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CUANDO EN LEÓN SÍ LLOVÍA: EL PUENTE BARÓN Y LAS INUNDACIONES DE JUNIO DE 1888 Y 1926

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Las lluvias comenzaron el 6 de junio. Era el Año del Señor de 1888. El 18 de junio, entre 9:00 y 10:00 de la noche, las aguas desbordaron al río de los Gómez y con él se llevaron al viejo puente virreinal que fue testigo de grandes momentos de la historia colonial y decimonónica leonesa.

Ese antiguo puente del Coecillo era el único que cruzaba el río de los Gómez y por lo mismo fue la entrada principal de la ciudad hasta que se inauguró el puente de la Calzada en 1850. 

El puente colonial, empero, tuvo que ver con la tragedia: el cauce del río de los Gómez se angostaba a dos terceras partes en ese punto. Sus arcos se fueron cerrando al paso de las horas con todo aquello que la corriente arrastraba y se convirtió en un tapón. 

Antes de la medianoche del 18, el río encontró un nuevo cauce al romperse el antiguo dique en la calle 5 de Mayo y del lado del Coecillo se reventó el arroyo del Muerto. Un torrente corrió sobre las calles y en algunas, el agua subió tres metros. Barrio Arriba, Barrios de Santiago y San Juan de Dios y El Coecillo fueron los primeros en ser afectados.

El puente de entrada al León del siglo XIX, como quedó después de 1888. En la siguiente imagen, Puente Barón y Morales, construido por Luis Long.

El torrente arrasó con 2,232 casas de 117 manzanas, según narra Pedro González en Geografía local del estado de Guanajuato.

Don Sóstenes Lira escribió: “Las aguas inundaron cerca de la mitad de la ciudad. Las casas destruidas ascendieron a más de dos mil, quedando algunas manzanas reducidas a un montón de escombros”.

Fueron 242 cadáveres encontrados y 1,400 personas desaparecidas, la mayoría arrastrada por las aguas. Más de 5 mil familias quedaron en la miseria. Las pérdidas aproximadas: comercio, $150,000; agricultura, $450,000; muebles, $200,000; edificios, $1,000,000; varios objetos, $300,000.

La reconstrucción de la ciudad tuvo la ayuda enviada de todo el país con campañas de beneficio lideradas por Porfirio Díaz en apoyo al gobernador Manuel González y al Jefe Político, general Manuel Orellana, y de la propia diócesis leonesa bajo la mitra de Tomás Barón y Morales, el segundo Obispo de la Diócesis de León.

El puente Barón

El puente del Coecillo había resistido la inundación, pero ya era inoperante. El 21 de julio de 1888, Barón y de Morales propuso al Lic. López de Lara, presidente de la Junta de Socorros que se formó, la ampliación y reconstrucción del Puente del Coecillo.

El religioso dijo que con su propio peculio financiaría los gastos, ayudado con algunos donativos. La propuesta fue presentada con informes y planos de Luis Long, sin embargo, López de Lara presentó un informe que sustentaba que no era necesaria la extensión, razón por la que se solicitó la opinión de un tercero: el lng. Francisco de P. Vera, quien avaló la propuesta del religioso.

Tras los correspondientes estudios y peritajes, el proyecto fue aprobado. Las obras iniciaron el 7 de enero de 1889. Sóstenes Lira narra que la primera acción fue darle forma al borde terraplén de la margen izquierda del río, labor que fue realizada por una cuadrilla de 50 voluntarios, vecinos del Coecillo. El antiguo y dañado puente fue derribado con barrenos de dinamita, el 20 de febrero de 1889 y abrieron una zanja de desagüe y fue construido un puente provisional de madera mientras Luis Long realizaba la obra.

El 22 de abril de 1889 comenzaron a sentar las piedras de los arcos del nuevo puente. El 30 del mismo mes se concluyeron las bóvedas. En la madrugada del 4 de mayo, se descimbraron los arcos del nuevo puente.

Las autoridades comenzaron con la construcción de un dique y junto a él estaba un puente de tres arcos que comunicaba los barrios de Santiago y el Coecillo. 

El nuevo puente fue inaugurado por Barón y Morales el 30 de julio de 1889. La obra costó $9,724.94, costeado por él. Luis Long, quien estaba también por terminar la construcción del reloj de la Catedral Basílica de León, adornó el puente con hermosos obeliscos neogóticos, lo que dio una belleza arquitectónica que se convirtió en orgullo de los leoneses. Le llamaron “Puente Barón y Morales”, como gesto de agradecimiento al Obispo.

Long también tuvo el encargo de la construcción de una nueva muralla de contención que dio lugar a lo que luego sería conocida como Malecón del Río de los Gómez. La construcción de esta segunda obra inició el 4 de febrero de 1889 y concluyó en junio de 1890. 

Puente Barón antes de la inundación de 1926, y estragos de la misma inundación.

El dique fue reconstruido por el lado que daba a la ciudad, por la calle Hidalgo, el Recodo, el Puente y la atarjea, con una longitud de calicanto de 1,956.71 metros. Los constructores aprovecharon la tierra extraída para desazolvar el cauce para hacer una contención de similar ancho y altura del lado del Coecillo, misma que tuvo una longitud total de 1779.07 metros. A diferencia del dique del lado poniente, en la zona oriente no hubo muro de piedra, sólo tierra amontonada. Por eso el lugar es popularmente conocido hasta la fecha como “El Bordo”. 

El Dr. Jesús D. Ibarra mencionó que el costo total de la reconstrucción de la zona fue de $16,978.13 y refirió que, dentro del proyecto, se contempló la ampliación del Puente de la Calzada, pero esta obra no se llevó a efecto.

El río siguió siendo parte de la identidad leonesa:

En sus Recordatorios públicos y privados, don Toribio Esquivel Obregón describe al Río de los Gómez: río lleno de jaras olorosas, sauces sombríos y claros remansos; su corriente permanentemente era mantenida por manantiales de la sierra del Coecillo y durante el mes de mayo la gente disfrutaba bañarse en su caudal. Al mes siguiente ya no podían hacerlo, pues un aguacero en la sierra hacía descender una avalancha de agua que podía arrastrar a los imprudentes que no estaban atentos al grito de “¡Allá va la punta!”.

Ese León porfiriano vio pasar a la revolución, con los ataques de Cándido Navarro, Pascual Orozco y Francisco Villa a la ciudad, con el carrancismo que la retomó y que supo de los caudillos sonorenses como los beneficiados finales de la guerra civil.

La otra inundación y la “modernización” del Puente Barón

En 1926, León sufrió otra gran inundación. El Puente Barón y Morales nuevamente sería dañado por una tromba el 23 de junio.

El brocal del Puente fue seriamente afectado y en 1928 fue destruido para colocar en su lugar un burdo pasamanos de hierro. Al puente le tendieron una ruidosa y angosta lámina, que hizo las funciones del antiguo viaducto, tanto para transeúntes como para la circulación vehicular.

El Puente Barón fue reforzado en 1950, pero sin restaurarlo para darle la belleza que había tenido.

En 1973 la ciudad sufrió otra inundación. Aunque menor que las dos anteriores, hizo que las autoridades realizaran obras para prevenir desgracias futuras. Como parte de una visión “modernizadora”, en 1974 tiraron lo que fuera una obra maestra de Luis Long y construyeron un convencional paso de concreto para automóviles. 

En 1997 se le hizo una restauración y a propuesta del entonces cronista de la ciudad, Carlos Arturo Navarro Valtierra, se le colocaron elementos similares a los que tuvo el puente concebido por Long.

El Puente fue reinaugurado el 5 de diciembre de 1997. El patrimonio histórico-arquitectónico de la ciudad tuvo otro revés: convirtieron al río en una vialidad y destruyeron parte del antiguo dique reconstruido por Long. Del malecón sólo quedan unos 900 metros, que van de la Calle 5 de mayo hasta llegar al Puente de Barón y Morales, y de ahí al Boulevard Adolfo López Mateos.

Calle Madero y aspecto actual del Puente Barón (Fotografía de Noé Roa). 

Poco a poco las fincas aledañas al Malecón y el Bordo son destruidas para dar paso a nuevas construcciones. Sólo quedan la fachada de una antigua fábrica. El mercado “República” también fue modificado y luego se hizo un diseño de imitación al original. El Río de los Gómez fue convertido en un “moderno” canal de concreto. Sobre sus riberas construyeron canchas y vialidades; sus antiguas arboledas han sido casi totalmente arrasadas; sus puentes son desniveles para autos.

Ni es una obra vial moderna y funcional ni mantiene su espíritu de sus murallas de piedra. Es un mal viaducto tercermundista.

Que el señor obispo Barón y Morales les lance una anatema desde la Gloria Eterna y que don Louis Long ―desde el más allá― les miente la madre en francés, chino y español.

Fuentes consultadas:

AHML. Navarro Valtierra, Carlos Arturo. Doctor Jesús D. Ibarra y sus obras en León. León, Guanajuato. 2005.

AHML. Rodríguez Martínez Héctor. “Puente Barón y Morales”. Revista Memoria Leonesa, Núm. 2 León, Guanajuato, México, 2019.

Esquivel Obregón, Toribio, Recordatorios Públicos y Privados. León, 1864-1908, UIA/Consejo Municipal de Cultura de León, México, 1992.

Labarthe Ríos, María de la Cruz. León, entre dos inundaciones, segunda edición. Ediciones La Rana, México, 2021.

Sostenes Lira, José. Efemérides de León. Edición de la Empresa Económica de Grafica Escolar. S.A. México, 1905.

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