José Joaquín de Herrera, Ministro de Guerra y Marina, expidió el Acuerdo para crear el Colegio Militar. Lo estableció en la Fortaleza de San Carlos en Perote, Veracruz, lugar donde se formarían los oficiales subalternos del Ejército.
El 13 de marzo de 1828 se decretó la reglamentación del nuevo establecimiento bajo la denominación de Colegio Militar, el cual debía establecerse en la capital de la República o en sus inmediaciones. Fue instalado el 7 de julio de 1828 en el edificio de la Ex Inquisición y a principios de 1829 pasó al Ex Convento de Bethlemitas.
El Ministro de Guerra, José María Tornel y Mendivil, ordenó el traslado del plantel del edificio de las Recogidas al Castillo de Chapultepec, mismo que fue adecuado a las necesidades de formación e instrucción militar. Fue instalado en ese recinto en 1842; posterior a los acontecimientos de la Intervención Norteamericana. El 1 de julio de 1848, el Colegio Militar se trasladó por disposición del Presidente José Joaquín de Herrera al “Cuartel del Rastro”.
Ya con las reparaciones pertinentes del Colegio Militar, el 1 de agosto de 1849 volvió a instalarse en el Castillo de Chapultepec. Con la Guerra de Reforma (1857-1561), cambió su sede al Colegio Chico de San Ildefonso en 1858 y ese mismo año se reubicó al edificio de San Gregorio.
En 1862, el Colegio Militar nuevamente ocupó el Castillo de Chapultepec, pero el 23 de febrero de 1863, con la Intervención Francesa, los Cadetes pasaron al Ejército como oficiales cooperando en la defensa del País.
El 22 de enero de 1869 entró en funciones en el Cuartel Arista de Palacio Nacional. El 1 de enero de 1882 ocupó una vez más el Castillo de Chapultepec, sede que fue testigo de la “Marcha de la Lealtad” el 9 de febrero de 1913, cuando los Cadetes afirmaron su lealtad, escoltando al presidente Madero, del Castillo de Chapultepec a Palacio Nacional.
Como resultado del movimiento Constitucionalista en 1920, el presidente Venustiano Carranza inauguró oficialmente el mencionado plantel en las instalaciones de Popotla, ciudad de México, en donde se mantuvo hasta 1976.
El 29 de diciembre de 1949, por decreto presidencial, se antepuso al nombre de Colegio Militar el emblema de Heroico, como acto de justicia y merecimiento.
El 18 de agosto de 1976, el Colegio Militar tuvo su última transición con la inauguración de la Universidad del Ejército y Fuerza Aérea en Popotla. El Heroico Colegio Militar fue trasladado el 13 de septiembre del mismo año a Tlalpan, al sur de la ciudad de México. Las modernas instalaciones fueron inauguradas por el presidente Luis Echeverría Álvarez, acompañado del general de división Hermenegildo Cuenca Díaz, Secretario de la Defensa Nacional.
El legado de Sóstenes Rocha
El militar liberal guanajuatense Sóstenes Rocha murió en la Ciudad de México el 31 de marzo de 1897. Fue sepultado en la Rotonda de las Personas Ilustres. Su defensa al gobierno de Juárez durante la rebelión de Porfirio Díaz fue recordada por Francisco I. Madero durante la Decena Trágica y por Venustiano Carranza durante el Plan de Agua Prieta, durante los cuales ambos fueron derrocados por un militar que les había declarado su fidelidad.
Dos de los más importantes historiadores del liberalismo mexicano lo mencionan en sus obras: Daniel Cosío Villegas no duda en calificarlo como el militar más conspicuo del ejército liberal, mientras que Luis González y González lo incluye en el grupo de los treinta hombres que decidieron el destino del país entre 1857 y 1876, y se refiere a él como el más profesional dentro del grupo militar. Ese profesionalismo y patriotismo fueron base para la modernización del Colegio Militar.