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LOS REALISMOS DE ALEX LAZARD

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El artista plástico mexicano Alex Lazard (Ciudad de México, 1986) es poseedor no sólo de una felicidad y paz interior que contagia. Tiene una suerte de sexto sentido que le ha permitido hurgar en la psique humana para transitar en ella desde lo primitivo hasta lo más complejo. Así crea sus obras. Así dio vida y forma a su nueva exposición: Intermitente.

A pesar del frío polar que se dejó sentir el sábado 11 de enero, minutos después de las 7 de la noche, Lazard inauguró su muestra en la galería Luis Cardoza y Aragón del Centro Cultural Bella Época, complejo que cobija a la librería Rosario Castellanos del Fondo de Cultura Económica (FCE). Al interior del recinto, el calor humano entibió el ambiente.

Intermitente, que podrá ser admirada hasta el próximo 8 de febrero con acceso gratuito y sin distingos para todos, muestra cómo el artista embarca su creación en una montaña rusa que va de lo primitivo a la complejidad de la psique, a la vez que transita libremente entre el realismo salvaje y el realismo mágico que ha sembrado, cultivado y cosechado.

Las obras de Alex Lazard remiten a emociones y sentimientos que anidan en lo más profundo y lo más evidente de la mente humana. (Fotografías, cortesía FCE)

Su obra manifiesta la existencia de lo cotidiano y lo espiritual, la complejidad de las relaciones humanas y su representación en el entorno. Habla de lo que se forja en el inconsciente colectivo a través de una triada artística: escultura, grabado y pintura, que en las manos del artista se hace uno. En su autodescubrimiento el artista crece y crece.

En ese proceso, Alex Lazard ha mezclado técnicas extrañas con materiales improbables para crear una expresión mixta: chapopote, arenas y linóleo destacan en su obra. Con el paso inexorable del tiempo, el artista ha avanzado radiantemente hasta poder alcanzar la madurez. Si algo falta a su obra, por suya admirable, acredítese a su fresca juventud.

“El lienzo va sucediendo gracias al azar, la intuición pinta a través de mis manos, en el camino aparecen personajes, texturas y arquetipos. Mezclo técnicas para crear un lienzo que apela a lo primitivo: grabado, pintura y escultura en uno”, enfatizó el artista plástico al desmenuzar lo señalado líneas arriba. Su sólida formación académica rinde frutos.

Alex Lazard se formó como pintor y grabador en México y en el extranjero. Fue alumno del taller del maestro Gilberto Aceves Navarro, y tomó cursos en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado “La Esmeralda” (CDMX-México), en la Universidad de Barcelona (España) y en la reputada Angel Academy of Classic Art (Florencia, Italia).

Las obras de Lazard se gestan a medida que la materia y sus particularidades dan forma a la imagen, al juego. (Fotografías, cortesía FCE)

Así, crea un lenguaje de símbolos humanos que dan pistas de una historia que teje entre cuadros: el bien y el mal, voz, luz, espiritualidad, sincretismo, y el arte instintivo de lo primitivo. “Dejo pistas sobre la condición humana y la magia de la cotidianidad: estiro la proporción de la vida donde el mismo proceso de pintar va dictando el siguiente paso”.

De acuerdo con Cecilia Moreno Gamboa, experta en el tema, la obra de Alex Lazard ha surgido de la búsqueda de lo primitivo, utilizando simbolismos arquetípicos a partir de una exploración personal que se adentra en la complejidad de la psique y sus formas. Así, el artista centra su atención en imágenes que emergen de la inmensidad del inconsciente.

Esta búsqueda y esa exploración de lo interno, añadió, lo ha llevado a enfocarse en el objeto de la memoria: el recuerdo intermitente que asalta furtivamente la conciencia, trayendo de nuevo a la luz aquello que ya no existe, así como en el acto de recordar, el cual es también interno, primitivo y caótico, y muchas veces de veracidad cuestionable.

“A pesar de que la memoria se refiere al pasado inamovible, nosotros somos seres en constante construcción, con experiencias que suceden una tras otra. Por ello, la memoria desempeña un papel fundamental en la conformación de nuestra propia identidad y en la comprensión que tenemos del tiempo”, agregó Moreno Gamboa a su explicación.

Los recuerdos intermitentes que el artista comparte en sus obras constituyen un proceso activo de reconstrucción, más que un simple registro de eventos. Esto se refleja y salta a la vista en la manera en que Alex Lazard elige representar sus experiencias, atrapando y organizando sus recuerdos de tal forma que siempre les otorga significado y evocación.

Alex Lazard inauguró “Intermitente” en la galería Luis Cardoza y Aragón del Centro Cultural Bella Época, complejo que cobija a la librería Rosario Castellanos del Fondo de Cultura Económica. (Fotografías, cortesía FCE)

Si la identidad se construye a través de la integración de recuerdos en una narrativa cohesiva, las obras expuestas en Intermitente pueden ser vistas por los espectadores de variopinta edad y formación, como brillantes fragmentos de su identidad que, a pesar de su evidente interrupción y ruptura, buscan ofrecer continuidad a través de la experiencia.

La ejecución de la obra es visceral y la intuición y el error son partes fundamentales del proceso creativo del artista. Las obras de Lazard no se preconciben sino que se gestan a medida que la materia y sus particularidades dan forma a la imagen, al juego, en el que Lazard funge como un médium de lo que no se ve, de lo primigenio. Obras geniales.

Ha participado en más de 20 exposiciones colectivas y ha montado 13 individuales entre las que destacan las presentadas en el Centro Cultural del México Contemporáneo, Casa Barragán, Galería Coronel y el Senado de la República. El Centro Cultural Bella Época está en Tamaulipas 202, colonia Hipódromo de la Condesa, Alcaldía Cuauhtémoc, CDMX.

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