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DE CAÑADA MINERA A CIUDAD PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD

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Aniversario 283 del Título de Ciudad y 36 años de la inscripción en la lista de Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO. 

Guanajuato es una ciudad que no fue fundada: surgió a la sombra de la minería y pasó de ser Villa a ser considerada ciudad en 1741. Las crisis económicas derivadas de la guerra de Independencia, la Reforma y la Revolución, así como el agotamiento de sus vetas con metales de mayor valor le hicieron mantener trazos y fincas, para quedar como una ciudad que parece detenida en el tiempo. Eso y su vida cultural la llevaron ser declarada en 1988 Patrimonio de la Humanidad.

Diciembre es el mes de la Mo-o-ti convertida en Paxtitlán y luego en Quanaxhuato; un Real de Minas que ahora es espacio para el turismo, que lo haría digno de ser declarado Patrimonio de la Humanidad, inserto en un debate entre la permanencia de su identidad y la modernidad.

Los orígenes

Entre 1540 y 1546 los conquistadores españoles, tras despejar regiones al derrotar a chichimecas que las habitaban, fueron encontradas las vetas de las minas de Zacatecas. En 1546, lo que había sido una estancia ganadera se convirtió en un Real de Minas que llegó a ser uno de los más fructíferos de la Nueva España. El virrey don Antonio de Mendoza, en recompensa por los servicios prestados, otorgó a Rodrigo de Vázquez, las tierras que ocupan hoy la actual ciudad de Guanajuato, a la que se denominó la estancia de Quanaxhuato, las cuales eran una sierra espesa y despoblada. 

Así narraba el cronista de la ciudad, Isauro Rionda Arreguín, el origen de lo que sería una de las ciudades novohispanas más ricas y poderosas:

En 1548 fue encontrada la primera veta del mineral de Guanajuato, llamada “San Bernabé”; en 1550 se descubrió la mina de San Juan de Rayas y así fueron encontrando más y más minas.

Para 1554 los españoles establecieron los reales o campamentos, que se consideraron indispensables para la defensa de la población para combatir los ataques constantes por los chichimecas y guachichiles. Le nombraron “Real de Minas” por su estructura fundada en fortines o campamentos de tropas. Los fortines establecidos en Guanajuato fueron cuatro: uno estuvo en Marfil llamándose Real de Santiago, conocida comúnmente como Marfil debido al apellido del dueño que formó una hacienda en dicho lugar. Otro estaba fijado en Tepetapa. El tercero, en Santa Anna y el último en las faldas del Cerro del Cuarto, que finalmente fue la base del desarrollo del poblado.

En 1557, al caserío surgido en torno a las minas se le otorgó su categoría de Villa de Santa Fe y Real de Minas. Ese mismo año Felipe II, hijo del Rey Carlos I obsequió a la ciudad su patrona, la Virgen de Guanajuato.

Al nombre de Real de Minas se le agregaría el “Quanaxhuato”—que pasaría a ser castellanizado como “Guanajuato”—, que en purépecha significa “Lugar montuoso de ranas”. El nombre de Guanajuato fue originalmente usado para designar al principal distrito minero, pero que acabaría por dar su nombre a toda la zona. 

La riqueza de metales hizo que en torno a una cañada y al lado del río se construyeran casas, templos y edificios.  Ya para el siglo XVII, la fama de Guanajuato como centro minero se había expandido por todo el territorio Novohispano. En 1619, el rey Felipe III nombró a Guanajuato, Villa de Santa Fe, Real y Minas de Guanajuato, otorgándole un escudo de armas. Por su riqueza y cultura, Guanajuato era una ciudad en forma, pero su condición oficial era de villa. El 8 de diciembre de 1741, el rey Felipe V expidió el Título de Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Santa Fe y Real de Minas de Guanajuato.

Franciscanos, betlemitas y jesuitas serían no sólo los garantes de la fe, sino también impulsores de la cultura y la educación más reconocidas de su época, en tanto que los metales mantenían a la ciudad como una de las más importantes del reino. Ese año comenzó la construcción de la Presa de la Olla debido a la escasez del líquido vital del agua. Las reformas Borbónicas trajeron bastantes adelantos para la ciudad, aumentó la población, la minería, el comercio y la agricultura.

Luego vendría la expulsión de los jesuitas en 1767 y más tarde la rebelión que llevaría a la Nueva España a convertirse primero en Imperio Mexicano y luego en Estados Unidos Mexicanos. Seguiría un siglo XIX de guerras intestinas, con la Reforma y la Intervención Francesa como los procesos más trascendentales. La ciudad decayó y fue revitalizada en el porfiriato, para volver a decaer tras la revolución mexicana.

Su recomposición, a partir del cardenismo, ya no se centró en la minería: la conservación de sus espacios arquitectónicos, de las esencias virreinal y decimonónica y el afrancesamiento porfirista, así como la vida cultural gracias a su Colegio del Estado que luego sería Universidad, la llevarían a una nueva identidad: cultural, universitaria y turística.

Ciudad para la Humanidad.

La Organización de las Naciones Unidas para la Cultura, las Ciencias, la Educación y las Artes (UNESCO) declaró a Guanajuato como Patrimonio Cultural de la Humanidad el 9 de diciembre 1988, en reconocimiento a su belleza arquitectónica, la originalidad de su trazo urbano, el legado histórico y económico de su minería y su papel en la historia de México. 

El presidente municipal al que le tocó iniciar el trámite fue Edgardo Meave Torrescano, pero fue su sucesor, Eduardo Knapp Aguilar, el que lo recibió. El gobernador era Rafael Corrales Ayala.

Entre los motivos para el nombramiento se destacan:

Guanajuato tiene excelsas joyas arquitectónicas de México y el principal centro turístico del estado y uno de los más importantes destinos sin playa. Guanajuato posee en sus templos varios de los más bellos ejemplos de la arquitectura barroca en América, enriquecidos con el churrigueresco mexicano. Destacan: la Iglesia de la Compañía, una de las más grandes de los jesuitas en la Nueva España y construida en 1765 con impresionantes pinturas del siglo XVIII; la Iglesia de la Valenciana, que se construyó en 1788 a las afueras de la mina homónima con cantera rosa, está dedicada a San Cayetano, patrono de los mineros, y en su interior cuenta con retablos dorados y un púlpito con incrustaciones de marfil y maderas preciosas; y la Basílica de Nuestra Señora de Guanajuato, que aloja una Virgen obsequiada por el Rey Carlos I de España en el año de 1557, como gesto de gratitud por la infinita riqueza minera de Guanajuato.

En 1792 inició la construcción del gigantesco almacén de granos conocido como la Alhóndiga de Granaditas. En este lugar se da uno de los eventos más recordados del periodo de la Independencia, ya que Guanajuato fue escenario del inicio del proceso libertador en 1810, dos años después de la conclusión de la obra.

El porfiriato fue otro generador de bellezas arquitectónicas. En 1903, Porfirio Díaz inauguró el Teatro Juárez, de estilo dórico romano donde ocho columnas sostienen a otras tantas musas, considerado uno de los más hermosos teatros de México. Las musas que rodean el pórtico fueron manufacturadas por la casa W. Mullins y Cía., de Estados Unidos; el mobiliario original del Foyer, salones tocadores y de fumar fueron adquiridos en los almacenes Bon Marché, en París; y el candil del centro del Foyer proviene de Inglaterra.

En 1955 se inauguró la imponente construcción ecléctica (con visos góticos y neogóticos, principalmente), que se erigió en cantera verde y se caracteriza por su grande y bella escalinata  que funge como sede de la Universidad de Guanajuato.

A diferencia de muchos asentamientos desarrollados desde la época virreinal en la región, que se trazaron con un modelo de retícula, Guanajuato se extendió a lo largo del estrecho valle sinuoso con una adaptación de su diseño a la topografía. De ahí sus calles estrechas, jardines, plazas, edificios y su calle subterránea, convertida en tal al urbanizar el cauce embovedado del río Guanajuato en la década de 1960. En la década de 1980 se le construyeron túneles que han cumplido su función de prácticas vialidades, perforadas en su mayoría al estilo de las galeras de las minas. En total son más de 8 kilómetros de tránsito subterráneo, repartido en 23 túneles.

Pero no sólo se le reconoce por su peculiar urbanización y su vida cultural, también es Patrimonio de la Humanidad por sus minas adyacentes.

Tras el descubrimiento de los ricos yacimientos de plata y oro, la ciudad fue creciendo y se convirtió en el centro minero más importante del Virreinato. A mediados del siglo XVIII, Guanajuato se había convertido en el centro de extracción de plata más importante del mundo tras el declive de Potosí, en la actual Bolivia. La mina la Valenciana es una de las más famosas y con mayor riqueza de plata del mundo, y se estima que en su apogeo el 30% de la plata en el mundo provenía de aquí.

Junto a la Valenciana, las minas adyacentes comprenden la Bocamina de San Ramón, donde se descubrió la veta madre; la mina de Rayas, que con sus 400 metros fue la más profunda en su momento; y las minas de Cata y El Nopal.

Por esos y muchos otros motivos, es Patrimonio de la Humanidad. Diciembre es su mes, por su declaratoria como ciudad y como legado para el mundo.

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