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Nicolás Cano, un comunista guanajuatense

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Nacido en San Miguel de Allende en 1880, vivió desde sus primeros años en la ciudad de Guanajuato. Murió el 25 de diciembre de 1942. Fue minero que simpatizó con los magonistas, formó un Movimiento Obrero-Minero en la ciudad, fue revolucionario constitucionalista y periodista de ideales liberales y socialistas.

Nicolás Cano, diputado constituyente (imagen tomada del libro de Jesús Romero Flores, Historia del Congreso Constituyente 1916-1917, México, Gupy, 1985, p. 95)

Luchador minero

Era aún adolescente cuando emigró a la ciudad de Guanajuato y comenzó a trabajar como minero. A principios del siglo XX, tenía un periódico en el que exponía sus ideas liberales pro magonistas. Este impreso fue cerrado, sistemáticamente, por el poder local porfirista.

Dispensaba una estrecha amistad con Joaquín González y González, abogado, egresado del Colegio del Estado, que a pesar de pertenecer a una de las familias notables de la ciudad pregonaba ideas que pasaron del liberalismo al socialismo. Ambos discutían y analizaban las noticias sobre los abusos del porfiriato en la imprenta de José F. Granados, periodista leonés editor de El Barretero, semanario impreso desde 1891 e identificado con las causas y la labor de los mineros.

En junio de 1906, los tres liberales, junto con un  puñado de guanajuatenses, realizaron un mitin en la recién inaugurada Plaza de la Paz para protestar contra la matanza de mineros en Cananea, ocurrida a principios del mes. Los inconformes fueron reprimidos violentamente, el taller de Granados fue destrozado por la policía y los manifestantes fueron apresados, con lo que inició una etapa de periodistas liberales perseguidos por el gobierno porfirista de Guanajuato.

Etapa revolucionaria

En 1909, Nicolás Cano se sumó al Partido Antirreeleccionista, formado por el maderismo, y se convirtió, fuera de Guanajuato, en un activo opositor. Con ese carácter colaboró para La Hoja Republicana y el combativo Diario del Hogar, de Filomeno Mata.

Cano apostaba a la caída de la dictadura como primer paso para reivindicar los derechos de los trabajadores y en ese tenor mantuvo un entusiasta apoyo al movimiento revolucionario que derrocó a Díaz y llevó al de Parras a la presidencia de la república. Madero fue asesinado en febrero de 1913 y Victoriano Huerta tomó el poder. Cano se integró a las huestes de Venustiano Carranza para combatir al usurpador. A la caída de Huerta, en 1914, el minero regresó a Guanajuato para colaborar con el gobierno de José Siurob.

De constituyente a comunista

En 1916, se constituyó en parte del grupo carrancista triunfante y fue uno de los 18 candidatos a diputados guanajuatenses que habrían de participar en la elaboración de una nueva Constitución al lado de los intelectuales revolucionarios más radicales, en especial en la redacción del artículo 123 de la nueva Carta Magna.

Luego de su participación como constituyente, su formación marxista lo llevó a vincularse con socialistas de diferentes partes del país. En 1917 fue del grupo fundador del Partido Socialista Mexicano (PSM). En 1918 participó en el Congreso Obrero de Saltillo, donde se fundó la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM), que suplía a la Casa del Obrero Mundial, y donde fue el único en oponerse a Luis N. Morones, a quien acusó de ser traidor a la causa socialista internacional. En diciembre estuvo entre los fundadores del Gran Cuerpo General de Trabajadores como asesor del sindicato tranviario. Tras la represión del Gran Cuerpo, en abril de 1919, se instaló por un año en Guanajuato.

Un año después regresó a la ciudad de México, donde fue nombrado secretario general del PSM, cuando éste se adhirió formalmente a los principios de la Internacional Comunista. Ese verano fue electo diputado federal. A finales de 1920, su partido se unió al Partido Comunista Mexicano (PCM), pero en enero siguiente rompió con éste para restablecer el PSM con una tendencia “comunista parlamentaria”. En esa etapa redactó el prólogo y el epílogo de un folleto del PSM titulado Carta Bolchevique, en el que incluía textos de Lenin y Zinóviev.

En la primavera de 1921, se separó del PSM  y fundó el primero de mayo en la ciudad de México el Partido Comunista Revolucionario Mexicano (PCRM), junto con Diego Aguillón y Teódulo Loman. Ese año se trasladó de nuevo a Guanajuato debido a su enfrentamiento con el gobierno de Álvaro Obregón, para encontrarse con un estado donde las viejas oligarquías habían pasado de su alianza con el porfiriato a su alianza con los gobiernos revolucionarios. La pobreza y la desigualdad se habían agravado como resultado de la parálisis económica generada por la guerra civil.

Páginas del semanario “Rebeldía”, del 26 de septiembre de 1923.

Periodismo prosoviético

A finales de 1921 reanudó su quehacer periodístico y fundó y dirigió el semanario Rebeldía, en el que exhibió un discurso comunista clásico a favor de los proletarios y en contra del capital, pero a la vez, agudo crítico a los gobiernos estatal y federal.

Tuvo tal influencia en los ámbitos locales que circuló, como contraparte, otro impreso llamado Revelación, en el que se le respondía a las críticas y se le contraatacaba caricaturizándolo como “sovietista” y acusándolo de cuanta perversión pudiera imaginarse, incluso la de fumar marihuana. Rebeldía dejó de circular en febrero de 1923 luego de que la policía irrumpiera en una reunión del PCRM, destruyera la imprenta y los encarcelara.

En septiembre de ese año fue liberado por el nuevo gobernador de Guanajuato, Enrique Colunga, antiguo compañero de curul en el Congreso Constituyente de 1917. Fue representante obrero de la Junta de Conciliación y en 1924 electo representante de Guanajuato ante la Junta de Salario Mínimo. En esas fechas, sufrió un atentado de un pistolero de la patronal, pero sobrevivió. En noviembre de 1924, su partido se fusionó con el PCM y Cano fue nombrado secretario del comité local guanajuatense. En 1925, fue expulsado por “colunguista”.

De nueva cuenta se vinculó con el comunismo nacional y volvió a ser diputado federal, pero en 1927 se le acusó de ser aliado de personajes que participaron en una asonada contra el gobierno federal y se le despojó de su carácter de representante popular.

Las biografías disponibles señalan que se retiró a la vida privada y el dato certero sobre la última etapa de su existencia es que murió en la ciudad de México el 25 de diciembre de 1942.

La historiografía tradicional no le ha dado a Nicolás Cano el lugar que merece: es considerado uno de los pocos líderes de su época con formación marxista, un obrero que luchó por los desposeídos en la oposición, el gobierno, la tribuna y la prensa.

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