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RENACE EL RETABLO DE SAN JOSÉ EN EL TEMPLO DE LAS MERCEDITAS

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Fray Fernando Díaz Aguirre, Superior del Convento de Nuestra Señora de Belén, Templo de las Merceditas, tuvo uno de los días más felices de su vida, “glorioso” diría él, cuando alumnas y alumnos de la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía (ENCRyM) revivieron el Retablo de San José, mejor conocido como “De la Natividad”.

Visiblemente alegre, con la voz entrecortada por la emoción y las lágrimas a punto de salir de sus ojos, hace unos días el religioso recibió para su feligresía el retablo de más de 250 años de antigüedad, luego de un trabajo de conservación a cargo de 24 estudiantes de alto aprovechamiento del 4° semestre de la licenciatura en Restauración de la ENCRyM.

Fray Fernando Díaz Aguirre, también fraile de la Orden de La Merced, subrayó que la limpieza del retablo es notoria. “Antes la tonalidad era café en su totalidad, y ahora ya se pueden apreciar los colores y las encarnaciones de las esculturas; esta obra de limpieza incide en la vida de la comunidad porque la gente se involucra en el cuidado del templo”.

El retablo del siglo XVIII luce nuevamente en el Templo de Las Merceditas, gracias al trabajo realizado por la maestra Fanny Unikel Santoncini y los estudiantes a cargo de la restauración.

Ese bien cultural de mediados del siglo XVIII, conocido por los feligreses como retablo “De la Natividad”, presentaba concentración de suciedad por polvo, partículas de grasa y otras sustancias provenientes de la contaminación atmosférica, debido a que el templo se ubica en la Avenida Arcos de Belén, en la alcaldía Cuauhtémoc de la Ciudad de México.

Para Díaz Aguirre, la restauración de la obra, al mismo tiempo, propicia que la gente en general y no solamente quienes asisten a misa, tengan acceso a mayor conocimiento del patrimonio artístico y cultural de tipo religioso. Desde ahora, esa magnífica obra de 11 metros de altura por 7.5 metros de ancho luce como cuando se pintó hace casi 300 años.

Las Merceditas, o Templo de Belén, fue fundado en 1626 por la Orden de la Merced. El convento se organizó en respuesta a la labor de una mujer indígena llamada María Clara, quien apoyó al sacerdocio local durante 11 años. El convento se convirtió en la potencia agrícola dominante sobre las tierras del sur, en lo que actualmente es la colonia Doctores.

El retablo de San José, mejor conocido como De la Natividad tenía una gran concentración de polvo y grasa. Las figuras de santos también fueron objeto de limpieza profunda.

La historia del sitio explica que allá por el año 1686, el complejo llegó a ser un instituto de enseñanza superior para la orden, y eso duró hasta mediados del siglo XIX. Hoy en día, la iglesia es casi todo lo que queda. Data de 1678 y fue reconstruida en 1735. Con la limpieza del retablo, principal obra del convento, éste recobra su esplendor de antaño.

La restauración se efectuó como parte del Seminario Taller de Restauración de Escultura Policromada de la licenciatura en Restauración de esa casa de estudios, informó la jefa académica de dicha asignatura, Fanny Unikel Santoncini. “Tras un trabajo especializado de limpieza, ahora se distinguen con claridad los colores y las figuras del retablo”, acotó.

Agregó la académica que se realizó el fijado de molduras y partes flojas de las esculturas de algunos personajes bíblicos que lo integran, y explicó a equisgente que el retablo está dedicado a La Natividad, representada en el nicho del primer cuerpo por Jesús en el pesebre con sus padres, y en el segundo, está san José con el Niño Dios en sus brazos.

Antes todo era gris en el retablo. Hoy, los colores y el brillo están de vuelta. Por supuesto que los feligreses recibieron con gusto la labor de los 24 estudiantes de la ENCRyM.

Las esculturas de los nichos laterales inferiores corresponden a san Joaquín con la Virgen niña y a Santa Ana, y en los nichos superiores y en el remate, a santos de la Orden de La Merced. “Durante el trabajo se tomó registro, en dibujo y fotografía, de la constitución de su estructura y de su estado de conservación, así como de las condiciones del templo”.

Respecto a la modalidad decorativa del retablo, uno de los más hermosos y consentidos por los habitantes de la capital del país, Unikel Santoncini detalló que tiene pilastras de tipo estípite, características por la forma de pirámide truncada invertida, las cuales fueron muy utilizadas por religiosos y laicos durante el siglo XVIII, en la Ciudad de México.

Con visión de servicio a la comunidad, la ENCRyM recibe solicitudes de todo el país para restaurar diversos tipos de bienes culturales, los cuales selecciona para su atención con base en su idoneidad para los fines educativos del alumnado y del beneficio social que aporta su conservación. En este caso el Retablo de San José resultó pieza perfecta.

En el primer nicho, el cuerpo de Jesús en el pesebre, con sus padres. En el segundo (foto de la derecha), San José con el Niño Dios en sus brazos.

La restauración no tiene costo para quien la solicita. La ENCRyM brinda el conocimiento y los materiales de trabajo, aunque pide cubrir algunos gastos. Por ejemplo, el Templo de Las Merceditas facilitó el andamio y la comida de los restauradores durante la semana que duró la práctica de los estudiantes, es decir, del 15 al 20 de abril del año en curso.

Las alumnas Rebeca Villalpando y Ana Sofía Moisés Cortés, presentes en la entrega del retablo, agradecieron a los feligreses por su entusiasmo y apoyo durante las labores de conservación. Ahora, se analizan las muestras de material del retablo para conocer qué tipo de madera lo compone; lo que sí se sabe es que las esculturas bíblicas son de pino.

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