domingo, mayo 19, 2024
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DESAFIANDO CONVENCIONES ENTRE LA MATERIA Y LO VIRTUAL

Diálogo con un artista que nos invita a tocar, experimentar e imaginar nuevos mundos

Julio Sahagún junto a una máscara de su autoría. Imagen de Juan Carlos Guerrero Hernández.

En la búsqueda de historias fascinantes me encontré con Julio Sahagún Sánchez. Un talentoso escultor, oriundo de Irapuato, que actualmente ha creado un espacio artístico en la capital de Guanajuato, donde colabora junto a su madre, Rocío Sánchez, una artista consumada.

Julio, curiosamente, ha pasado de la web al barro: “en realidad, mi camino hacia la escultura no fue algo premeditado. A los 17 años, comencé a desarrollar páginas web y vendí mi primera página en el 2000”, me explicaba. Su primera elección de carrera fue el diseño y posterior a un mayor discernimiento personal, se dio cuenta que tenía mayor interés por estudiar artes plásticas en la Universidad de Guanajuato. 

En su momento, un factor importante para que decidiera estudiar diseño fue que la estabilidad financiera parecía estar más presente en esa profesión. Sin embargo, el programa académico de la carrera en artes y la motivación de una amiga cercana lo llevaron a descubrir, una profunda conexión con el tacto y la materialidad que le podía dar el barro.

“Había por ahí un bote de barro como muy viejito, pero que intuía que servía, agarré un poco y lo empecé a amasar. Fueron, tal vez, más de 20 años desde la última vez que había agarrado algo similar al barro; entonces, fue ese instante en el que definitivamente dije: esto me encanta, esto es lo mío”, me contó con mucho entusiasmo. 

Durante su carrera en artes comenzó una exploración con diversas disciplinas como dibujo, pintura y sobre todo fotografía, con la cual descubrió un gusto inesperado por posar, un interés que se convirtió en una pasión por crear objetos de barro y luego capturarlos en imágenes, particularmente máscaras. Desde entonces no ha dejado de crearlas.

Julio moldeando barro en el “El Viaje de la Conciencia”. Fotografía de Ana Solórzano. En la imagen de la derecha: Visión alterada de la realidad. Collage de fotografía digital impresa en plotter sobre papel fotográfico. 60 x 31.8 cm. Imagen de la obra, cortesía de Julio Sahagún Sánchez para su publicación en este espacio.

Para el escultor las máscaras son más que simples objetos: representan arquetipos, pero también ocultan su propia identidad. Disfruta mucho posar de maneras inusuales, alejándose de las poses  convencionales. Precisamente, su obra artística y su perspectiva sobre el arte se enfocan en desafiar los órdenes establecidos. Julio siente que los artistas tienen una doble función: alterar y complacer, por lo cual sus trabajos a menudo exploran esta dicotomía.

Complejo de Edipo (2017). 21 x 17 x 12 cm. Terracota. Imagen de Juan Carlos Guerrero Hernández.

Mientras florecían estos procesos artísticos en él, durante su carrera empezó a invitar a otros artistas para desarrollar nuevas ideas dentro de su hogar. “Conocí a muchas personas, compañeros de la escuela, que solía invitar a mi casa y con el tiempo, empezamos a desarrollar nuevas ideas, creando así Espacio Mutante“, dijo Julio. Un espacio que se ha convertido en uno de los lugares más innovadores para la colaboración artística y la experimentación en Guanajuato, principalmente fundado con la colaboración de  Juan Carlos Guerrero Hernández (https://www.instagram.com/comproaccionestelmex/) y Alejandrina Pérez Barragán (https://www.instagram.com/ale_nina96/).

Durante la conversación, Julio mencionó el concepto de “arqueología interior”. Este concepto fue “moldeado” con la colaboración de la doctora Gabriela López Portillo, profesora del artista. La “arqueología interior”, según me explicó Julio, es más que una metáfora; es una forma de explorar la propia esencia a través del tacto y de medios específicos, en su caso por medio del barro. 

Con el paso del tiempo se ha dado cuenta de que, parte de todo este proceso ha sido gracias a su intuición y verlo como una especie de juego, diferenciándose de aquellos que visualizan una obra antes de crearla. Prefiere dejarse guiar por el material y el momento, permitiendo que su arte se desarrolle “orgánicamente”, tal como él lo describe. 

Caja de arena (2019-2020). Terracota, arena y grava. Conjunto de la exposición “Arqueología interior” realizada en el Museo de la Ciudad de Irapuato, Gto. Imagen de Juan Carlos Guerrero Hernández.

La plática fue muy amena y más conceptos interesantes iban surgiendo, por ejemplo, “Arte Colectivo Anónimo”, una reflexión en torno a la propiedad intelectual y la autoría en el arte desarrollada en Espacio Mutante. “Esta noción la descubrimos al reconocer que el arte colectivo existía desde la prehistoria, siempre presente de alguna manera”, comentó.

En este contexto, “Arte Colectivo Anónimo” implica la colaboración creativa de varias personas sin atribuir la autoría individualmente, sino como su nombre lo dice, en la expresión colectiva y anónima. “En respuesta al cuestionamiento sobre la propiedad intelectual y la propiedad en general, decidí construir un cuarto más para irme a vivir ahí y que toda la planta baja del predio fuera usado para crear, permitiendo que se convirtiera en un área semipública”, expresó con satisfacción.

“Cada persona”, dijo, “es única y su expresión artística también lo es”. Por lo cual, su obra, intrínsecamente unida a su persona, es una expresión de su ser en barro, pero a su vez de la sociedad y la condición humana. Es por eso que espera poder influir en las percepciones de los espectadores, pero no solo eso, sino también que tengan una experiencia táctil y simbólica. 

Tiene muy arraigadas las enseñanzas de su madre sobre la importancia de la presencia del artista junto a su obra, por eso ha presentado exposiciones interactivas en el Museo Casa Diego Rivera, donde durante dos meses permitió a los visitantes interactuar físicamente con las obras y entre sí.

Una de sus piezas interactivas fue “Concepción”, una escultura que invitaba a los visitantes a realizar un gesto simbólico y otras obras que representaban diferentes etapas de la vida, como infancia, juventud y nacimiento, fomentando la interacción y el juego. Para él es muy importante la conexión entre las personas en los museos.

Yaneli López e Isaac “Búho” Arroyo en un performance interactuando con la instalación “Concepción” de la exposición “Estadios y Umbrales de la Vida Humana” en el Museo Casa Diego Rivera. En la siguiente imagen: Clausura de la exposición mencionada. Fotografías de Juan Carlos Guerrero Hernández.

Además de su enfoque relacional, Julio ha explorado el ámbito tecnológico, incluyendo blockchain, inteligencia artificial y el metaverso, experimentando con fotogrametría de sus esculturas y explorando nuevos formatos tanto físicos como digitales.

Desde su primera exposición individual en lo que él denomina “Proto Espacio Mutante” ha ido dejando huella en el mundo del arte. Posteriormente, se presentó en el Centro Regional de Expresión Artística (CREA) en Irapuato, titulada Figura Humana, donde trabajó con esculturas de bronce, aunque luego decidió evitar este material por razones ecológicas. Más adelante expuso en el Museo Almaraz en Irapuato. 

Actualmente en el espacio de su madre, “El Viaje de la Conciencia” https://www.facebook.com/elviajedelaconsciencia,  tiene la exposición “Invocaciones Escultóricas”, curada por Noni Estudillo (https://www.instagram.com/lamalditavainilla), la cual está próxima a concluir, pero tiene una propuesta muy innovadora: al finalizar, las piezas no vendidas serán enterradas en el mismo lugar. 

Explicación de “Invocaciones Escultóricas” junto al autor. Fotografía de Ana Solórzano. En la segunda imagen: piezas de “Invocaciones Escultóricas”. Imagen, cortesía de Julio Sahagún Sánchez para su publicación en este espacio.

Julio reconoce un valor en la creación de cápsulas del tiempo, como un acto simbólico de guardar algo para que lo encuentren en el futuro, lo que añade una dimensión arqueológica a su obra artística. Cabe destacar que todas las piezas allí expuestas, así como el 90% de sus esculturas de barro han sido cosidas por el maestro alfarero Santiago Torres en su taller en La Gualdra https://www.facebook.com/alfareriatradicional/

Es este el testimonio artístico de Julio*, quien mezcla lo real con lo digital, generando una combinación de introspección, interacción social y experimentación tecnológica, haciendo realmente únicas y fuera de lo convencional sus obras.*Si te interesa conocer más de su obra, entra aquí: https://linktr.ee/jusasa 

Ana Solórzano
Ana Solórzano
(Guanajuato, Gto. 1993) Bióloga egresada de la Universidad Autónoma Metropolitana, Campus Xochimilco. Promotora del cuidado del agua y la conservación de la naturaleza, a través de los medios de comunicación y proyectos comunitarios. Su principal motivación profesional es desarrollar estrategias sustentables para la conservación del agua.
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