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LA APACIBLE TRAVESÍA DE PÓSITOS

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               Calle alterna en una ciudad de tortuosas

               rutas, aúna inusual quietud a su belleza

“Guanajuato tiene sólo dos calles#, suelen decir sus habitantes. Aunque la expresión no es totalmente exacta, pues también hay unas pocas vías transversales, sí puede afirmarse que en el Centro Histórico solo existen dos, ya que el Paseo de la Presa, Sangre de Cristo, Sopeña, Avenida Juárez y Tepetapa, entre otras, son la misma ruta con distintos nombres, mientras que Pastita, Belaunzarán, Cantarranas, Pocitos  —o Pósitos— y algunas más forman un recorrido paralelo.

Entre las segundas, Positos es particularmente relevante porque constituye una alternativa menos transitada y ruidosa para recorrer el corazón citadino que la concurrida calle principal. Por otro lado, forma un mismo y continuo camino junto a otras tres pequeñas vías, que no son más que extensiones del segmento principal: Lascuráin de Retana, Galarza y 28 de Septiembre.

Las calles 28 de Septiembre y Galarza, prolongaciones de Pósitos.

Resulta pertinente señalar que el nombre de esta calle es un equívoco, pues no se originó, como podría suponerse, en el diminutivo de la palabra “pozos” (si así fuera, debería escribirse con “c” y no con “s”: Pocitos), sino que surgió como una contracción del vocablo “depósito”. Según describe la RAE, “pósito” es una “institución antigua de carácter municipal… dedicada a hacer acopio de cereales y prestarlos en condiciones módicas a los labradores y vecinos durante los meses de escasez”.

De tal modo, aunque la denominación correcta sería “Pósitos”, el habla popular ha impuesto Positos (con “s”) y así se utiliza cotidianamente. Desconocemos si el nombre original se debió a que, sobre 28 de Septiembre —que es, como ya se dijo, una prolongación— se ubica la Alhóndiga de Granaditas, edificio que fue, efectivamente, un almacén de granos, aunque por muy poco tiempo, pues a menos de un año de haber sido terminado se libró allí la primera batalla de la Guerra de Independencia.

Vista e inmueble de la calle Pósitos.

Además, casi en seguida de 28 de Septiembre, entre la Bajada de Mendizábal y la rampa que da inicio —o fin, según se mire— a la Calle Terremoto, inicia Galarza, donde se sabe que se ubicaba el almacén o tienda de productos para la minería que surtió de antorcha, yesca y brea a los insurgentes, para que El Pípila pudiera prender fuego a la resistente puerta de Granaditas y así los rebeldes obtuvieran su primera, sonada victoria.

Justamente donde comienza el callejón también llamado Galarza, parte propiamente Pósitos. A lo largo de su extensión, cafés, restaurantes, galerías y museos ofrecen sus servicios a los transeúntes. Pocos son los inmuebles que aún se utilizan como vivienda, y esos pocos generalmente son espacios rentados a estudiantes o lucrativos Airbnb. También hay pequeñas librerías de viejo, alguna oficina contable y uno que otro hotel.

El túnel Santa Fe.

Dos museos importantes asoman a la calle, sin contar la Alhóndiga: el lugar donde nació el pintor Diego Rivera y el Museo del Pueblo, mucho más visitado el primero que el segundo, debido a la innegable fama del muralista, cuya estatua casi oculta por los árboles se muestra en un pequeño espacio localizado en la contigua Juan Valle. Asimismo, a lo largo del trayecto, pequeñas galerías muestran creaciones de artistas locales, que se empeñan en vender sus obras a turistas, coleccionistas y amantes del arte. Sobre una de ellas, asoma, como estático vigilante, un peculiar rostro metálico, reproducción de una obra de la inglesa-mexicana Leonora Carrington.

Ya en pleno centro de la ciudad, se eleva la inmensa y llamativa mole de la Universidad de Guanajuato, pero allí la calle pasa a llamarse Lascuráin de Retana, en honor al personaje con esos apellidos cuyo nombre era Pedro Bautista, y que fue uno de los precursores de lo que hoy es la UG. Esa pequeña vialidad, continuación de Pósitos, finaliza junto al Templo de La Compañía, frente a una encrucijada de caminos.

Lascuráin de Retana, extensión hacia el Centro.

Al ser tan larga, Pósitos y sus prolongaciones son origen o final de varios callejones y vías laterales. Allí llegan, como ya señalamos, la calle que lleva el extraño nombre de Terremoto; la de Mendizábal, que desciende al Mercado Hidalgo, y Juan Valle, que conecta con la avenida Juárez. A medio camino se abre la oscura boca del Túnel Santa Fe, acceso al Barrio de San Clemente y salida rápida hacia Dolores Hidalgo. Y de allí parten los callejones de Galarza, Cinco Señores, Santo Niño, Cantaritos, Moyas y la Condesa. También, junto a la UG, inicia la Subida de los Hospitales y la Calzada de Guadalupe. Todo junto, forma una interconexión de laberínticos senderos urbanos.

Terremoto y Cinco Señores, dos de los callejones anexos a Pósitos.

Predominan los inmuebles de dos pisos, construidos con gruesos muros de adobe, de puertas y ventanas enmarcadas con cantera verde. La estrechez de la ruta inhibe el paso de muchos automovilistas, quienes optan por el lento tráfico de la avenida principal, e incluso hay un trecho en el que resulta casi imposible que avancen peatón y vehículo al mismo tiempo. Por lo mismo, el ruido de los motores disminuye y es menor la velocidad.

Callejones de Santo Niño y Moyas.

Quizá por eso, Pósitos invita a caminar con calma. A dejarse llevar por la reflexión interna mientras se avanza, paso a paso, al ritmo de esa calle melancólica que parece surgir de un pasado menos vertiginoso, cuando los cascos de los caballos que tiraban las carretas resonaban en el empedrado y, de noche, los faroles tenían menor brillo, permitiendo que lucieran en su esplendor, sobre el firmamento, millones de refulgentes estrellas.

Otra imagen de la céntrica ruta, y en la fotografía siguiente el detalle en una ventana.

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