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LIZ CARRERA… ABRAZANDO ÁRBOLES Y ENTREGANDO VIDA

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En el México prehispánico los árboles eran considerados como los encargados de marcar los rumbos del universo. Tenían el respeto de todos porque se pensaba que en donde un árbol crecía estaba el origen de los ancestros. Son los únicos elementos de la naturaleza que no se corrompen, y construyen con su sola presencia una estructura perfecta natural y protectora. Solo por estar.

Son irrepetibles, únicos, nobles, cariñosos y paternales… pero hoy en día deben ceder ese espacio que ocupan, y por el que a cambio nos dan además sombra y oxígeno, para que a cambio de su vida se construyan proyectos inmobiliarios ambiciosos, crezca la venta de leña, o porque no van con el diseño de la propiedad, o se necesitan más lugares para estacionar carros.

Y en este panorama en el que el planeta comienza a cobrarnos factura, ahora con estas altas temperaturas inusuales a las que deberemos acostumbrarnos cada vez más, surgen personas como Liz Carrera, que no solo valora y agradece la presencia de un árbol a donde quiera que va, sino que también los ayuda a no morir.

Liz Carrera un alma aprendiz de la vida que honra, cuida y respeta a los árboles.

Ella, Liz, se considera un alma aprendiz de la vida, madre de Edu y Marco: “Crecí entre pueblos y batallones, siempre había árboles a mi alrededor, hacíamos largos viajes, del sur al norte. El panorama era la vegetación, imposible ignorarlos a lo largo de la vida..”

Y así, enamorada de ellos y de la energía que poseen, de los mil hogares que nacen entre sus ramas, su tronco y bajo sus raíces, decidió abrazarlos, sanarlos… y también protegerlos y resguardarlos como una heroína silenciosa en medio de la guerra, robándole vidas a la muerte que se termina alejando sin esas almas verdes entre los brazos a pesar de la devastación.

Por eso, también forma parte en Irapuato de la campaña Adopta un árbol, misma que “surge de la iniciativa de un compañero, Joan, activista defensor de derechos humanos, que se dio a la tarea de reunir colectivos, y asociaciones civiles en 2018, con la idea de organizar a la ciudadanía y plantar árboles en camellones, y banquetas. Sobre una lluvia de ideas, surge la primera edición de esta campaña, asumiendo la responsabilidad de la misma, Planeta 4 A.C. en donde yo formo parte de la mesa directiva. En la tercera edición asumo completamente la coordinación general y pudimos continuar gracias al respaldo de Fundación Novaera, y el gran apoyo de Ricardo Maldonado y Carlos Ortiz”.

Y es que no era solo cuestión de conseguir árboles en crecimiento en donación para ponerlos en otras manos confiando en que lo sembrarán, porque aunque lo hagan, muchos jamás regresan a regarlos, a quitarles la hierba mala que los invade, a podarlos adecuadamente para asegurar su sano crecimiento, porque sí, son seres vivos, y requieren cuidados. De manera que poco a poco han perfeccionado su labor llevándola más allá.

“Nuestra campaña consiste en dar en adopción árboles nativos a la ciudadanía en general, instituciones educativas y empresas. Sin embargo, nuestro objetivo es también proteger, y conservar adecuadamente los árboles a través del manejo y rescate arbóreo. Por lo que además damos seguimiento a denuncias por tala, impartimos talleres relacionados con la salud del árbol, y hemos formado una gran comunidad de amantes de los árboles”.

En su página en Facebook constantemente suben videos, tutoriales e información sobre la manera adecuada de cuidar a un árbol, y que no solo es enterrar, regar y dejarlos ahí. A través de ellos se aprende que incorporando humus y nopal crecen más fuertes y sanos. Que hay un sistema para talarlos que incluye esterilizar las herramientas con las que se hará el trabajo para evitar dejarlos expuestos a hongos y plagas. Que las piedras alrededor del árbol, no encima de él, cumplen la función de retener la humedad de una manera más eficiente, entre muchos otros conocimientos.

Por lo que el proceso de adopción no es solo entregar, tomar una foto y subirla a las redes como evidencia. En “Campaña adopta un árbol Gto.” el proceso va mucho más allá: “Cada persona interesada en adoptar, es asesorada y evaluamos si el espacio en el cual quieren trasplantar es el adecuado y garantiza la permanencia del mismo. No damos árboles para terrenos baldíos, ni espacios en los cuales al crecer pueda ser un problema para las estructuras de casas, o calles. El compromiso que adquieren los adoptantes es dar seguimiento al cuidado y riego de los árboles, teniendo comunicación directa con nosotros para comentar cualquier problemática o desarrollo del árbol (la adopción de árboles es una vez por año, antes de la temporada de lluvia)”.

Para Liz y su equipo, el cuidado del medio ambiente, la vigilancia constante a talas ilegales, la educación para implementar poda sostenible en su lugar, las reforestaciones de espacios baldíos o abandonados que se han convertido en un basurero en vez de una zona verde es parte de su diaria labor.

“Los árboles son nuestros ancestros, no podríamos vivir sin su existencia, son seres vivos, que nos aportan salud emocional, física, espiritual, y nos conectan directamente con el mundo de los elementales. Son seres que nos aportan beneficios infinitos, es necesario tomar consciencia de ello, y luchar para que sean respetados, valorados. Si alguien piensa lo contrario, lo invitamos a abrazar a un árbol, y vibrar con su mágica esencia”.

Proteger y conservar adecuadamente los árboles a través del manejo y rescate arbóreo es uno de los objetivos de la organización a que pertenece Liz Carrera.

La magia de la Campaña Adopta un Árbol no está sólo en esta intensa labor, sino que cada vez más se suman a sus filas familias y personas convencidas de que si nuestras acciones han generado una devastación ambiental, deben ser también éstas las que ahora se centren en intentar rescatar un poco de lo mucho que le estamos arrebatando a las generaciones nuevas y venideras dejándoles un mundo cada vez más caótico, hostil e inhabitable.

A diferencia de los seres humanos, el árbol no tiene opción de buscar un destino en otra parte, de nada le sirve quejarse ni llorar porque la vida es injusta. Simplemente nacen y crecen sin más, luchando cada día por vencer a la adversidad y al peligro. Lo hacen con dignidad, con generosidad, poniendo en el mundo un toque de color que siempre es necesario, brindando sombra y oxígeno a quienes están junto a él, susurrando secretos y palabras sabias con ayuda del viento. ¿Quiénes somos para arrancarlos de su sino asesinándolos… asesinándonos?

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