El caluroso 19 de marzo de 1987 la Calle Donceles, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, amaneció con una movilidad de autos y transeúntes muy distinto al habitual. A media mañana, el entonces presidente del país, Miguel de la Madrid Hurtado, hizo entrega del Antiguo Colegio de Cristo a la Sociedad Mexicana de Caricaturistas (SMC).
Entre curiosos, empleados que asomaban la cabeza desde sus locales comerciales y personas que al deambular por el rumbo se preguntaban qué sucedería allí, el equipo de seguridad del mandatario iba y venía dando y recibiendo instrucciones para dar paso franco al primer magistrado de la nación. Fue un día de fiesta y memorable para muchos.
Recibió el inmueble el presidente de la SMC, el caricaturista Pedro Sol Lalande, con la encomienda presidencial de consagrar el edificio a la importante labor de preservar, resguardar y difundir las obras artísticas realizadas por los caricaturistas a lo largo de la historia. Pedro Sol armó entonces un equipo de trabajo para llevar a cabo la encomienda.
Encomienda que, en realidad, había sido una iniciativa de los caricaturistas organizados alrededor de su labor creativa. Con la valiosa colaboración de sus iguales, entre quienes destacaba el nuevoleonés David Carrillo (1920-2015), Sol inició los trabajos de acopio y selección de caricaturas a través de la historia, así como la biografía de sus autores.
Tras una titánica búsqueda, catalogación y sistematización de caricaturas realizadas en el territorio nacional, actualmente el Museo de la Caricatura cuenta con un valioso acervo de obras artísticas que forman parte de una exposición permanente, donde se exhiben de la primera caricatura realizada en México hace casi 200 años, a las de hoy en día.
A la fecha, el recinto resguarda mil 500 caricaturas originales, de 1826 a la fecha. Ocupa el inmueble que fue Real Colegio de Cristo, en el número 99 de la mencionada calle. La edificación data de la época de la Colonia y guarda en sus cimientos rastros prehispánicos de varias épocas, que lo ligan con los vestigios del Templo Mayor, localizado a una calle.
La bienvenida al recinto, de acceso gratuito para todo público, la da “Memín Pinguín”, el legendario niño travieso de alma tierna y corazón inmenso, protagonista de la historieta homónima creados por Yolanda Vargas Dulché en el año 1943 y dibujado por Sixto Valencia Burgos, genial caricaturista. “Memín” luce listo para la foto del recuerdo.
El simpático niño que saltó de la caricatura impresa a la forma tridimensional sin perder su playera a rayas blancas y rojas, su pantalón de mezclilla y sus tenis blancos. En su época, ese atuendo, sobre todo el pantalón y los tenis, era usado mayoritariamente por las clases obrera y no asalariada, y personas de muy pocos recursos; hoy, es una moda cara.
Ahí está, sentado en una sillita de madera escoltado por dos bancos para que los visitantes se sienten y posen junto a él en la foto para llevar a casa. El donativo es simbólico: 5 pesos. Tomarse la foto es apenas la entrada a un mundo fascinador abierto de martes a sábado, pues en el interior las sorpresas se suceden una a una en un espacio acogedor.
El museo tiene salas de exposiciones temporales para obra de autores de México y otras naciones. Cuenta con una librería especializada en libros del tema y, por si fuera poco, ofrece visitas guiadas y exposición y venta permanente de caricaturas. Si lo desea, el visitante puede ser dibujado al momento por alguno de los artistas miembros de la SMC.
“La caricatura en la historia, historia de la caricatura” es la muestra permanente de ese recinto y consta de cuatro núcleos temáticos: La caricatura en el México Independiente, 1826-1876; La sátira en el Porfiriato, 1876-1911; La caricatura de la Revolución, el caudillismo y el Maximato, 1911-1934, y La crítica humorística por sexenios, 1934- a la fecha.
El recinto rinde culto a la caricatura humorística y política. Mediante pendones bien documentados, hace una retrospectiva de la caricatura entre las fechas de 1826 y el día de hoy. Lo anterior permite conocer a caricaturistas célebres como David Carrillo, Rius, Naranjo, Ernesto “El Chango” Cabral, Constantino Escalante, y Santiago Hernández.
Visitar el museo y admirar el inmueble que ocupa, mismo que data del año 1613 es una experiencia artística, cultural, lúdica y única que ofrecen los miembros de la Sociedad Mexicana de Caricaturistas. Sobra decir que el turismo extranjero es abundante a lo largo del año, especialmente en temporadas de asueto como la que actualmente vive México.